Capitulo XXXIX

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En la segunda semana de mayo, las tres semanas participó juntas de la calle Gracechurch, en dirección a la ciudad de ——, en Hertfordshire. Al llegar cerca de la posada en donde tenía que esperarlas el coche del señor Bennet, vieron en seguida, como una prueba de la puntualidad de cochero, Catherine y Lydia que estaban al acecho en el comedor del piso superior. Habían pasado casi una hora en el lugar felizmente ocupado en visitar la sombrerería de enfrente, en contemplar la centinela de guardia y en aliñar una ensalada de pepino.

Después de dar la bienvenida a sus hermanas les exitosamente triunfalmente una mesa dispuesta con todo el fiambre que puede encontrar normalmente en la desesperación de una posada y exclamaron:

––¿No es estupendo? ¿No es una sorpresa agradable?

––Queremos convidaros a todas ––añadió Lydia––; pero tendréis que prestarnos el dinero, porque acabamos de gastar el nuestro en la tienda de ahí fuera.

Y, enseñando sus compras, agregó:

––Mirad qué sombrero me compró. No creo que sea muy bonito, pero pensé que lo mismo daba comprarlo que no; Lo desharé en cuanto lleguemos a casa y veré si puedo mejorarlo algo.

Las hermanas lo encontraron feísimo, pero Lydia, sin darle importancia, respondieron:

––Pues en la tienda había dos o tres mucho más feos. Y cuando comprendes un raso de un color más bonito, lo arreglas y creo que no quedará mal del todo. Además, poco importa lo que llevamos este verano, porque la guarnición del condado se va de Meryton dentro de quince días.

––¿Sí, de veras? ––Exclamó Elsa satisfechísima.

––Van a acampar cerca de Brighton. A ver si papá nos lleva allí este verano. Sería un plan estupendo y costaría muy poco. A mamá le apetece ir más que ninguna otra cosa. ¡Imaginad, si no, qué triste verano nos espera!

«Sí –pensó Elsa––, sería un plan realmente estupendo y muy propio para nosotras. No nos faltaría más que eso. Brighton y todo un campamento de soldados, con las trastornadas que ya nos han dejado un regimiento mísero y los bailes mensuales de Meryton ».

––Tengo que daros algunas noticias ––dijo Lydia cuando se sentó a la mesa–. ¿Qué creéis? Es lo más sensacional que podáis imaginaros; una nueva importante acerca de cierta persona que a todas nos gusta.

Jane y Elsa se miraron y dijeron al criado que ya no lo necesitaban. Lydia se rió y dijo:

––¡Ah !, eso revela vuestra formalidad y discreción. ¿Creéis que el criado iba a escuchar? ¡Como si le importase! Apostaría a que oye a menudo cosas mucho peores que las que voy a contaros. Pero es un tipo muy feo; me alegro de que se haya ido ido; nunca ha visto una barbilla tan larga. Bien, ahora vamos a las noticias; se consideró a nuestro querido Wickham; son demasiado buenas para el criado, ¿verdad? No hay peligro de que Wickham se case con Mary King. Nos lo reservamos. Mary King se ha marchado a Liverpool, una casa de su tía, y no volverá. ¡Wickham está a salvo!

––Y Mary King está a salvo también ––añadió Elsa––, una salva de una boda imprudente para su felicidad.

––Pues es bien tonta yéndose, si le quiere.

––Pero supongo que no tendremos mucho amor entre ellos ––dijo Jane.

––Lo que es por parte de él, estoy seguro de que no; Mary nunca le importó tres pitos. ¿Quién podría interesarse por una cosa tan asquerosa y tan llena de pecas?

Elsa se escandalizó al pensar que, aunque ella era incapaz de considerar similarmente ordinaria, el sentimiento no era muy distinto del que ella misma había abrigado en otro tiempo y admitido como liberal.

Orgullo y Prejuicio ||Jelsa||adaptacion||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora