10. El comedor.

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Alaska

Lo primero que vi al despertar fue la cara de Emily sonriéndome con malicia, ya sabía que Adam estaba en el campamento y se aseguraría de molestarme cada segundo con ello.

— Entonces... ¿qué tenemos para hoy? —la muevo un poco para poder salir de mi cama y despertar mejor, pero ella ya estaba más que lista— Por cierto, planché tu uniforme, te verás increíble.

— Sabes bien que no tenías por qué hacerlo, Emily—niega ligeramente y me lo da, para dirigirse hacia la puerta, apenas eran las 7 de la mañana.

— Te espero en el comedor, Luna—me sonríe de nuevo y le cierro la puerta de un solo movimiento para que deje de burlarse, no sé qué clase de drama espera que monte, pero no sucederá.

Me apresuro a tomar una ducha caliente lo más rápido que puedo y a usar el uniforme que Emily me había dejado, no lo podía negar, estaba impecable, la falda se encontraba en algo más que perfecto, debía de parecer una muñeca de la milicia con esto.

Sequé y peiné mi pelo lo mejor que pude y tomé algunas cosas que necesitaría en el día, lo que me ponía nerviosa era hablar con mis padres de nuevo, los extrañaba muchísimo pero no sé cómo se tomarán la noticia de lo que planeo hacer. Reviso que no me falte nada y salgo de la habitación, bajando las escaleras hasta llegar a los pasillos principales para dar con el gran comedor, en serio los nervios me estaban matando, pero lo dejé pasar cruzando mis manos por detrás y caminando recta.

Entré despacio al comedor y esperé a ubicar a mis padres, pero nunca los encontré, así que me acerqué a la mesa donde se encontraba Emily con un tutor nuestro, al parecer estaban demasiado entretenidos. Antes de sentarme fui por una charola donde ya tenían cada uno de los desayunos listos, y me senté con calma, realmente tratando de que no se arrugara el uniforme.

— Buenos días, Alaska— habla mi tutor con una sonrisa que respondo de forma tranquila y me da una manzana, sabía que me gustaban mucho desde que llegué aquí.

— ¿En serio no te das cuenta de los ojos que te miran desde que pusiste un pie en el comedor? —me giro a ver a Emily y solo alzo una ceja negando, ya me imaginaba de quién estaba hablando. Me hace una seña con su mentón y se gira a su izquierda, haciendo que yo vea en la misma dirección, encontrándome con los ojos de Adam algo intrigados, pero ciertamente enojado.

No entendí lo que estaba pasando hasta que una sensación extraña se apoderó de mi mano y desvié mi vista de él para ver la manzana en mi mano, se estaba congelando.

Sonreí divertida y negué, lanzándole la manzana que claramente atrapó sin dificultad alguna y le di una sonrisa divertida, no me iba a afectar en absoluto. Seguí con mi desayuno hasta que se escucharon ruidos de gente ingresando al comedor, era la manada de Adam, y entre ellos, mi familia.

Los intenté buscar a lo lejos entre todos los que se iban acoplando, pero no lo conseguí, hasta que la voz de mi hermano me hizo reaccionar y me levanté cuando lo vi acercarse hasta mi mesa.

— ¡Alaska, al fin! —apenas llegó a mí y me abrazó, algo que me tomó desprevenida y me hizo sentir extraña porque nadie me había abrazado en meses, el contacto físico simplemente era extraño, hasta que se dio cuenta y me soltó— Perdóname, creo que no te puedo tocar demasiado.

— Diego... ¿dónde estaban? No los vi llegar.

— Asegurando zonas, mis padres ya vienen, pero... ¿qué ocurrió? ¿cómo terminaste aquí?

— Verás, hay algo que debo contarles, es muy importante y es la razón por la que estoy aquí—lo veo suspirar claramente frustrado y algo enojado, no se encontraba en sus mejores cabales.

Alaska: RegeneraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora