~ Monótono • Colorido ~

1.3K 45 1
                                    



~ Capítulo 1 ~

Era un día soleado en Seúl, el viento era fresco y se llevaba a su paso las hojas de los árboles, meneándolas a un dulce compás.

Aquel chico de cabello rosa pastel disfrutaba de la suave ventisca mientras comía un snack con entusiasmo al ser su favorito. Se dirigía tranquilamente a su hogar, apreciando la belleza que su entorno rodeado de árboles le otorgaba y escuchando el pasar de los coches en la calle, moviendo hacia atrás y adelante su violín, el cual se encontraba en su estuche, tomándolo en su otra mano.

Cuando pasó por una estrecha calle, volteó distraídamente y pudo divisar un pequeño gato negro que lamía sus patas buscando limpiarlas. Se detuvo y regresó unos cuantos pasos para verlo mejor.

Cuando el mínimo notó la presencia del chico pelirosa, huyó. El joven divertido se metió a aquella calle estrecha rodeada por árboles y lo siguió mientras reía dulcemente.

El pequeño gato entró en otra calle, ésta era rodeada por un muro de concreto a diferencia de la otra, empezó a caminar lentamente al ver que su captor ya no le pisaba las patas traseras, aunque el chico aún seguía atrás de él.

Y lo siguió, a donde sea que fuera el minino, el pelirosa iba tras él buscándolo, detrás de las máquinas expendedoras, bajo los autos, en los parques, hasta que lo vió en una banca, seguía lamiéndose las patas. El gatito se detuvo y dirigió sus ojos azules hacia la persona que desde hace rato lo seguía.

El pelirosa salió detrás de un árbol cuando notó la mirada azul sobre su persona, camino hacia el gato mientras éste lo seguía viendo. Subió una de sus manos mostrándole al pequeño felino uno de los snacks que estaba comiendo antes de corretearlo, se lo ofreció con una gran sonrisa que hacía que sus ojos se cerraran dulcemente.

~ 🍃🌸🍃 ~

El sonido de las teclas resonaba por toda la gran sala entonando una melodía movida y llena de sentimiento. El pequeño pianista disfrutaba de la sensación de sus dedos en las teclas mientras mantenía una expresión seria y concentrada en lo que hacía.

El público que tenía le placer de escucharlo prestaba suma atención al pequeño en el escenario, aún así no podían compararse con aquel niño que se mantenía con total asombró al ver y escuchar al pequeño pianista. Deseaba lo mejor para él en aquel concurso.

La melodía seguía, no podía desconcentrase por nada del mundo. Volviéndose un poco suave y luego movida daba un aire impresionante para cualquiera que lo escuchara.

La música se detuvo.

El joven pelinegro colocó el auricular en su oreja concentrándose en la melodía que pasaba por éste, puso sus manos en el piano y luego las retiró escribiendo en sus partituras nuevas notas musicales. La música de los auriculares sonaba un poco por el salón, pues éste se encontraba casi vacío, contando con la presencia del chico sentado frente al piano.

A las afueras del salón, en el campo de la escuela, se escuchaba el bullicio de los estudiantes que estaban practicando sus respectivos deportes.

—¡Allá va!.— Gritó emocionado el peligris cuando logró batear la pelota muy lejos.

—¡Fallé!.— Dijo ahora nervioso, mientras veía la misma expresión en los rostros de sus compañeros. Todos seguían la dirección de la pelota y no era buena.

La pelota fue tan alto y tan increíblemente chueco que logró ir hacia el área de los salones. Se escuchó un gran estruendo cuando la pelota atravesó una ventana, rompiéndola.

𝓣𝓾 𝓶𝓮𝓷𝓽𝓲𝓻𝓪 𝓮𝓷 𝓪𝓫𝓻𝓲𝓵 | ʏօօռʍɨռDonde viven las historias. Descúbrelo ahora