Capítulo 25 🏵

84 1 0
                                    

Todos caminan a mí alrededor, sin observarme, pensando en qué hacer con el tema más importante de ahora: yo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todos caminan a mí alrededor, sin observarme, pensando en qué hacer con el tema más importante de ahora: yo. Quedo aferrada al brazo de Derek y me permito mirar los rostros de los que quedaron en la habitación:

Ferdinand está impaciente, moviéndose de un lado a otro, resistiendo las ganas de venir hacia mí. Nunca lo había visto tan preocupado por algo y no sé cómo comportarme al respecto.  Aunque, en mi mente, logro deslumbrar cierto sentimiento terrorífico hacia él…

Sacudo la cabeza. No es momento para pensar en lo que siento por Ferdinand.

La tal Kerstin y Herman se encuentran también en la habitación. Ella no me convence del todo, parece genuinamente preocupada y desconcertada por lo que acabo de decir, pero presiento y percibo que es solo para ganarse el afecto de mi esposo. Y Herman, todavía sigue sorprendiéndome su estancia en este lugar.

Temo que algo suelte lo que nosotros hacemos en esta casa estando yo casada.

—Derek… —musito de nuevo, insistente—. Sé que algo pasó con Gretchen, lo siento en mi pecho.

Mi primo niega.

—No puedo decirte nada hasta que el doctor venga —replica—. ¿Acaso no entiendes que perdiste la memoria, retrograda? Tu mente ahora está débil y sería imprudente de mi parte soltar una bomba como esa.

—Entonces sí le pasó algo —afirmo temblorosa—. Algo malo.

No es que no me importe la seguridad de Gretchen, y que casi siempre vivimos en guerra, pero es mi prima y la quiero de alguna forma.  Me aterra pensar que algo le pasó y yo no me acuerdo por esta amnesia inoportuna.

—Cielo, cálmate —Ferdinand se pone en mi otro lado y toma mi mano con delicadeza—. Sé paciente y espera que llegue el doctor.

Inhalo hondo.

—Yo no quiero que ningún doctor venga —puntualizo—. Quiero me que digan lo que está pasando. ¡Ya estoy harta de tanto silencio!

Derek rueda los ojos.

—Allá tú —le dice a mi marido—, sigue siendo terca aunque no le sirva el cerebro.

Puedo notar que está tenso, y no precisamente por mi estado actual.

—Margaret —murmura Ferdinand—, no sabemos muy bien lo que acaba de pasarte. Tenemos que estar seguros antes de decirte cualquier cosa.

Cierro los ojos.

—Estoy asustada.

—Lo sé, te entiendo —se apresura a decir—. Yo también lo estoy.

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora