Capítulo 12 🏵

69 10 0
                                    

El dia de mi boda llegó más rápido de lo que esperaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El dia de mi boda llegó más rápido de lo que esperaba.

Pasé los últimos tres días rezando para que ocurriera algo y se interrumpiera la boda, así sea una desgracia, pero Dios no escuchó mis plegarias. Ahora estoy aquí, frente al espejo, con muchas mujeres intentando apretar más el corsé de mi vestido de novia para ir a la iglesia y casarme con Ferdinand.

He pasado todo el dia aguantando las ganas de llorar, de gritar y de arañar el rostro de Marianne por obligarme a hacerme esto. Aunque bueno, hipotéticamente hablando, yo también puse de mi parte porque quiero alejarme de aquí y tener algún tipo de poder sobre esa mujer que no ha hecho más nada que traerme desagracias.

Ahora más quiero irme lo más lejos de esta mansión, porque cometí el peor error de mi vida: besar a Herman. Un estremecimiento me recorre todo el cuerpo, ¿Cómo pude ser tan despistada? Lo que hicimos en el laberinto no tenía que haber sucedido. Pero para mí justificación, no me pude contener.

Lo deseo tanto que después de apartarme de él y correr a la mansión, lloré porque me dolía mi entrepierna. Jamás me había ocurrido algo como eso, pero sé que la atracción física que sentía por Herman se está convirtiendo en algo más. Y ese "algo más" no me gusta.

No ahora que ya no voy a ser una mujer libre.

—¿Siente si está muy flojo? —pregunta un chica de mi edad, frunciendo el ceño y mirándome de reojo.

Suelto un suspiro.

—No, está bien —contesto.

Marianne entra al cuarto ya vestida y con una seña hace desaparecer a todas las chicas que había en mi cuarto. Se pone detrás de mí, con su cara demacrada por los años y esa mirada ávida. Hoy debe de estar más feliz que antes.

—Si supieras lo bonita que te ves —comenta.

Ruedo los ojos.

—No me siento bonita.

—Deberías —espeta, poniendo en mi cabeza una pequeña tiara que no vale nada de dinero—. Ferdinand te eligió a ti, y no a otra mujer.

—¿Porque me eligió Ferdinand debo sentirme bonita? —inquirí, levantando una ceja.

—Por supuesto.

—De ahora en adelante no me voy a sentir bonita —refunfuño.

—No es tan malo. —Me sisea Marianne en el oído—. ¿O sí? Él es atractivo y cariñoso.

Aprieto los ojos cuando ella pone el velo cerca de la tiara. La tela me tapa un poco la vista pero no en lo absoluto. Evito respirar para no ahogarme y me giro, encarando a la mujer que me dio la vida. No soporto verla por mucho tiempo, sea quien sea ella en mi vida, me da asco solo mirar su cara.

—Por lo mismo, madre —repongo—. Ferdinand es bueno, y él piensa que yo en verdad estoy enamorada de él. No puedo hacerle eso, no quiero imaginar cuando se entere que solo me estoy casando por su dinero.

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora