Capítulo I: La causa

1.5K 50 22
                                    


—¿Disculpa?


—Lo que escuchaste, respaldaremos al diputado Díaz.


Tres años trabajando codo a codo le habían enseñado a anticipar las elecciones de su superior. No era un Sancho, y tampoco seguía a un Quijote, pero aún se preguntaba si México estaría lista para asumir conceptos que venían desfilando desde el viejo continente y poco a poco habían agarrado fuerza en Latinoamérica.


Álvaro León, un hombre oriundo de esos pueblos pintorescos de nombre impronunciable, era un político un poco inseguro con aspiraciones de cambiar el mundo. No se avergonzaba por creer que aún le faltaban huevos para hacer lo que hacía, pero no importaba, él era un soñador.


Sabía lo que había dicho su interlocutor, pero de todas formas pidió una confirmación porque, al momento, no entendió el cambio tan abrupto en su actitud. Apenas hacía algunas semanas habían estado planificando, analizando, concretando alianzas para llevar a cabo una ordenanza municipal que legalizara y, claro está que con fondos regionales, las ciclovías en la ciudad.


No había resultado tan tedioso como creyó al principio del proyecto, después de todo, contaban con la aprobación ciudadana que ya demandaba por espacios adecuados para quienes se inclinaban por el tránsito a dos ruedas.


Sin embargo, la creciente ola de demandas, protestas y hasta incipientes convocatorias a paros civiles parecían haber alterado la ruta. No hacía menos de dos semanas que un crimen de odio contra una pareja de lesbianas había desencadenado una serie de sucesos violentos contra las instituciones y todo parecía fuera de control.


Quizá una ley para los ciclistas podía esperar un poquito más, ya que hallar los cuerpos desnudos de dos mujeres cubiertos de inscripciones en un basurero exigía una reacción a la altura de tal sadismo. 


La parsimonia sería profundamente rechazada; las cartas estaban sobre la mesa y Cuauhtémoc López no se haría el desentendido. Debía actuar.


—Bien, será así. ¿De casualidad sabes quiénes votarán a favor?


—Seremos mayoría, no te preocupes por eso. Zabala, Quintana, Ávila y Gutiérrez están con Díaz. Sé que hay otros. Eso lo sabré esta tarde.


A Álvaro no le quedó otra alternativa que asentir y guardar sus carpetas. López era el principal y él su suplente. Si su curul daría apoyo a la causa del concejal Rafael Díaz, ¿quién era para oponerse? Además, simpatizaba con la comunidad agredida. 


Porque a veces no es tanto el qué, sino el cómo.


En vida, Marilín Esteban y Sara Díaz fueron personajes públicos de Toluca, y aunque su relación nunca fue el epicentro de su fama, eran inmensamente queridas por sus paisanos. Atletas, hosts y activistas por los derechos humanos, ninguno de esos epítetos valió lo suficiente como para ahorrarles una muerte brutal. Cuauhtémoc aún se preguntaba por qué quisieron que fuese de esa manera. Si las odiaban por lo que eran, cualquier otra forma hubiese sido preferible.


Aunque siempre sería preferible vivir y dejar vivir.


Sin mentiras ~ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora