Capítulo 23 🏵

79 1 0
                                    

Yo soy la mujer de Ferdinand, lo quiera o no, él es mi esposo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yo soy la mujer de Ferdinand, lo quiera o no, él es mi esposo. Mío. Ninguna mujer va a venir a hablar personalmente con él sin que yo esté presente.

Arreglo mi cabello peinándolo con mis dedos, preparándome para conocer a la famosa Kerstin. Esa mujer ha sido tema de que hablar en tan solo pocos días. No tengo una buena impresión de ella, sobre todo con lo que hizo con Ferdinand. Agh, pensar que tuvieron intimidades sin haberse casados me revuelve el estómago.

—¿Kerstin? —cuestiona Adler apenas la ama de llaves se va—. ¿La Kerstin de…?

Ferdinand lo interrumpe:

—Sí, esa misma.

—Creí que estaba desaparecida.

—Nadie supo donde se fue después de lo que pasó —le dice Ferdinand—. ¿Por qué te arreglas tanto, Margaret?

Sé que parezco una maniática, pero ya tengo en mente lo que quiero hacer. Nadie me va a cambiar de opinión. Absolutamente nadie.

—¿Para qué más, Ferdinand? —Le devuelvo la pregunta—. Hay que recibir a la invitada, sería descortés de mi parte no hacerlo.

Comienzo a caminar hasta la puerta del despacho, seguida por Ferdinand.

—No creo que sea conveniente que… —Se apresura a decir.

Me giro.

—No te preocupes, Kerstin es una invitada —musito tranquila—. ¿Qué te preocupa a ti, Ferdinand?

—Lo que pueda pasar en la sala —contesta.

Frunzo el ceño.

—¿Y qué crees que pueda pasar?

—Tu mujer tiene razón, Ferdinand —interviene Adler—. No sé por qué te preocupas, no hay nada que temer. La alteración está de más.  

—¿O sí? —pregunto mirándolo directamente a los ojos.

Ferdinand se mantiene un segundo en silencio, luego niega.

—Por supuesto que no hay nada que temer —toma mi brazo y lo enrolla con el suyo—. Me parece intrigante el motivo por la que está aquí. Hace mucho tiempo que se había ido.

Dejo de aguantar la respiración cuando salimos del despacho.

—¿De verdad nunca la intestaste contactar? —inquiero.

Ferdinand vacila un momento.

—No hubo razón para hacerlo.

—Fue tu amante —le recuerdo con voz agria.

Decirlo en voz alta arde más que pensar e imaginarse lo que pudo haber pasado entre ellos. Lo hace más real, más vivo. Comprendo que Kerstin estuvo en la vida de Ferdinand antes que yo, mucho antes, pero no cambia el hecho de que  pienso que vino aquí simplemente para seguir con esa aventura.

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora