• Sabor •

254 19 1
                                    


Dib no había ido a la escuela en esos dos últimos días, si situación emocional no ayudaba en mucho, se sentía muy agotado además de que tenía un gran inconveniente de por medio: la nave de Tak, desde que la chica comenzó a abrirse, el por primera vez se sentía querido y necesitado por alguien, por fin tenia motivos para llegar a su casa, en lugar de quedarse a en la escuela o estar divagando por toda la ciudad...

Puede que desarrollara cierta dependencia emocional ante la chica, pero no realmente por primera vez en la vida, había alguien que lo necesitaba, pero pensar que él la retendría en contra de su voluntad, eso lo dejaba en un dilema moral.

Volvió a revisar aquel mensaje, estaba claro que tenía que ir por sus cosas, no quería que nada de lo que tenía en aquel lugar acabara en la basura, aún guardaba los viejos casetes de su madre y algunas otras cosas que habían sido de su pertenencia, muchas de las pertenencias de su progenitora las había protegido de que su padre las votara a la basura, ya que tener sentimientos luctuosos durante toda su vida no era "nada científicamente conveniente" para él ni para su familia.

Sin muchos ánimos, el joven por fin decidió levantarse de aquella cama, se dirigió hasta su armario, se cambio de ropa para salir de su hogar, observo el reloj de su teléfono, era medio día, tendría que buscar ayuda para sacar sus cosas, con la mirada centrada en su celular estuvo buscando entre todos sus contactos alguno que pudiera ayudarle.

- ¿hola? Al fin... necesito de tus servicios... no tengo mucho dinero y se que tú puedes ayudarme...

Habían pasado unas cuantas horas desde que Dib se fue, la chica irken estaba en la habitación del joven, observaba las extrañas fotografías que tenia en aquel viejo libro, algunas eran algo raras como aquella fotografía donde Dib y su hermana estaban con un disfraz de ardillas.

También había otra donde estaban en una especie de feria cuya temática era de esponjas mojadas, pero en la mayoría, había fotografías donde aquella mujer: la madre del chico estaba presente, en cada una de ellas siempre estaba sonriendo y abrazando al joven membrana.

Siempre se veía tan alegre, era como si ella se mantuviera feliz siempre, realmente era algo que no comprendía ¿Cómo alguien puede estar feliz todo el tiempo?

Era extraño, o al menos para ella lo era.

Escuchó ruido de la parte trasera, trató de ver por una de las ventanas, fue sigilosa, pero solo observo a un chico de tez morena hablar con el humano cabezón, vio como bajaban cosas, volvió a la comodidad de su recamara.

- Gracias por ayuda Jeff - dijo el chico de lentes a aquel mientras cargaban las cosas al cobertizo trasero

- Ni que lo menciones ¿Por qué guardas tanta basura?

- No es basura, solo son recuerdos

¿Todo bien con tu familia? A deducir por tu rostro eso es un no... bueno al menos dejaste esa obsesión tuya por Zim, los alienígenas y sobre todo por lo paranormal

- Jeff ¿aun sigues en contacto con Gretchen?

Miró de reojo al chico de lentes, una sonrisa melancólica se formulo en el rostro del joven

- tú bien sabes que ella se fue, lo recuerdas, ¿verdad?

Dib bajo la cabeza, era cierto, ella fue una de las pocas chicas que se le acerco y una de las pocas personas en las que pudo confiar... sin embargo cuando él se mudó, la chica cayó en una profunda depresión.

Buscar su propio bienestar no es egoísta ¿verdad? Tratar de buscar la manera de sobrevivir no es un acto de maldad ¿verdad? Él no era una persona horrible ¿verdad?

31 días con ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora