Capítulo 28 🏵

76 1 0
                                    

Noto las pulsaciones en mis sienes, mientras miro a Derek

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Noto las pulsaciones en mis sienes, mientras miro a Derek. ¿Gretchen puede aparecer de nuevo? Me sorprende la sensación de alivio y esperanza que albarca mi pecho. No puedo evitarlo: sonrío y suelto un suspiro liberador. Una buena noticia en medio de esta guerra. Ojalá ocurrieran más cosas así para que la locura no me consuma por completo.

Ferdinand se levanta a regañadientes y examina con más atención la tarjeta.

—¿Dónde has encontrado esto? —inquiere.

Derek, incapaz de mantenerse quieto, le responde:

—Mallory ha estado fuera dos días —nos informa—. Me arriesgué a entrar a su habitación y encontré eso bien guardado. Se me hace sospechoso. ¿Qué tan importante es esta tarjeta para resguardarla de esa manera? Además, el lugar que lees ahí es el mismo donde trabaja el hombre que la compró.

La esperanza se hace añicos y la angustia la sustituye. No hay nada de bueno en esa noticia. Existe la posibilidad de que Gretchen esté siendo violada y abusada por ese señor que ya se ha ganado mi odio.

—¿Y qué te hace creer que Gretchen esté ahí? —pregunta Ferdinand de nuevo, renuente.

—El mensaje que hay en la parte de atrás —responde rápidamente, haciendo un mohín con la boca—. Mira lo que dice.

Ferdinand le da la vuelta a la tarjeta y ojea con cauta lo que dice. Veo que el rubor natural en sus mejillas se pierde y como su nuez de Adán se mueve de arriba hacia abajo con nerviosismo. ¿Qué rayos ocurre?

Mi esposo levanta la mirada horrorizado.

—Esto es muy malo, Derek —menciona incrédulo.

Derek asiente.

—No quiero perder las esperanzas, pero cada vez que recuerdo esas palabras me preocupo —admite—. ¿Quién me niega rotundamente que en este momento no la estén violando? Lo creo capaz de todo.

—Ahora que leo esto, yo también.

Carraspeo, para no pasar desapercibida.

—¿Qué dice la tarjeta? —pregunto ansiosa.

Ellos comparten una mirada.

—Margaret, no creo… —intenta decir Derek.

Levanto una mano para callarlo, molesta. ¿Qué pretende este idiota?

—Me metiste en esto, Derek —le recuerdo bruscamente—. Tengo el derecho de ver lo que dice esa tarjeta. Me pediste tu ayuda y te la ofrecí, y aunque no lo creas, también estoy preocupada en lo que respecta este tema. Es completamente justo que quiera informarme.

—Querida, no quisiera recordarte lo que te pasó hace unos días —interviene Ferdinand—. Deja que nos ocupemos nosotros y tú preocúpate por estar tranquila. Has estado pasando por mucho.

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora