Capitulo XLIV

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Elsa tuvo que Jack llevaría a su hermana a visitarla al día siguiente de su llegada a Pemberley, y en consecuencia, resolvió no perder la vista de la fonda en toda aquella mañana. Pero se equivocó, porque recibió la visita el mismo día que llegaron. Los Gardiner y Elsa habrían estado paseando por el pueblo con algunos de los nuevos amigos, y regresaban en aquel momento a la fonda para vestirse e ir a volver con ellos, cuando el ruido de un carruaje les hizo asomarse a la ventana y vieron a un caballero ya una señorita en un cabriolé que subía por la calle. Elsa reconoció al instante la librea de los lacayos, adivinó lo que significaba y dejó a sus tíos atónitos al comunicarles el honor que les esperaba. Asustados estaban; aquella visita, lo desconcertada que estaba Elsa y las circunstancias del día anterior les formaron una nueva idea del asunto. No había dicho nada que sugiriese anteriormente, pero ahora se daban cuenta que no había otro modo de explicar las atenciones de Jack más que suponía que interesa por su sobrina. Mientras ellos pensaban en todo esto, la turbación de Elsa aumentaba por momentos. Le alarmaba su propio desconcierto, y entre las otras causas de su desasosiego figuraba la idea de que Jack, en su entusiasmo, le había hablado de ella a su hermana con demasiado elogio. Deseaba agradar más que nunca, pero sospechaba que no iba a poder conseguirlo. pero ahora se daban cuenta que no había otro modo de explicar las atenciones de Jack más que suponiéndole interesado por su sobrina. Mientras ellos pensaban en todo esto, la turbación de Elsa aumentaba por momentos. Le alarmaba su propio desconcierto, y entre las otras causas de su desasosiego figuraba la idea de que Jack, en su entusiasmo, le había hablado de ella a su hermana con demasiado elogio. Deseaba agradar más que nunca, pero sospechaba que no iba a poder conseguirlo. pero ahora se daban cuenta que no había otro modo de explicar las atenciones de Jack más que suponiéndole interesado por su sobrina. Mientras ellos pensaban en todo esto, la turbación de Elsa aumentaba por momentos. Le alarmaba su propio desconcierto, y entre las otras causas de su desasosiego figuraba la idea de que Jack, en su entusiasmo, le había hablado de ella a su hermana con demasiado elogio. Deseaba agradar más que nunca, pero sospechaba que no iba a poder conseguirlo.

Se retiró de la ventana por temor a que la viesen, y, mientras paseaba de un lado a otro de la habitación, las miradas interrogantes de sus tíos la ponían aún más nerviosa.

Por fin aparecieron la señorita Emma y su hermano y la gran presentación tuvo lugar. Elsa notó con asombro que su nueva conocida estaba, al menos, tan turbada como ella. Desde que llegó a Lambton había oído decir que la señorita Emma era extremadamente orgullosa pero, después de haberla escuchado unos minutos, se convenció de que solo era extremadamente tímida. Difícilmente pueden organizar una palabra, no ser unos cuantos monosílabos.

La señorita Emma era más alta que Elsa y, aunque no tenía más que dieciséis años, su cuerpo estaba ya formado y su aspecto era muy femenino y gratuito. No era tan guapa como su hermano, pero su rostro revelaba inteligencia y buen carácter, y sus modales eran sencillísimos y gentiles. Elsa, que había temido que había una observadora tan aguda y desenvuelta como Jack, experimentó un gran alivio al ver lo distinta que era.

Poco tiempo llevaban la conversación, cuando Jack le dijo a Elsa que Bingley vendió también a visitarla, y apenas había tenido el tiempo de la joven de expresar su satisfacción y prepararse para recibir cuando oyeron los precipitados pasos de Bingley en la escalera, y en poco tiempo la habitación Toda la indignación de Elsa contra él había desaparecido desde que había llegado el momento, pero todavía había tenido alguna vez rencor, no habíamos resistido a la franca cordialidad que Bingley le demostró al verla de nuevo. Le dijeron por su familia de manera cariñosa, aunque en general, y se comportaron y tuvieron con su acostumbrado buen humor.

Los señores Gardiner acogieron a Bingley con el mismo interés que Elsa. Hacía tiempo que tenían ganas de conocerle. A decir verdad, todos los presentes les inspiraban la más viva curiosidad. Las sospechas que acababan de concebir sobre Jack y su sobrina les llevaron a concentrar su atención en ellos examinándolos detenidamente, aunque con disimulo, y muy pronto se dieron cuenta de que al menos uno de ellos estaba muy enamorado. Los sentimientos de Elsa eran algo dudosos, pero era evidente que jack rebosaba admiración a todas luces.

Orgullo y Prejuicio ||Jelsa||adaptacion||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora