Capítulo XXIII. Te necesito

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Narra Yokozawa

—las cosas no van para nada bien. Hace semanas que Kirishima sigue portándose de la misma forma. El único lugar en donde hablamos es en el trabajo, y eso es porque tiene que hablarme, si no, manda a un subordinado.
Lo extraño tanto. Quiero que hablemos claramente, que me diga por qué se ausentó durante 5 años y por qué fingió su muerte. Es algo que me resulta extraño y por eso me gustaría que él me lo aclare. Pero ni siquiera me deja acercarme. No sé qué fue lo que le sucedió en este tiempo. Ya no es la misma persona, ya no sonríe, no es el mismo Kirishima que sonreía y me trataba con tanto amor. Ahora parece que siempre está molesto y su semblante es serio. Todos sus subordinados le tienen miedo y apenas se acercan a su escritorio.
No es el mismo de hace 5 años y quisiera saber por qué ha cambiado tanto.
***
Llego la hora de la comida y tuve que salir solo porque Masamune tenía una junta y al parecer saldría bastante tarde. Salí a la azotea, no tenía muchas ganas de salir a otro lugar. Abrí la puerta para salí a la azotea y me llevé una gran sorpresa. Kirishima estaba ahí, de espaldas y mirando hacia el horizonte. Tenía un cigarro en la boca y se recargaba en la barandilla. Me acerqué un poco temeroso y me posicioné justo a su lado.
—h-hola—lo salude, él me miró un momento y después se giró.
—hola—me respondió seco y continuó fumando.
—¿me das uno?—me refería a los cigarros.
Él me miró con un poco de fastidio, pero sacó su cajetilla y me extendió uno, yo lo tomé. Antes de que dijera nada, me dio también el encendedor, lo tomé y lo encendí.
—gracias—lo miré con un poco de nerviosismo y le regrese su encendedor. Me miró, pero no dijo ni una sola palabra.
Ambos nos manteníamos en silencio, un silencio demasiado incómodo. Quiero hablar con él, pero no sé cómo empezar.
—oye, ¿te puedo pedir un favor?—me preguntó, me sentí extraño al verlo a él tomando la iniciativa.
—s-sí, ¿de qué se trata?
—pues verás, hoy estoy muy ocupado y puede que llegue un poco tarde a mi casa, ¿puedes cuidar de mi hija unas horas? No será mucho tiempo—se dirigió a mí, pero no me miró directamente.
—está bien. No hay ningún problema, pero ¿y su mamá?—lo vi respirar profundamente y desvío la mirada nuevamente.
—no puede—respondió seco—. Puedes hacerlo, ¿sí o no?
—sí, te dije que sí.
—bien, entonces pasaré por ella a la escuela y después la dejaré en tu casa, ¿está bien?—por primera vez me miró, sus ojos se veía tan apagados y llenos de tristeza. Yo sólo asentí.
—gracias—tiro la colilla al piso y después se fue del lugar.
Yo me quedé ahí unos instantes más hasta que decidí que era hora de volver al trabajo.
***
—son las 5:30 de la tarde y en estos momentos me encuentro descansando en mi amado hogar. Zen me dijo que después de ir por ella a la escuela, pasaría a dejarme a Hiyo, pero aún no ha llegado. ¿Será que no vendrán?—mis palabras fueron interrumpidas por el sonido del timbre, me acerqué y abrí la puerta. Efectivamente, eran Hiyo y su papá.
—¡oniichan!—exclamó con una sonrisa llena de felicidad y se acercó para abrazarme. Yo la recibí con todo el gusto del mundo. Es una niña tan linda y amorosa, además, es la hija de Zen. Automáticamente siento que también es mi hija.
—gracias por cuidar de mi niña, espero que no tengas ningún tipo de problema. Pasaré por ella en la noche—no me dejo que le respondiera y se fue de la casa entrando a su automóvil.
—bien, Hiyo, entremos a la casa—la invite a que entrara y ella enseguida de quito los zapatos. Caminamos hacia la sala y ella se sentó en uno de los sillones, yo me senté justo a su lado.
—oniichan, ¿dónde están Saeki y Hideki?—me pregunto.
—no tardarán mucho, Masamune fue por ellos a la escuela y los llevo al parque un rato, ¿quieres que vayamos?—le pregunte con una sonrisa.
—no, gracias. Quiero terminar la tarea de matemáticas que estaba haciendo. Mi papá me prometió que si salía bien en matemáticas, esta vez sí me dejaría tener un gatito—hablo con mucha ilusión.
—eso es muy bueno. Entonces, ¿qué te parece si te ayudo?
—¿en serio? ¡Gracias, oniichan!—se acercó para abrazarme y me dio un beso en la mejilla.
Dicho esto, comenzamos a hacer la tarea juntos y terminamos justo cuando mis tres amores iban entrando a la casa.
—¡mamá!—exclamaron mis dos pequeños y se acercaron para abrazarme. Los recibí con los brazos abiertos y los abrace a los dos.
—hola, Hiyo—saludo Saeki a su amiga.
—hola, Saeki—le devolvió el saludo al pequeño, pero lo que nadie notó fue que el pequeño se puso nervioso cuando la niña le sonrió.
—¿cómo les fue? ¿Se divirtieron?—preguntó el peli azul.
—así es, papá Masamune nos llevó a muchos juegos y después comimos mucho helado—respondió el más pequeño de los hermanos.
—qué bueno, pero espero que no se hayan llenado de helado, porque la cena casi estará lista. Vayan a lavarse las manos, rápido—dicho esto, los niños, incluida Hiyo fueron a lavarse las manos, dejando a ambos adultos solos.
—hola, amor—saludo el azabache y se acercó al menor para darle un beso en los labios.
—h-hola—correspondió el beso.
—¿es ella la hija de Kirishima?—Takafumi asintió—. ¿Por qué la estás cuidando tú?
—porque me pidió que la cuidara, me dijo que tenía mucho trabajo y a lo mejor llegaba tarde a su casa y no quería que la niña estuviera sola.
—¿no tiene a alguien a quien pedirle ese favor?—cuestionó con molestia.
—no hables así, solamente me pidió un favor, no podía negarme—argumentó.
—me molesta, porque es hija de Kirishima. El sujeto que te ha hecho la vida de cuadritos.
—las cosas son diferentes, una cosa es Kirishima y otra su hija. La niña no tiene por qué saber por todo lo que hemos pasado su papá y yo. Por cierto, estoy un poco preocupado.
—¿por qué?
—hace poco me di cuenta de que a Saeki le gusta Hiyo—respondió con un semblante de preocupación.
—¿qué?—preguntó incrédulo—. ¿Por qué piensas eso?
—he notado que se pone nervioso cuando habla con ella y le cuesta trabajo hablar. Además, cuando habla de ella conmigo, parece que está describiendo a la persona más maravillosa del mundo. Esto no es correcto, ellos son medios hermanos.
—¿qué?—se escuchó la voz de una personita, era Hiyori, quien había escuchado casi todo y ahora derramaba unas cuantas lágrimas.
—¿H-Hiyo?—hablo el peli azul.
—¿es verdad, oniichan? ¿Saeki y yo somos hermanos?
—no, no es así...
—por favor, no me mientas, yo lo he oído todo. Escuche cuando decías que le gusto a Saeki, pero no es posible porque somos hermanos o medios hermanos. Dime, ¿eso es verdad?—preguntó dolida.
—eso te lo debe de decir tu papá. Yo no puedo decirte nada—respondió el peli azul.
—tienes razón, ya no puedes decirme nada porque yo ya lo oí todo. ¿Sabes qué? Quiero irme a casa—respondió seria y desvío la mirada.
—está bien, te llevaré a casa y me quedaré contigo hasta que llegue tu papá—dicho esto, le pidió su auto prestado al azabache y le pidió que se quedara con sus hijos. La niña se despidió de su amigo y su hermano y salió de la casa.
En el camino a la casa del castaño, ninguno hablo y la pequeña se mostraba molesta.
Cuando llegaron a la casa, fue la niña quien abrió la puerta y entró primero a la casa, se quitó los zapatos y entro. Takafumi hizo lo mismo.
—Hiyo...
La pequeña lo ignoro y pasó de largo hasta su habitación. Le dolía tanto que la niña lo despreciara, pero no era su culpa.
Pasó cerca de una hora, hasta que escuchó que metían la llave en la cerradura, poco después la silueta del castaño se fue acercando. Se llevó una muy desagradable sorpresa al ver al peli azul sentado en uno de sus sillones.
—¿qué estás haciendo en mi casa? ¿Dónde está mi hija?—preguntó preocupado.
—tranquilo, ella está en su habitación. Vine porque hay algo que necesito decirte.
—¿qué es?
—es difícil de decir, así que será mejor que te lo diga por partes; en primera, yo quiero a Hiyo como si fuera mi hija y no quiero que algo o alguien le haga daño, en segundo, a mi hijo le gusta Hiyo.
El castaño pareció no haber escuchado porque su semblante continuaba imperturbable.
—¿escuchaste lo que te dije?—preguntó con molestia.
—sí, lo escuché, no estoy sordo. Pero yo no le veo nada de malo, no entiendo por qué te preocupas—hablo con la mirada seria.
—¿eres idiota? ¿Cómo puedes decir que está bien? ¿No recuerdas que ellos son medios hermanos?
—no, no es así—replicó con el semblante serio.
—claro que lo es, Saeki es tu hijo y Hiyo es tu hija—respondió exasperado.
—en eso estás completamente equivocado. Hiyori no es mi hija de sangre.
—¿qué?
—ahora tú eres el que no escucha bien. He dicho que Hiyo no es mi hija de sangre, pero yo la quiero como si fuera mía.
—pero...
—¿era todo lo que querías decirme? Vete entonces. Estoy demasiado cansado como para estar hablando de tonterías.
—no puedo soportar que me trates de esta manera. Yo aún te sigo queriendo, a pesar de todo lo que ha pasado—Kirishima lo miró serio.
—yo ya no creo más en esas cosas. El amor solamente hace sufrir a las personas.
—eso no es cierto. No cuando eres correspondido—respondió el peli azul.
—JA, JA—soltó una gran carcajada—. Aunque seas correspondido, siempre termina lastimándote.
—¿qué fue lo que te pasó en estos cinco años? ¿Por qué has cambiado tanto? Y por cierto, ¿dónde está tu esposa?—Zen puso cara de fastidio y rodó los ojos.
—ella está muerta—respondió sin ningún tipo de expresión.
—¿cómo? ¿Cuándo sucedió? ¿Por qué yo no estaba enterado?—le recriminó.
—no tenías por qué haberte enterado. Esas son cosas que no te incumben.
—¿es por ella que estás así? ¿La extrañas?—preguntó dolido.
—¡maldita sea! ¡Deja de hacer tantas malditas preguntas! ¡Ya me tienes harto! No entiendo por qué sigues queriendo meterte en mi vida cuando lo nuestro se terminó hace cinco años. Ya no me importa nada en absoluto, no me importa con quién estás ahora o si eres feliz, yo tengo a mi hija y con eso me basta.
—no tienes ni idea de lo que sentí cuando supe que estabas muerto, no sabes el dolor que me causaba cada vez que iba a visitar tu tumba. Sentí que mi vida ya no tenía sentido, pero recordé a mis hijos y es por ellos que aún sigo en pie—expresó Takafumi con los ojos llenos de lágrimas.
—no puedo decirte que te entiendo, ambos hemos sufrido dolores diferentes, por diferentes circunstancias y en diferentes momentos, pero al final, hemos sufrido.
—¿ah, sí? Y dime, ¿cuánto has sufrido? Siempre has tenido una vida llena de lujos, has tenido lo que has querido, ¿por qué has sufrido?—cuestionó el peli azul.
—¿acaso a ti te secuestraron? ¿Te privaron de tu libertad durante 5 años? ¿Acaso tú tuviste que ver a tus papás morir frente a tus ojos? ¿Has sentido impotencia por no haber podido hacer algo para evitarlo? ¿Has sufrido golpes y humillaciones? ¿Has tenido que pasar hambre o frío? Yo nunca quise que esto pasara, yo sólo quería ser feliz, quería que juntos pudiéramos formar una familia, quería poder ser un padre para nuestros hijos, pero ellos ni siquiera me quieren. Ahora vienes a reclamarme por qué fingí mi muerte. Yo no lo hice, me secuestraron, a mí y a mis papás para poder quedarse con todo. Fue un plan tan bien elaborado, que nadie sospechaba que estábamos vivos, pero privados de nuestra libertad. Eso fue lo que pasó durante estos cinco años. No entiendo cómo es que vienes a exigirme una explicación cuando tú fuiste quien terminó con el gran amor sentía por ti.
Takafumi se quedó sin palabras con lo dicho por el castaño. No tenía ni la más mínima idea de que el pobre sufrió todo eso durante tanto tiempo. No encontraba palabras para disculparse y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—y-yo, lo siento, no tenía idea de que...
—exacto, no tenías idea, pero aun así me reclamaste por haber fingido, por haberte mentido. No tienes idea de nada, porque tú tienes a tanta gente que te apoya, por ejemplo, cuando estuviste embarazado de Saeki, tuviste a tus papás, a Takano. Yo en cambio, estoy solo, tengo a mi hija conmigo y eso es lo más importante, pero no tengo a mis papás. Ellos fueron quienes me enseñaron el camino y me convirtieron en lo que soy ahora—su voz inevitablemente se quebró y las lágrimas salieron de sus ojos, corriendo libres por sus mejillas. Se tapo la boca con las manos para tratar de reprimir los sollozos y se dejó caer de rodillas al suelo. Takafumi se acercó a él y se arrodilló enfrente.
—lo siento. No tenía idea de que habías pasado por un evento tan traumático. Debió ser horrible—se acercó más al castaño, pero este seguía sin levantar la mirada.
—te necesito—murmuró el peli azul tratando de acercarse todavía más al mayor.
—yo no te necesito...

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