Capítulo 5 🏵

111 32 0
                                    

Después de unos tres días la casa está completa y absolutamente decorada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de unos tres días la casa está completa y absolutamente decorada.

Las entradas de la mansión nunca antes habían estado tan limpias y hermosas. Las paredes de la casa tampoco llena de luz. Es como si Marianne estuviera dándome un mensaje: esto va enserio. Puedo hasta escuchar su viborea en mis oídos con insistencia. Ahora no me queda dudas que tengo que seguir toda al pie de la letra como lo lleva planeado, si no quiero que me pase algo que pueda matarme.

Estos últimos días la pasé en el laberinto, disfrutando ver como volvía a la vida. Los arbustos grandísimos tienen combinaciones de rosas rosadas, amarillas y rojas. Además, por algunos lugares, margaritas como las que me guían cuando voy a la parte de la cocina. Herman le encargaron de dejar partes en el laberinto para poner pequeños faros que iluminen los pasillos.

Resulta ser que el laberinto va a ser una especie de destino turístico para los invitados. Es increíble que mi cueva mágica (si, así le puse) ya no va a ser solo mía sino de malditos aristócratas que van a besuquearse o tener intimidad. Lo sé. Lo sé. La gente hoy en dia no puede contenerse.

Lo que más lamento de todo esto es que el dia pasó con rapidez.

Mi reflejo en el espejo de cuerpo completo es cubierto por un hermoso vestido. Lo elegí basándome en lo que quería mi madre, para que no hubiera problemas con Hannah. Hace muy bien su trabajo para estropearlo con mi inmadurez.

―Con esa cara no vas a conseguir ni al indigente ―replicó Gretchen, detrás de mí.

Sigo con mi mejor cara de palo.

―Ni que me importara.

―Pues te va a importar, y mucho ―murmuró ella, posando el cinturón por mi vientre―. Mete la barriga.

Hago lo que me pide y luego siento como empieza a apretar el cinturón en mi vientre.

―Dios mío, estás gorda.

Me encojo de hombros.

―Como mucho ―corroboro.

Ata los últimos tirones y deja soltar una exhalación falsa.

―Agradece que tienes bonita cara ―me espetó con franqueza―. Porque con ese cuerpo…

―Deja la envidia.

―Envidia te tenía cuando tenías curvas. ―Me mira de arriba abajo―. Ahora no tienes nada.

―La apariencia no me importa ―admito, junto a otro encogimiento de hombros.

―Debería importarte ―dijo tranquila―. Eres una Schmidt, y perteneces al linaje de los Albrecht.

Alzo levemente la barbilla. Con esas palabras cualquiera se sentiría halagado. Son dos familias poderosas y ricas que se unieron con el fin de provocar envidia en las demás familias. El único problema ahora es que se murió un heredero de la familia Schmidt, y eso puede causar muchos disturbios ya que mi padre era quien más dinero ganaba.

CÓNYUGE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora