•Constelación•

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Por fin la lluvia ceso, Dib se encontraba sentado en el techo, aún húmedo, aún estaban unas pocas nubes opacando el cielo nocturno.

- ¿Qué estoy haciendo de nuevo? - pregunto en un susurro - ¿Porqué yo...?

Desde niño le gustaba todo lo relacionado con el espacio: era su tema favorito, ver galaxias y constelaciones: las estrellas y los planetas; los astros, las nebulosas, saber sobre los agujeros de gusano... Todo aquello le llevo a indagar sobre esos temas, haciéndolo entre todos los infantes, un bicho raro.
Pero a él le daba igual, por qué tenía el apoyo de alguien incondicional: Su madre.

Ver el cielo era como si ella estuviera en el, cosa que era imposible, ella (según su padre) ya no existía, solo quedo sus restos resguardados bajo tierra, tras la muerte de su madre, el profesor comenzó a trabajar más, dejando a sus hijos solos, sin una figura paterna los niños Membrana se las arreglaban para sobrevivir solos.

- ¿Por qué te fuiste mamá? - él chico de 16 años miró de nuevo al cielo, sabía que no hubo respuesta, a veces el joven solo necesitaba que alguien lo acompañara en momentos como estos, solo quería sentir que era querido por alguien, aunque en el fondo sabía que su padre lo quería, el científico solo lo hacía más evidente hacia Gaz.

- ojalá estuvieras conmigo madre, te necesito como no tienes la idea...

Bajo del techo para dentrarse a su casa, lo noche se tornó fría, fue a la cocina para tomar un taza limpia y servirse leche, la puso en el microondas para entibiarla un poco, en una bandeja colocó un plato con algunas de galletas, puso la taza y se dirigió al cuarto donde estaba la chica.

- ¿Estás despierta? - pregunto el chico desde el otro lado de la puerta, pero al no recibir respuesta él entró de todos modos - te traje algo de cenar, he visto que Zim podía tolerar la leche - notó que la chica no se movía - oye lamento mucho si te hice sentir mal... De verdad lo siento, es solo que, por alguna razón, tú, me preocupas

El chico dejo la bandeja en una de las comodas que tenía, trato de revisarla pero pensó que sería mala idea, solo se sentó a un lado de su cuerpo.

- debes creer que soy un idiota, sinceramente ni yo sé por qué me comportó así, pero quiero que creas en mi, lo que sea que vivieras allá afuera no va a pasarte... Tak... Espero que algún día entiendas que no quiero lastimarte, ya no quiero dañar a tu especie - Dib se sorprendió por lo que dijo, pero en parte tenía razón, ya no quería venganza, el destino de la tierra lo salvaba él y nadie le daba las gracias, tal parece que a nadie le importaba su trabajo, eso también comenzó a fastidiarle.

- Te dejaré dormir, descansa Tak

El humano fue rumbo a la cocina, ahora el necesitaba el confort de una buena taza de té caliente, a veces el mismo se preguntaba por qué era tan necio en ayudar a la Irken...

31 días con ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora