Capítulo 16 🏵

102 22 0
                                    

¡Es doble actualización, devuelvete para el otro! Wattpad a veces (siempre) te envía al capítulo recién publicado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Es doble actualización, devuelvete para el otro! Wattpad a veces (siempre) te envía al capítulo recién publicado. Disfruta la lectura 🖤

—Mi madre es una luchadora por una simple razón —respondo sin apartar los ojos de una sonriente Heidi—: porque es mi madre.

Frederika frunce el ceño por mi respuesta. Carraspeo mi voz y aparto la vista de la hermana de Ferdinand.

—¿Solo eso? —pregunta.

—Sí, Frederika, solo eso.

—Si te soy sincera, no te entiendo —admite en voz alta, todavía sin darse cuenta de la presencia de su hija.

Muerdo el interior de mi mejilla con nerviosismo y los celos carcomiendo por dentro. ¿Qué diablos me pasa? Herman puede hacer con su vida lo que le dé la gana, pero algo —esa vena egoísta— me dice que no sea con ella ni con nadie.

—Frederika —comienzo con calma—. Una madre es el mayor tesoro que puede haber. Ella te cuida, te protege, te educa, te da los mejores consejos, se preocupa por ti y eso lo hace, además de una luchadora, el ser má importante en el mundo.

La madre de mi esposo abre los ojos, sorprendida.

—Se nota que le tienes un gran respeto a tu madre —comenta—. Eso es muy bonito de tu parte.

Me encojo ligeramente de hombros.

—Es mi madre —le digo, o me digo a mi misma—, siempre le voy a tener una inmenso amor en mi corazón.

Frederika asiente y por fin se da cuenta de la presencia de su hija en la sala. Heidi me mira con nada más que recelo, pero su sonrisa sigue estampada en el rostro. Me nace, en los más profundo de mí, quitarle esa sonrisa de una vez por todas. No puedo ni siquiera imaginarme a Herman besándose con Heidi.

Sacudo la cabeza para alejar esas cosas.

—Heidi —menciona Frederika con severidad—, ¿Qué haces escuchando conversaciones ajenas?

La interpelada parpadea continuamente y mira solo a su madre. Bien, no tengo que lidiar con su examinación en mi rostro. Ya tengo demasiados sentimientos encontrados hacia ella como para agregar otro más.

—No… —intenta a decir.

—Heidi —le interrumpe Frederika a su hija, hasta a mí me dio miedo.

—Ya me voy, madre —susurra bajando la mirada—. Lo siento mucho, no vuelvo a hacerlo ni a repetirlo…

—Bien, ¿entonces qué esperas?

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora