24. Algo familiar.

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Alaska

Aquel clima cálido que nos abrazó durante los días en el instituto se había esfumado por absoluto, no quedaba rastro alguno, a pesar de que no habíamos pasado por algún cambio en la estación del clima, pero hasta la tierra sabía lo que ocurriría dentro de poco tiempo, y su mejor forma de expresarlo, era con relámpagos y un cielo completamente nublado, el frío comenzaba a calar nuestros huesos.

El entrenamiento había sido demasiado duro, y ni siquiera estaba segura de si podrá ser suficiente contra esos demonios, el no tener casi descanso nos estaba dejando muertos, pero ciertamente despertaba un instinto alerta debido a ello, justo lo que buscaba provocar Rebeca en nosotros.

La llamada autocuración que me enseñó Fernando era bastante útil en el caso de heridas no tan profundas, pero podía ser bastante desgastante si no controlas la energía con la que decides hacerlo, bastante peligrosa a mi parecer, puesto que su llamado control de energía, era más complicado de focalizar durante un duelo.

Adam se había encargado completamente de su manada durante estos días de entrenamiento, pero no teníamos una referencia sobre la fuerza necesaria para matar a un demonio, si es que llegábamos tan lejos.

Las Forjadoras enseñaron algunas tácticas de ataque y protección a algunas personas del instituto que podrían ayudarnos, que eran prácticamente la mayoría, todos se encontraban trabajando en algo, ya sea escudo, evasión, ataque, distracción y curación.

— ¿Qué más lograste averiguar sobre ellos? —le pregunto a Fernando mientras sube al árbol donde yo me encontraba, Adam estaba vigilando el perímetro, no nos encontrábamos nada lejos del lugar donde se estaban conglomerando.

— Es bastante difícil entender en qué idioma se supone que hablan, pero créeme—suspira cansado—, no es de esta dimensión. Al parecer no son tan bestias como nosotros pensábamos.

— ¿Señales de raciocinio? —pregunto asustada.

— En definitiva, lo puedo asegurar. Pero no entiendo el objetivo de su ansia por querer atacar al instituto de Francia, los demonios no pueden lograr transformarnos, nos matarían simplemente, pero hablan acerca de algunas estructuras...

— El instituto—respondo entendiendo lo que querían—, es un castillo antiguo, ¿no es así?

— Bueno, sí, algo así—Fernando comenzaba a entender todo esto aún mejor que yo—. Creo que tienes razón, después de todo, el claro ejemplo es Dante.

— ¿Le gustan los castillos?

— No, él reside en un castillo y... ya sabes el resto. Tendría sentido, deben de querer las escrituras que tenemos debajo del instituto, y de paso matar a todos, ellos se ven alegres por tener euphoria, pareciera que los motiva el saber que pueden matar a otros seres con una simple mordida.

— Claro, todo lo relacionado con un caos, es música para sus oídos—los comenzaba a repudiar un poco más de lo que yo creía.

— ¿Todo bien con Adam? —su pregunta solo me confundió más y él lo notó— Ya sabes, por lo que explicaron hace unos días.

— Oh, —ahora entendía a qué se refería, prefería no pensar en ello, pero tenía que preguntarle—pues creo que sí, pero él mencionó que tú hablaste con él, ¿por qué no conmigo? Después de todo también puedo ser yo la que muera.

— Sabemos que eres nuestra pieza clave, y no quise nublar tus ideas o preocuparte de más con eso, tampoco te quería arriesgar del todo, pero creo que no tenemos opción.

— Exactamente, no tenemos opción—solo asintió avergonzado—, ¿desde cuándo eres vidente?

Mi pregunta cambió el tema completamente y eso pareció agradarle.

Alaska: RegeneraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora