Juntos ²| Jungkook

Capítulo 8

Faltar una vez en la vida a la universidad no le hacia mal a nadie, es más, hay personas que siempre han querido que no me aparezca en ningún pasillo de ninguno de los edificios de ahí.

Así mismo, cierto señor me dice en más de mil idiomas por medio de su mirada que no estoy siendo bienvenido a su casa. Piensa que tuve mucho que ver en lo que su hija ha hecho. Cuando lo ve, le dedica una gran sonrisa, basta con que se desvie a mí y me fulmine. Vamos, no es nada de el otro mundo, bueno, claro que lo es porque en un momento creí fallecer por tanta belleza; las puntas de su cabello café claro, son de un verde llamativo.

–Dime la verdad, ¿fue Jeon?

–¿Por qué siempre que estamos juntos haces demasiadas preguntas?

–Choi Seohyun – su tono es serio, muy serio.

–Quise hacerlo por mi cuenta,¿si?, no sé cuál es la gracia de echarle la culpa – se cruzó de brazos.

–Es que él, mgh, agh – sus manos se movían como si quisiera estrangular a alguien, en este caso a mi.

Siguió con ese asunto, a lo que con pasos apresurados, dejó de ver el drama que hacía su papá, dejándonos sorprendidos, en la entrada. Apenas pedíamos posada y en lo primero en lo que se fijó fue en ese detalle. No dudé en que solo dejaría pasar a Hyun y que obstruya el paso al jardín trasero.

Al poner un solo pie en la sala, la mamá de los queridos Kim repartía cosas que servían para el aseo, como si en eso se fijaría el cumpleañero: Jung Hoseok. Ah, nos está poniendo a hacer sus quehaceres, que al parecer tanto les da flojera. Claro que solo a los jóvenes presentes y a Jinho.

De reojo me daba cuenta de el señor Choi, tratando de acercarse a una, entre comillas, enojada hija...creo que entre comillas, a menos que de verdad lo esté.

–¡No entiende! – escuché al entrar a la cocina – Jungkook tiene la culpa, Jungkook aquí, Jungkook allá.

–Sabes que tiene un sentimiento muy cerca de cariño de Dong-sun hacia él. Lo que pasa es que es celoso.

Siguió a Sunhee, quién ponía los vegetales en una olla.

–Parece que más lo odia–- sé que hizo un puchero.

–Claro que no. Es sólo que – acunó su rostro – Te quiere proteger, no quiere que nada malo te pase.

–Jungkookie no es malo – eres tan adorable – El me ama – ¿por qué te quedas callada? –¿Verdad?

Oye, me duele que pienses así.

La mayor se dió cuenta a lo que quiso llegar con sus palabras, sumando de mi presencia. Sin decir algo más, salió, dejándola apoyada en la mesa.

Al estar ya en frente suyo, elevé su rostro tomando delicadamente su mentón, notando el pequeño brillo que empezaba a resaltar en sus lindos orbes. No esperé algo más, la besé, besé esos suaves labios levemente oprimidos por los pensamientos que ahora prevalecen en su cabecita.

–Te amo. ¿Escuchaste?, te amo.

–Mucho – me abrazó – Quiero entender sus celos de padre.

–Es porque le he robado a su niña.

–También su corazón.

A un centímetros de unir los labios, al percatarme de la alta figura en el marco de la puerta. No terminé de realizar el gesto, con temor a que volviera hacer una escena y terminar de enojara, eso sí no sería divertido de admirar. Me separé un poco, ahora observándola con el ceño fruncido, esa expresión que transmitió dolor.