Capítulo XIII. Reflexiones

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1 mes y medio después...
Narra Yokozawa
—han pasado casi dos meses desde que aquello sucedió. Tuve mucho miedo, por un momento creí que perdería a mi bebé, pero el doctor me ha dicho que mi embarazo es normal y debo evitar tener emociones fuertes o evitar malos encuentros. Se lo dije a mi hijo, le platiqué que voy a tener otro bebé, va a tener un hermanito. Se alegro muchísimo y eso me quita un gran peso de encima. Sé que este bebé es amado por todos; por mis papás, por su hermano, por mí, por su papá. Amo tanto a Zen, pero tampoco puedo evitar odiarlo por todo lo que me hizo: primero me bota como un vil trapo viejo, me acusa de cosas que ni siquiera hice, me abandona con todo y mi hijo y además de eso, me mintió con respecto a su otra familia. Me dijo que me amaba y que sus sentimientos por mí eran verdaderos. No puedo creerlo, ¿por qué lo hizo? ¿Quería jugar con mis sentimientos? ¿Acaso no le importa lo que yo sufro? No entiendo a mi corazón, quiero odiarlo, quiero que desaparezca de mis pensamientos, pero cada vez que lo intento, nuevos recuerdos aparecen y no puedo hacer nada más que amarlo.
***
—¿por qué aún sigues pensando en él? Déjalo ir de una vez por todas. Él es el único motivo de tu dolor. Es quien más daño te ha causado y aun así, sigues pensando en él—le recriminaba su madre, quien estaba sentado junto frente a él en la mesa del comedor.
—no es algo que yo pueda controlar, ¿sabes? Sé todo lo que hizo. Pero aún no sé cuál fue su motivo.
—es muy fácil; porque no te ama, si te amara no te lastimaría, no te abandonaría ni mucho desconfiara de ti. Por favor, date cuenta de que él no siente nada por ti—respondió la señora con una frialdad muy inusual.
—lo sé, sé que él me mintió con respecto a su otra familia, pero son sentimientos que no puedo controlar—se defendió el peli azul.
—entiendo que lo ames, porque tu corazón es puro y tus sentimientos son sinceros. Pero ese hombre es otra cosa, es falso y miente. ¿En serio crees en las palabras de ese sujeto? Otra cosa, ¿por qué me mentiste cuando te pregunté que si lo habías visto de nuevo?
—lo sentí innecesario. Sabía que si te lo decía, te opondrías. Llevábamos casi dos meses saliendo. Me sentí feliz cuando pasaba tiempo con él, cuando salíamos juntos o simplemente cuando me llamaba por teléfono para darme los buenos días. Me sentía tan bien, pero todo se fue al caño cuando me enteré de todo. Estaba tan feliz y de pronto mi felicidad se fue y con ello también estuve a punto de perder a mi bebé—hablo con voz angustiosa y se llevó las manos a su vientre de 3 meses.
—tal vez lo hizo para protegerte. Tal como tú me dijiste que no me dijiste que salías con él nuevamente. Lo hizo porque lo sintió innecesario, si dice que no la ama, no tenía por qué habértelo dicho. Lo único que le importaba era hacerte a ti feliz—expuso la señora.
—no lo sé. Debió habérmelo dicho y así yo no tenía que enterarme por alguien más y menos por su esposa. ¡Ah! ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que pasar esto?—exclamó el peli azul golpeando la mesa con sus puños.
—mira, hijo. Yo lo único que deseo es que tú seas feliz. Si tu felicidad está junto a él, hazlo. Sé feliz y hagan también a sus hijos felices. No quiero verte derramar ni una lágrima más.
—no es tan fácil, mamá. Sé todas las cosas por las que hemos pasado, lo amo y eso no va a cambiar, pero no puedo estar con alguien que me mintió y que no me dijo la verdad—argumentó el peli azul.
—¿y tú qué habrías hecho si estuvieras en su lugar? ¿Lo acusarías como lo estás haciendo?
El peli azul se quedó pensando al oírla.
—yo no habría hecho algo como eso—respondió serio y seguro.
—¿en serio? ¿Qué harías si tú fueras el que lo boto, quien lo dejó solo con todo y su hijo, quien no te permite ver a su hijo, el que no te contó de su matrimonio y además, de su hija? ¿Qué pasaría si las cosas estuvieran invertidas?
—probablemente me sentiría como él se está sintiendo ahora. Haría lo que fuera para que me perdonara.
—exactamente. Todos, absolutamente todos en este mundo somos humanos y tenemos el derecho de cometer errores. Dime el nombre de alguien que no haya cometido un solo error, ¿nadie, verdad? Eso es porque para eso fuimos creados; para equivocarnos, pero al mismo tiempo aprender de ellos y tratar de enmendarlos. De eso se trata la vida. Debemos ser capaces de apreciar lo que tenemos frente a nosotros porque sabemos que no lo tendremos para siempre.
Takafumi se quedó pensativo un tiempo, reflexionó aquellas sabias palabras.
—podríamos intentarlo.
***
Narra Kirishima
—mi vida es un completo desastre. No estoy con Takafumi, él me odia. ¿Cómo va a querer estar conmigo? Fui un idiota al no decirle toda la verdad. Mi matrimonio con Sakura es una farsa, una ilusión. Yo jamás la amaré. Solamente amo a una persona y es Takafumi. ¡Maldición! ¿Por qué me pasa esto a mí? Justamente cuando estábamos avanzando más en nuestra relación. Debo dejar de hacerme tantas ilusiones. Lo nuestro se acabó hace a casi dos meses. Mis sentimientos por él son verdaderos, pero eso ya no importa. Voy a volver a mi departamento, frío y solitario. Ya estaba acostumbrado a la compañía de Takafumi, de hecho la mayor parte del tiempo estaba en su casa. Debo acostumbrarme a mi soledad.
Estaba sentado en el sillón de la sala y en eso, escuché que alguien tocaba el timbre. ¿Quién podría ser? Me levante y camine hacia la puerta.
—¡papá!—exclamó mi pequeña hija y se abalanzó a abrazarme. Me puse tan feliz de verla y la cargue entre mis brazos.
—hola, pequeña. Hace tanto tiempo que no te veía. Mira qué grande estás. Cada día te pones más hermosa—le dio un beso en su pequeña mejilla y la niña le dio otro.
Estaba tan ensimismado con la niña, que no vio quién estaba parada en la puerta. Sí, era la put...digo, Sakura. Miraba a su esposo con ojos de amor.
—¿qué haces aquí?—preguntó despectivo.
—vine a encargarte a Hiyo. Tengo cosas que hacer y no tenía con quién dejarla. ¿Te la puedo encargar?—suplico la castaña.
—sí, claro. Vamos a jugar mucho nosotros dos, ¿verdad?—la niña asintió emocionada.
—muchas gracias. Al rato vengo por ella—se despidió la mujer de su hija y después se fue. (De puta seguramente).
Cuando la castaña se fue, Kirishima cerró la puerta y bajo a la pequeña.
—bien, ¿qué quieres hacer?
—¡vamos a jugar a las escondidas!—exclamó la niña feliz y corrió a esconderse—. ¡Vamos, papá! Tú eres el que tiene que contar.
—está bien, está bien—se puso contra la pared y comenzó a contar—. 1, 2, 3, 4, 5..., 50. ¡Terminé! ¿Dónde podrá estar esa niña tan traviesa? ¡Oh, rayos! Sabe esconderse muy bien—decía el castaño mientras buscaba por toda la casa, menos en un sitio, detrás de las cortinas. Se asomó ahí y la niña fue sorprendida. Inmediatamente ambos comenzaron a reír—. Creo que te encontré. No sabes esconderte tan bien, ¿eh?—se burló.
—no te creas la gran cosa, papá. A ver si es cierto. Ahora me toca a mí contar—la niña se colocó contra la pared y comenzó la cuenta. Kirishima de inmediato fue a esconderse mientras la pequeña contaba.
—... 49, 50. ¡Terminé! ¡Voy por ti, papá!—exclamó la castaña y emprendió su búsqueda.
Busco por todos los rincones, pero nada. Ese castaño sí que sabía esconderse muy bien. Se dio por vencida y dejó de buscar, cuando escucho que alguien abría la puerta. Corrió hasta ella y se llevó una sorpresa.
—no pudiste encontrarme—hablo el castaño orgulloso.
—¡eso no se vale! ¡Tenías que esconderte dentro de la casa! Ya no quiero jugar, eres un tramposo—se molestó la pequeña y se sentó en el sillón a ver la televisión.
—vamos, pequeña. No te molestes, sólo es un juego.
—no quiero jugar contigo. Hiciste trampa—lo miró con molestia.
—de acuerdo. ¿Quieres jugar otra cosa? ¿Qué quieres hacer?
—quiero comer helado.
—¿quieres helado? Vamos, pues por tu helado—hablo el castaño emocionado y ambos salieron de la casa.
—han pasado demasiadas cosas en estos últimos meses. La mayoría han cosas buenas, pero eso no significa que no han pasado cosas malas. Debo comenzar a analizar lo que quiero hacer, sin necesidad de que alguien me presione. Creo saber la respuesta...

¿Amor verdadero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora