8. Hay cosas que nunca van a cambiar.

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Alaska

Toda la sala de ceremonias se sentía prácticamente bajo cero, era demasiado fría y al parecer todo después de que llegó Adam junto con su nada. El día de mi ceremonia, ¿podría ser aún peor?

Sostenía las espadas con mucha firmeza, pero mis dedos empezaban a perder color y dolían demasiado del frío, mi respiración sacaba un vaho de lo agitada que me encontraba, no sabía si por correr o por los nervios. Mi piel se erizaba de tan solo tenerlo frente a mí después de tiempo sin verlo y mi corazón quería saltar de mi pecho del miedo de tan solo pensar que quisieran arruinarlo todo de nuevo.

No era la única que había cambiado definitivamente, Adam estaba más... fuerte, se le notaba que había aumentado su masa corporal, ¿cómo es posible? Incluso estaba un poco más alto, se veía más peligroso de lo que recordaba, si alguna vez había leído sobre alfas despiadados sin corazón, fácilmente podría representarlo él mismo. Pero eso no tenía el por qué detenerme a imponerme, me niego a darle la satisfacción de asustarme solo por su nueva apariencia, por más cosas que se haya hecho.

Empezaba a ver algunos puntos negros en mi visión, mi cabeza se estaba presionando demasiado y sentía que era demasiado drama para un solo día. Mis piernas comenzaban a flaquear porque nadie se quería mover ni un poco, y cuando desvió su mirada hacia abajo, supe que se había dado cuenta, por lo que retrocedí unos cuantos pasos tomando una postura distinta y respirando En la transición del último movimiento que hice, pude ver en una de las esquinas de mi rango de visión cómo fue que Kratos comenzaba a aparecerse al fondo de la sala, solo que tenía unos lentes de sol y un bote con lo que parecían ser palomitas, ¿cómo es que sacó un objeto así en su plano? Negué ligeramente, me estaba desestabilizando mentalmente de nuevo.

— No tienes ningún poder sobre de ella—habla Adam con una voz más gruesa de lo que recordaba, pasando su mirada de mis ojos y dirigiéndose a Úrsula, está dolido, pero tampoco iba a dar su brazo a torcer. Él ya había decidido hablar como si yo no estuviese presente.

— Ni tú sobre mí—respondo arisca de nuevo, no iba a dejar que tratara de negociar con Úrsula como si fuese un perro. Adam volvió a mirarme a mí con una mirada bastante fría que erizó mi piel de nuevo, pero agradecí tener mi capa puesta, y apretó sus labios claramente enojado, pero no quiso responderme, no se sentía con la fuerza o el valor para hablarme directamente al parecer.

Vi cómo fue que su mirada cambió de fría a algo bastante sombrío, y empeoró más aún después de ver mi pecho, más exactamente mi clavícula, donde se encontraba mi piel casi sin ningún rastro de su marca y había sido reemplazado con una cicatriz que se veía bastante extraña, todo se había borrado aquel día con el ácido que me dio una Forjadora. Cerré mejor mi capa como si me doliera que tan solo me observara para ver si seguía su marca y me giré caminando de nuevo hacia Úrsula, me sentía juzgada bajo la mirada de Adam, o peor aún, acosada.

— No pienso dar un espectáculo frente a todas mis alumnas, así que creo que esto se hablará en privado. Abandonen la sala por favor, esta ceremonia se suspenderá hasta nuevo aviso cuando no tengamos más... interrupciones—explicó Úrsula a todos los demás y dándole una mirada de enojo a Adam, tristemente sabía que yo tenía que quedarme junto con toda la manada del pelirrojo, no tenía escapatoria hasta que Úrsula me lo permitiese.

— No.

Todos nos giramos hacia Adam que había dado otro paso más hacia adelante, casi podría haber jurado que rugió.

— Esta ceremonia se va a cancelar—continuó de nuevo Adam y me giré solo lo necesario para apenas conseguir verlo sobre mi hombro, claramente él no era autoridad por aquí.

Alaska: RegeneraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora