Cinco años después...
Narra Kirishima
—cinco años han pasado y aún no he sabido nada de Takafumi. En estos momentos nuestro hijo tiene esa misma edad y debe estar en el preescolar. Quiero tanto tenerlo cerca de mí y poder decirle lo arrepentido que estoy de haberlo abandonado cuando él más me necesitó. Espero poder encontrarlo pronto y arreglar las cosas con él.
Hace poco contraté a un detective para que me ayude a saber sobre el paradero de Takafumi. No he tenido noticias, pero espero tenerlas pronto.
***
—buenos días, señor Kirishima—saludó el joven detective entrando por la puerta de la casa.
—buenos días, Takumi. Hoy llegas temprano. ¿A qué debo el honor? ¿Tienes alguna noticia sobre Takafumi?—preguntó el castaño impaciente.
—así es. Vine a darte la información que me pediste. Sé dónde vive. Es un lugar bastante apartado de la ciudad. Vive solo, con su pequeño hijo de cinco años. Aquí tienes la dirección—le entregó una pequeña carpeta con toda la información. Kirishima la tomó con ansias.
—muchas gracias por todo. Aquí tienes tu paga—le entregó un sobre amarillo y el chico lo recibió.
—gracias a usted. Con su permiso, me retiro—hizo una pequeña reverencia y salió del lugar.
—prepárate Takafumi, iré por ti—habló el castaño con decisión.
***
Narra Kirishima
—caminé lejos de donde vivo. Como ya le había dicho a Sakura antes, no viviríamos juntos, aunque estuviéramos casados. Hiyori tiene 5 años, la misma edad que el hijo de Takafumi. Quiero conocerlo y saber más de él. Subí a mi automóvil y conduje hasta la casa de Takafumi, me estacioné algunas cuadras más atrás y me senté en una banca de un pequeño parque. Miro a las señoras pasar con sus hijos en brazos o ayudándolos a mecerse en los columpios.
Me da un poco de miedo pensar en la cara que pondrá Takafumi cuando me vea. Ciertamente, estoy entrando en pánico. Lo mejor será que me vaya. No tengo el suficiente valor como para enfrentarlo. Debería irme y dejarlo en paz.
Permanezco sentado en mi sitio, pero algo a lo lejos capta mi atención: un chico peli azul viene con un niño pequeño de unos 5 años, lo lleva tomado de la mano. El niño se zafa de su agarre y corre hacia la resbaladilla. El peli azul va tras él y sujeta su mano mientras desciende por aquel juego. Así fue aproximadamente seis veces, hasta que cambiaron de juego, ahora hacia los columpios, el pequeño se sienta y el peli azul lo empuja con extremo cuidado.
—¡más fuerte, mamá!—exclama el niño y el adulto lo hace con un poco más de fuerza.
—no con tanta fuerza, mi amor. Te puedes lastimar—responde el peli azul y sigue empujando de manera muy suave.
Ambos se ven tan felices y llenos de vida. Parece que mi ausencia no les afecta en lo más mínimo. No será necesario que yo hable con él para tratar de enmendar mis errores. No volveré a pasar por aquí. Me levanto de mi sitio, pero me sorprendo al ver que el peli azul me mira. Una mirada seria y hasta cierto punto, resentida. Lo entiendo, no soy bienvenido y lo mejor será que me vaya por donde vine.
Narra Yokozawa
—es imposible que él esté aquí. ¿Cómo demonios fue que me encontró? ¿En verdad es él? No es posible. ¿Viene aquí después de 5 años? No me lo creo.
—Saeki—llamo a mi hijo para que deje de jugar y se acerca a mí de manera apresurada.
—¿qué pasa, mami?—pregunta agitado y tiene sus mejillas rojas.
—tenemos que ir a casa ya. Recuerda que Sorata está solo en casa y no es bueno que esté tanto tiempo solo, se puede poner triste. Vamos a casa y ahí podrás jugar con él, ¿qué te parece? Mamá tiene que atender algunos asuntos, así que te quedarás solo unos minutos, prometo no tardarme—le expliqué a mi niño y ambos nos dirigimos a nuestro hogar, no queda muy lejos así que regresamos caminando. Dejé a mi hijo jugando con el gato y después salí a buscar a ese sujeto. ¿Qué viene a buscar?
Caminé hacia el parque y lo vi de nuevo, sentado en la banca de hace unos momentos. Me dirigí hacia él y me planté justo enfrente.
—¿qué es lo que vienes a buscar?—le pregunte de manera seria y me crucé de brazos.
—¿podemos hablar?—¿quiere hablar?
—¿en serio quieres hablar? Qué descaro de tu parte. ¿Por qué no mejor te largas? Regresa por donde viniste y déjame en paz—le pido con una mirada seria.
—por favor—me suplica con nerviosismo. ¿Por qué está nervioso?
—dime todo lo que me tengas que decir y después vete. No tengo todo el día—hablé sin mirarlo a los ojos y después me senté a su lado.
—perdóname—murmura con la mirada baja. ¿Escuché bien? ¿Me acaba de decir que lo perdone? Debe estar mal de la cabeza.
—¿por qué vienes a decirme todo esto después de 5 años?—le reprocho.
—Y-Yokozawa...
—¡habla!—le exigí con la poca paciencia que me queda. Me mira con tristeza, pero yo ni siquiera me inmuto.
—sé que lo que sucedió hace 5 años fue un error. Nunca debí tratarte como lo hice. Pero entiéndeme, yo estaba celoso, creía que en realidad me estabas engañando con Takano. Y por un momento creí, que el bebé que esperabas era de él—se atrevió a confesar.
—qué poca confianza me tienes entonces. Porque ni siquiera me dejaste explicarte lo que había pasado en realidad. Solamente me echaste de tu casa y me dijiste que no regresara—exprese sintiendo un terrible dolor en mi corazón, pero me mostré sereno y lo miré con el ceño fruncido.
—en verdad lo siento—se lamentó.
—¿y qué es lo que buscas al venir hasta acá? ¿Esperas que me lance a tus brazos? ¿Me viste cara de puta o algo parecido?
—yo... quiero conocer a mi hijo.
—JA. Imposible, mi hijo no tiene padre, solamente me tiene a mí que soy su madre. Mejor regresa por donde viniste y déjame a mí y a mi hijo en paz. Hasta nunca—me levanto para alejarme de él, pero me toma de la mano y se arrodilla frente a mí.
—¿q-qué se supone que estás haciendo? Levántate—le ordené y lo miré con el ceño fruncido. Él no desvío su mirada, al contrario, era más penetrante que la mía, por lo que tuve que desviar la mirada sonrojado. ¿Cómo demonios logró este idiota que volviera a sonrojarme por él?
—te lo suplico. Tardé 5 años para poder encontrarte, por favor no me hagas esto. Sólo déjame ver a mi hijo—me miró con suplica. ¡Ah! Lo tendré que hacer para quitármelo de encima.
—está bien—accedí—, pero que te quede claro que lo hago por mi hijo—Kirishima me sonrió y se reincorporó, sólo para tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos.
—¿q-qué estás haciendo?—me sonrojé y traté de alejarlo de mí, pero sólo conseguí que me tomara con más fuerza.
—solamente quiero recuperar tu amor—me miró con una sonrisa. Estúpido.
—cállate. Deja de decir esas cosas—como sea, llegamos a la casa e hice que me soltara para poder abrir la puerta, pero al poco rato, volvió a sujetar mi mano.
Encontré a mi niño jugando con Sorata en el patio, me pone tan feliz verlo así. Cuando me vio, corrió hacía donde estábamos.
—¿quién es ese señor?—señala a Kirishima—, ¿y por qué te toma de la mano? ¿Es tu novio? ¿Es mi papá?—preguntó mi niño de forma inocente y es ahí donde me doy cuenta de que Kirishima aún me toma de la mano. Lo suelto en ese mismísimo instante. Tengo tantas ganas de matarlo. No debió haber hecho esas cosas frente a mi hijo.
—n-no mi amor. Él es solamente un amigo de mamá, ¿verdad?—le pregunto a Kirishima.
—así es. Solamente soy su amigo, mi nombre es Kirishima Zen. Un placer conocerte pequeño—esboza una sonrisa y mi hijo le responde.
—un gusto conocerte. Yo me llamo Yokozawa Saeki. Tengo 5 años—mi pequeño extiende su mano y Kirishima le extiende la suya.
—mami—camina hacia mí y extiende sus brazos para que lo cargue.
—¿qué pasa, mi hermoso bebé?—lo tomo entre mis brazos y acaricio su hermosa carita.
—¿hoy podemos comer helado?—¿cómo puedo decirle que no a esa hermosa carita?
—claro que sí, mi amor. ¿De qué sabor lo quieres?
—¡de chocolate!—exclamó con emoción.
—muy bien, de chocolate será. Pero será después de la cena. Ahora, vamos adentro—le hice una seña a Kirishima para que se despidiera de Saeki y después se fuera.
—¿también se puede quedar tu amigo?—me preguntó de manera inocente.
—no, yo no puedo quedarme. Tengo algunos pendientes que debo atender, pero...
—dile que se quede, mami—me suplicó mi niño. ¡Maldición! Sólo lo hago para ver a mi hijo contento.
Me acerqué a él y deje que antes mi hijo se adelantara.
—de una vez te lo digo, solamente lo hice para ver a mi hijo feliz, pero que te quede claro, tú y yo no tenemos nada—lo miré con un poco de odio.
—en verdad no me puedo quedar, yo...
—¿no escuchaste a Saeki? Él quiere que te quedes, si le dices que tienes que irte, lo vas a destrozar, ¿es lo que quieres?
—está bien—murmuró.
—anda, entra—lo invité a entrar a la casa y él me miró.
—gracias—susurró. ¿Por qué me agradece? ¿Por contenerme las ganas de golpearlo? Es un idiota.
—¿podemos jugar en lo que haces la cena?—me pregunta mi niño.
—¿jugar? ¿Quiénes van a jugar?—le pregunto.
—Kirishima y yo, ¿podemos?—me mira con suplica.
—está bien, pero sólo un rato. Después vendrán a cenar—acepté y me dispuse a preparar todo lo que iba a usar para hacer la cena.
—¡vamos, Kirishima!—tomó la mano de Zen para que lo siguiera hasta su habitación.
—¡voy detrás de ti!—exclamó Zen con alegría y corrió detrás de Saeki.
***
—Kirishima—lo llamó el pequeño mientras ambos miraban la televisión.
—dime—le respondió con voz dulce.
—¿de dónde conoces a mi mamá?
—pues... ambos trabajamos en la misma empresa—trató de sonar convincente.
—¿son buenos amigos?
—así es, nos conocemos desde la universidad.
—¡la cena está lista!—se escuchó la voz de Takafumi desde la cocina.
—vamos a comer. Después podemos seguir jugando—respondió el castaño mayor y Saeki apagó la pequeña televisión para después ambos bajar las escaleras y dirigirse hasta el comedor.
—lávense las manos—ordenó el peli azul. Los dos castaños obedecieron y caminaron a lavar sus manos.
Cuando terminaron, Zen se sentó en uno de los lugares, al lado de Saeki.
—a ver esas manos—pidió el peli azul y el pequeño le enseño sus manitas.
—ya me las lavé, mami—el niño le mostró sus manos y el peli azul le sonrió.
—muy bien, ve a sentarte—el pequeño sonrió y fue a ocupar su lugar en la mesa.
Takafumi sirvió los platos y todos se sentaron a comer.
—que aproveche—dijeron los tres al mismo tiempo y se dispusieron a comer.
Takafumi comenzó a platicar con su hijo mientras el castaño los miraba y comía.
Terminaron su cena y después comieron el postre. El niño parecía no tener sueño y continuó platicando y jugando hasta que por fin sus pilas se agotaron.
—¿ya tiene sueño mi bebé?—preguntó Takafumi de forma dulce y cargó al pequeño cuando este estaba sentado en el sillón y mirando la televisión. El niño solamente lo miró con sus ojos un poco entrecerrados y soltó un ligero bostezo.
—bien, hora de ir a dormir—lo tomó entre sus brazos y acomodó su cabeza en su hombro.
—Kirishima, nos vemos—se despidió el pequeño y estiró su manita.
—nos vemos, pequeño—se despidió también el castaño mayor.
Dicho esto, Takafumi subió a la habitación del pequeño castaño, lo depositó en su cama y lo arropó.
—dulces sueños—se despidió el peli azul y le dio un beso en la mejilla para después encender su lámpara de noche y salir cerrando la puerta. Bajó las escaleras y caminó hacia la sala. Estaba inspeccionando la casa para ver si el castaño seguía dentro. No vio a nadie y respiró aliviado.
—hola—murmuró el castaño desde atrás y posó su barbilla en el hombro del peli azul.
—¡ahhhh! ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Me quieres matar?—exclamó el peli azul poniendo su mano sobre su pecho.
—lo siento, ¿te asuste?—lo miró con falso arrepiento.
—cállate. ¿Por qué no te has ido de mi casa? Saeki ya está dormido. Deberías irte ya.
—aún no quiero irme. Tengo que hablar contigo—murmuró y se aproximó al peli azul para acorralar su cuerpo contra la pared.
—¿qué estás haciendo? No me toques—respondió asustado y trató de evitar la mirada libidinosa del mayor.
—¿ya no me amas?—cuestionó con la mirada triste.
—JA. ¿Qué si te amo? No digas estupideces. Deja de hacerte el importante—le respondió sin mirarlo a los ojos.
—no te creo. Dime, ¿estás saliendo con alguien?—cambió el semblante a uno más serio.
—eso es algo que a ti no...
Las palabras se quedaron atoradas en su garganta al sentir los cálidos labios del castaño cubriendo los suyos, eran muy suaves al tacto y se sentían muy cálidos. Su mente se veía incapaz de procesar aquello y se sintió con la libertad de enredar sus brazos en el cuello ajeno, haciendo así el ósculo más profundo. Kirishima se sorprendió, pero solamente se aferró a la cintura del peli azul.
Kirishima dejó un momento los labios del menor y se deslizó hasta su cuello, besándolo ligeramente.
—ahhh... E-espera... Esto... Saeki, nos puede escuchar—trató de callar sus gemidos cuando el castaño besó y mordió su oreja, dejando un camino de besos desde el cuello hasta el hombro y deslizándose un poco a su clavícula.
—entonces deberíamos ir a otro lugar—no dejó al otro ni protestar y ambos subieron hasta la habitación del peli azul.
—¿cómo sabes dónde está mi habitación?
—Saeki me lo dijo—respondió con sinceridad. No estaba mintiendo, el pequeño le había enseñado personalmente la habitación del peli azul.
—no te creo. Pero está bien, esa es tu especialidad, ¿no? Mentir y desconfiar de los demás—escupió con resentimiento.
—no hables así. Yo jamás hice algo como eso—miró al peli azul y volvió a abrazarlo de la cintura. Takafumi evitaba a toda costa la mirada del mayor, pero este lo cargó un poco y cuando estuvieron en la habitación, lo depositó en el colchón. Kirishima se posicionó encima suyo y sujetó su rostro con sus dos manos, Takafumi trató de apartarlo, pero sus fuerzas eran menores.
—perdóname, Takafumi. Nunca fue mi intención hacerte sufrir de esta manera—se disculpó el mayor.
—yo ya te perdoné desde hace un tiempo, pero eso no significa que lo olvidé. Ese día me destrozaste, me despreciaste, me humillaste y me echaste de tu casa. Me dijiste que yo para ti ya estaba muerto. No sé si lo que me estás diciendo es verdad. Pero yo no quiero salir herido de nuevo. Tengo miedo de enamorarme y que vuelvan a lastimarme como tú lo hiciste—expresó el peli azul con lágrimas en los ojos.
—¿estás saliendo con alguien?
—no estoy saliendo con nadie, ¿contento?—habló con fastidio.
—no salgas con nadie—habló con la mirada seria.
—¿y tú quién te crees para darme ese tipo de órdenes?
—te prometo que haré lo que sea para que me perdones y vuelvas a enamorarte de mí.
—muy gracioso. Eso lo quiero ver—respondió en tono de burla.
—lo voy a conseguir, ya lo verás—esbozó una sonrisa y se acercó a Takafumi tomándolo desprevenido y le robo un beso corto en los labios.
—¡no hagas eso!—le recriminó con las mejillas sonrojadas.
—nos vemos—se despidió sin abandonar su sonrisa.
—¡maldición!—masculló entre dientes.
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¿Amor verdadero?
Romance"-¿por qué me haces esto? Ni siquiera me has dejado explicarte. Todo es un mal entendido. Yo jamás haría algo como eso. ¿Por qué no me crees?" "-¿por qué no dejas de mentir? ¿Sabes qué? Lárgate. No quiero volver a verte. Tú para mí ya estás muerto."...