—A ver, eso es. Vas bien. Pero recuerda principalmente que te tienes que dejar llevar. La música es algo vivo, se siente. Inténtalo, respira, y déjate llevar.
Cuauhtémoc miró con atención a su amigo. Sus ojos brillaban y sus labios se curvaban en una muestra clara de felicidad. Fue inevitable no conmoverse al reconocer lo tierno que se veía Aristóteles cuando hablaba sobre música.
No quería decepcionarlo, así que dispuesto a hacerlo súper bien esta vez, se giró y colocó sus manos sobre el piano. Bajo la atenta mirada de Aris, tecleó varias veces formando una corta pero sólida melodía. El rizado volvió a asentir complacido con el resultado.
Temo, al igual que él, tenía talento musical. Lo podía sentir.
—¡Ahí está, ahí está! Cuando lo haces con el corazón, es mucho más fácil —Temo sonrió aún más al ver la efusividad en Aris.
—Sí, sí, verdad... —contestó.
—Estoy seguro de que muy pronto podrás tocar la canción completa.
—¡Pos claro! Si tengo al mejor maestro del mundo.
El de mayor estatura soltó una carcajada al aire sin creérselo mucho. Al contrario, para Temo aquello había sido una solemne afirmación. No solo era el mejor maestro del mundo, sino también era la primera persona a la que amaba como jamás creyó hacerlo nunca.
«Qué idiota fui».
Desde aquel infortunado encuentro, una sensación de amargo desconsuelo había arropado su ser. Por años pensó que podría borrar hasta el más pequeño vestigio del cantante. No obstante, con un simple cruce de miradas comprobó que era incapaz de ser indiferente ante ese hombre.
Las memorias compartidas regresaban a su presente como kamikazes. ¿Por qué? Él no quería recordar nada. Es más, no tenía nada qué recordar porque Aristóteles Córcega estaba muerto para él. Lo que sea que hubiesen vivido juntos, nunca pasó.
—Concejal López.
Un nuevo flash y un hilo de murmullos trajeron a Cuauhtémoc de vuelta al presente. Entonces recordó que estaba ofreciendo una charla en conjunto con un respetable grupo de ponentes en una universidad de Guadalajara. Asintió apenado y rápidamente hizo un recuento de lo último que había dicho ante el público.
—Como decía, la prevención no es solo para evitar embarazos no planificados. Esto es algo que va más allá. Así como los deportistas y nutricionistas nos invitan a una vida sana a través de una alimentación balanceada y constante actividad física, o los psicólogos procuran nuestra salud mental, utilizar con consciencia los preservativos y checarse periódicamente es apostar por una vida más saludable para todos. ¿Para qué ponernos en riesgo cuando contamos con alternativas? Sabemos que esta «cultura de la prevención» flaquea desde la educación que recibimos en la escuela, o el tabú que se maneja desde el hogar.
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Sin mentiras ~ Aristemo
RomansaLa linda historia de amor de los Aristemo sufrió un revés que parece imposible de remediar. Ahora, casi 10 años después, ambos se reencuentran, pero el odio y la culpa blandean sus armas en un intento suicida por mantener alejados a ambos corazones...