Capítulo Trece.

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Continuación del capítulo doce.

La pareja de chicos seguían en el aula, el pelinegro esperando la respuesta del contrario.

Se podía notar a kilómetros lo nervioso que el joven Tozier estaba, pues hace algunos minutos le había preguntado tal cosa.

En cambio Kaspbrak, él simplemente no sabía qué decir. Saldrían a comer, ellos nada más. Solos.

Finalmente Eddie asintió con la cabeza, viendo hacia el suelo con las mejillas sonrojadas.

Richie sonrió de oreja a oreja, quería esforzarse y darle una buena tarde al chico.

Entonces vámonos ya, Eds. Estoy muriendo de hambre. – Habló el azabache, sin ver que al castaño le faltaba guardar algunas cosas.

Pero, uhm. Richie, ¿qué le diré a mi mamá? No puede verme cerca de ti. – Avisó el pecoso con cierto tono de tristeza en su voz.

No tiene porqué saber que saldrás hoy. – Sonrió de forma burlona.

No muy convencido el asmático aceptó, suspirando a la vez que guardaba sus útiles.

Al cabo de un par de minutos el dúo iba camino a la salida del colegio, Tozier abrió la gran puerta para Kaspbrak.

Y, ¿qué comeremos, Rich? – Preguntó sin dejar de caminar y observar sus manos, ahora sus uñas tenían un color celeste.

¿Qué quieres comer? – Respondió con otra pregunta, amable.

Eso le gustaba a Eddie, la caballerosidad que Richie tenía con él, y sólo con él.

El menor ya había notado los pequeños cambios que Tozier tiene cuando está con sus amigos, por ejemplo el bocazas siempre bromea con haberse cogido a la mamá de Stanley o a veces comía y les enseñaba lo que tenía en la boca.

Para Kaspbrak todo eso era gracioso y se preguntaba el porqué Richie no era así con él.

Quiero una pizza, ¿está bien? – El pecoso contestó.

El azabache asintió, tomando de la mano al castaño.

Este último sintió su estómago incendiarse, al igual que su rostro.

Por suerte ya estaban fuera del colegio, solos, caminando por la vereda.

Ya se encontraban sentados en la mesa más remota del establecimiento, ya que de vez en cuando recibían algunas miradas confundidas.

Su orden era la 78, mientras que iban en la 61. Eso le dió a Richie tiempo para conversar con el pequeño, conocerlo.

La pequeña mano del ojimarrón estaba casi oculta por una suave tela color azul al igual que todo su hoodie, haciendo una linda combinación entre este mismo y sus uñas.

Tozier sonrió sin apartar la vista del contrario, haciendo que este sonriera también, nervioso.

Gracias por aceptar venir, Eddie. – Dijo el de gafas.

Pink nails ¦ Reddie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora