Capítulo XXVIII. Problemas

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—te amo tanto, gracias por estar en mi vida. Te prometo que haré lo que sea para hacerte feliz—murmuró el peli azul, escondiendo un poco su cara en el hombro del mayor, quien lo abrazaba por la cintura.
—tú no necesitas hacer nada. Ya me haces feliz, me has dado dos hermosos hijos, ahora también Hiyo es tu hija, ¿no es así?—levanto  su cabeza para que lo viera a los ojos.
—sí, claro que sí. Bueno, si ella me acepta como alguien de su familia.
—por supuesto que lo hará, ella te adora. Además, pronto le vamos a dar un hermanito—inconscientemente llevo una de sus manos hasta el vientre de su amado para acariciarlo.
—así es—respondió con una sonrisa y volvió a abrazar a su novio, para después terminar su baño y salir de la regadera. Se secaron y se pusieron una toalla, salieron del baño y se acostaron rápidamente en la cama, hacia un poco de frío, así que se cubrieron con las cobijas.
Kirishima fue el primero en acostarse y se cubrió con las cobijas, quedando de lado. Takafumi tampoco espero demasiado y se acostó a su lado, para que ambos se vieran a los ojos. El peli azul acercó una de sus manos hasta el cabello de su novio y lo acaricio de forma delicada, deslizándola hasta su mejilla, la cual también acaricio.
—sabes que te amo, ¿verdad?—hablo el castaño, tomando la mano de su pareja y besándola. Takafumi se sonrojó, pero no la apartó.
—sí, lo sé. Yo también te amo—ambos se dieron un beso de buenas noches y Kirishima fue quien se acercó a su novio para abrazarlo por la cintura y esconder su cara en su pecho. Takafumi, por el contrario, acaricio sus cabellos y depositó un beso en esos sedosos cabellos.
Pasaron unos cuantos minutos en silencio, hasta que fue Zen quien decidió hablar.
—amor, ¿ya te dormiste?—se separó un poco y levantó un poco la cabeza.
—no, aún no estoy dormido. ¿Por qué la pregunta? ¿No puedes dormir?—murmuró.
—no es eso, más bien, hay algo que quiero preguntarte—levanto más la mirada para ver a su amor.
—¿qué es?—preguntó con curiosidad.
—¿quisieras mudarte a vivir conmigo? Quiero que vivamos juntos de ahora en adelante, Saeki, Hideki, Hiyo, tú y yo, ¿qué me respondes?—preguntó ansioso.
—¿no crees que es muy pronto como para decir eso? Digo, no es que no quiera que vivamos juntos, es sólo que, creo que estás acelerando un poco las cosas—respondió con inseguridad.
—a mí me parece que ya es momento para que ambos compartamos la misma casa, que podamos dormir y despertar juntos—argumentó el castaño.
—sí, sí lo entiendo, pero me parece que te estás precipitando. Además, mis papás, los tuyos—Kirishima desvío la mirada—, perdón, lo había olvidado, no era mi intención…
Kirishima se reincorporó de la cama y se sentó en la orilla de esta.
Se levantó para ponerse un pantalón y una playera.
—¿adónde vas?—preguntó Takafumi sentándose en la cama y observando a su novio.
—puedes quedarte a dormir aquí, yo me iré al sillón. Buenas noches—respondió con voz seca. Takafumi se sintió dolido por aquellas palabras, sintió como si su corazón hubiera sido estrujado con fuerza.
—¡no te vayas! ¡Por favor, quédate conmigo!—expresó, saltando de la cama y corriendo para alcanzar al castaño. Lo abrazó por la cintura y escondió su cara en su espalda.
Kirishima se preocupó un poco y decidió darse la vuelta para ver al otro a los ojos.
—lo siento, no debí haberte presionado con ese tema. Está bien si no quieres que vivamos juntos, lo entiendo. Pero…
—quiero vivir contigo—murmuró, levantando su cabeza y viendo a su pareja.
—no pienses que te estoy presionando—respondió Zen.
—no, en estos momentos me estoy dando cuenta de que no quiero estar lejos de ti, me sentiría muy solo si tú no estuvieras conmigo—expresó el peli azul.
—¿estás seguro?—Takafumi asintió con una sonrisa.
—por cierto, perdón. Olvidé lo que le pasó a tus papás—se disculpó el peli azul con la cabeza agachada.
—no te disculpes, amor. No pasa nada—esbozó una sonrisa e hizo que levantara su cabeza para verlo a los ojos. Takafumi también esbozó una sonrisa y abrazo a su novio, quien lo tomo de la cintura y lo cargo para llevarlo de nuevo a la cama.
—ahora sí, debemos dormir. Mañana tenemos que ir al trabajo—explicó el castaño y ambos retomaron las posiciones que tenían minutos atrás.
—es verdad. Mañana hay que salir con los niños a jugar, ¿qué te parece?
—de hecho, Hideki me pidió que saliéramos a jugar al parque mañana.
—¿en serio? Ja, mi niño no se cansa nunca de jugar—expresó Takafumi con una sonrisa.
—son niños, hay que dejar que jueguen y se diviertan.
—tienes razón. ¿A qué hora vas a salir mañana?
—como a las 4:30. Estamos a principios de ciclo, así que no tendré demasiado trabajo. Podemos pasar por los niños a la escuela y de ahí nos vamos al parque, ¿qué te parece?
—me parece muy bien, entonces está dicho—soltó un largo bostezo y después cerró los ojos.
—buenas noches—susurró el castaño, quien levantó su cara y le dio un beso en la mejilla.
***
Algunas semanas después...
Kirishima y Yokozawa continuaban con su relación, sana y feliz. Repleta de amor y felicidad. Pero había algo que tenía muy preocupado a Takafumi, era el hecho de que hace algunos días despertaba sintiendo muchas náuseas, cansancio y unos cuantos mareos.
Un día mientras estaba recostado aún en su cama, la cual compartía con su novio, se llevó una mano a su vientre y sintió una especie de calidez muy agradable.
—¿será que…?—sus palabras se vieron interrumpidas al sentir como era rodeado por unos fuertes brazos.
—ya estás despierto, buenos días—saludo el castaño y abrazo a su pareja por la cintura.
—buenos días—respondió el saludo y después miró a su pareja, este se había vuelto a dormir—. ¿Zen?
—¿hmm?—respondió un poco adormilado e hizo un intento por abrir los ojos.
—tengo algo que decirte—murmuró con nerviosismo.
—¿qué pasa?—abrió más los ojos y los tallo con sus manos para poder abrirlos más.
—creo que… estoy embarazado—respondió, tocando su vientre con sus manos. Kirishima, que hace unos momentos no podía abrir bien los ojos, ahora los tenía abiertos como platos.
—¿qué has dicho? ¿En serio? ¿Estás esperando un bebé?—su mirada reflejaba emoción y sin querer, sus ojos se hicieron acuosos.
—bueno… no estoy muy seguro, solamente te lo dije porque lo sospecho, pero no quiero que te desilusiones.
—¿por qué sospechas que estás encinta?
—pues, hace varios días me he sentido mal, tengo náuseas matutinas, me siento mareado o muy cansado. Ya he sentido estos síntomas en mis embarazos anteriores, pero antes quiero estar seguro.
—muy bien, entonces tendremos que ir al médico para que te revise. Espero que pronto tengamos otro niño corriendo por toda la casa—respondió el castaño emocionado.
—yo también lo espero—compartió su felicidad y colocó la mano de su novio sobre su vientre.
—hoy mismo iremos al médico—Takafumi asintió.
***
Tanto Kirishima como Yokozawa llegaron al hospital y pidieron que le hicieran unos estudios al menor para saber si en realidad estaba esperando. Pasaron unas horas, hasta que llamaron al peli azul para que los recogiera.
—felicidades, Takafumi—lo felicito el médico que siempre lo había atendido, desde su primer embarazo. Takafumi sintió como las lágrimas corrían libremente por sus mejillas.
—¿eso qué significa? ¿Está embarazado?—preguntó Kirishima.
—así es, tiene 2 meses. Todo está en perfectas condiciones. Dentro de un mes le haré la primera ecografía—hablo el médico—. Sólo recuerda alimentarte como se debe y tomar tu ácido fólico, ¿bien?
—me encargaré de que lo haga, nos vemos. Gracias por todo—respondió el castaño con una sonrisa.
—de nada, es mi trabajo. Cuídate mucho, Takafumi—se despidió el médico.
Cuando salieron del hospital, Kirishima se abalanzó sobre su novio y lo abrazó tan fuerte como pudo. Takafumi también se mostraba feliz y correspondió el abrazo.
—te amo, te amo, gracias por darme una hermosa familia—murmuró Zen sin poder contener las lágrimas.
—y-yo también te amo—murmuró también con lágrimas en los ojos.
—tenemos que darle a los niños la noticia, estoy seguro de que se alegrarán, sobre todo Hideki.
—tienes razón—respondió con una sonrisa.
***
Pasaron unas cuantas semanas más y todo iba de maravilla con Zen y Takafumi. Les contaron a sus hijos sobre la llegada del nuevo bebé, todos parecieron mostrarse felices, excepto una persona, Saeki. No le tomaron demasiada importancia, pronto se le pasaría el coraje.
—¿por qué estás tan molesto con nuestros papás?—preguntó el hermanito menor.
—no es nada—respondió el mayor sin darle importancia al asunto.
—yo he visto que no quieres a papá, está bien que no lo aceptes, pero tampoco deberías de rechazarlo de esa manera, a él también le duele—respondió el pequeño.
—no me importa. Él no estuvo cuando más lo necesite, no entiendo por qué ahora quiere venir como si nada hubiera pasado.
—¿por qué no le das una oportunidad? Estoy seguro de que si se la das, ambos podrán llevarse muy bien—argumentó el pequeño.
—no lo sé, lo voy a pensar…
—¿qué te pasó?—preguntó el más pequeño con preocupación al ver que su hermano se puso pálido y se llevó una mano a la boca.
—nada, solamente me dieron ganas de vomitar—respondió con indiferencia. Quiso hacerse el fuerte, pero nuevamente le vinieron las náuseas y tuvo que correr hacia el baño. Su hermanito lo siguió asustado.
—Saeki, ¿estás bien, hermano?—preguntó Hideki asustado. Sólo escuchaba al mayor devolviendo lo que tenía en el estómago.
—Hideki, ¿qué pasa? ¿Por qué estás tan asustado?—preguntó Takafumi acercándose a su hijo.
—mamá, mi hermano está vomitando—respondió con angustia en su rostro.
—¿qué?—se preocupó y se acercó a la puerta para tocarla en varias ocasiones. El sonido de las arcadas seguía escuchándose desde el interior del baño.
—Saeki, hijo. ¿Estás bien?—preguntó el peli azul.
Se escuchó como tiraban de la cadena y pocos minutos después salió el pequeño Saeki, se veía desganado y se sobaba el estómago.
—¿cómo estás, mi niño?—preguntó Takafumi con preocupación y se acercó a su hijo para inspeccionarlo. Tenía poca fiebre y se asusto.
—estoy bien, solamente me vinieron las ganas de vomitar, pero ya estoy bien.
—¿cómo vas a estar bien? Te acabo de revisar y tienes fiebre. Voy a llamar a papá para que nos lleve al doctor. No creo que sea normal que hayas vomitado de la nada. Voy a llamarle—tomó su celular y llamó a Zen. Lo llamó y dijo que llegaría enseguida.
—ya lo llame, trata de calmarte—le dijo Takafumi a su hijo.
—yo estoy tranquilo, tú eres el que está alterado. Ya te dije que estoy bien—respondió malhumorado.
—quiero estar seguro. Ahora deja de quejarte y vamos, papá ya está abajo—hizo al castaño levantarse para que salieran de la casa.
Salieron de la casa y bajaron hasta el piso uno en el elevador, al salir encontraron a Zen esperando en el automóvil. Subieron al automóvil y se encaminaron al hospital. Cuando llegaron, atendieron al pequeño casi enseguida. Pasaron el pequeño Saeki junto con Takafumi y Zen se quedó esperando con Hideki y Hiyo.
—buenas noches a ambos. Por favor, tomen asiento—los invito a sentar el médico. Ambos atendieron y se sentaron frente al escritorio.
—bien. ¿Me puedes decir tu nombre, pequeño?—preguntó el médico.
—Yokozawa Saeki—respondió el niño con seriedad.
—¿qué edad tienes?
—tengo 10 años.
—bien, platícame por qué estás aquí.
—mi mamá me trajo. Le dije que estaba bien, pero él insistió en traerme.
—¿por qué lo trajo? ¿Cuáles son sus malestares?—le preguntó ahora al mayor.
—pues, hoy me dijo mi otro hijo que escucho que vomitaba, me dijo que no era nada, pero me preocupó, porque no es normal vomitar de la nada. Además, lo toque y lo sentí un poco más caliente de lo normal—explicó Takafumi.
—bien, bien. A ver, Saeki, levántate y recuéstate en esa camilla—el niño obedeció y camino hacia la camilla para recostarse en ella.
El médico se acercó y con un palillo tocó su lengua y la hizo un poco hacia abajo para iluminar con una lámpara lo que había más atrás de su campanilla. También examinó sus ojos, los cuales estaban un poco amarillos.
Comenzó a examinar su abdomen y a tocar sus órganos, hasta que llegó a la parte derecha, un poco más abajo de las costillas.
—ay—se quejó, apretando un poco los ojos.
—¿te duele?—preguntó mientras continuaba examinando esa zona.
—s-sí—respondió con dificultad.
—bien, ya puedes levantarte—se alejó de ahí y regreso a su escritorio. Saeki bajo de la camilla y retomó su lugar al lado del peli azul.
—¿qué le pasa a mi hijo?—preguntó Takafumi angustiado.
—voy a mandarlo a que le hagan unos estudios tanto de sangre como de orina.
—¿por qué? ¿Qué tiene?
—sospecho que su hijo tiene hepatitis—respondió con seriedad.
—¿hepatitis? Pero ¿cómo?
—suele ser una infección causada por un virus. Se encuentra en comida o agua contaminada, también se puede transmitir a través de personas contagiadas con este virus. Suele ser altamente contagiosa, así que le recomiendo que tenga mucho cuidado. Quiero que se le hagan estudios para saber si en realidad tiene este padecimiento y si será necesario un trasplante de hígado.
—¿trasplante?—preguntó el pequeño asustado.
—tranquilo, no te asustes. Veremos si será necesario. Por lo mientras me basta con que se haga los estudios y en cuanto los tenga, me los trae, ¿de acuerdo?
—bien, así será. Nos vemos después, gracias—se despidió el peli azul y salieron del consultorio.
—¿qué pasó? ¿Qué tiene mi hermano?—preguntó Hideki preocupado.
—pues verás, tu hermano está un poco enfermo, pero se va a poner muy bien, ya verás—le respondió Takafumi con una sonrisa para calmar al pequeño.
—¿cómo que enfermo?—preguntó Zen.
—espérennos aquí, enseguida volvemos—le dijo Takafumi a sus hijos, en ese momento tomo a su pareja y lo jaló de la mano para que se alejaran un poco de ahí.
—¿ahora si puedes decirme qué está pasando?—preguntó Zen nuevamente cuando ya estuvieron lo suficientemente alejados.
—el médico le mandó hacer análisis de sangre y de orina. Sospecha que nuestro hijo puede tener hepatitis—respondió Takafumi asustado.
—¿hepatitis? ¿Cómo?
—dijo que es causada por un virus y es altamente contagiosa.
—si es así, debes tener mucho cuidado, por el bebé que estás cargando en tu vientre—se acercó a su novio y acaricio su pancita, la cual ya comenzaba a notarse.
—tienes razón. Esperemos que no sea el caso y que nuestro hijo esté sano. Por lo mientras, debemos hacer los estudios.
—verás que todo saldrá bien—abrazó a su pareja para tratar de consolarlo, y al parecer lo logró.
***
Los días continuaron pasando y con ello, la salud del pequeño Saeki fue decayendo poco a poco, al final se descubrió que el pequeño sí tenía hepatitis. Los demás síntomas también comenzaron a hacerse presentes; el niño ya no quería salir a jugar porque se sentía extremadamente cansado, tanto piel como ojos se tornaron de un color amarillo, la orina era oscura y en algunas ocasiones vomitaba sin razón.
El médico les explicó a ambos padres que el pequeño llevaba enfermo hace ya bastante rato, pero que en ocasiones dicha enfermedad se manifiesta sin síntomas, por eso nadie, ni siquiera el propio Saeki se había percatado que estaba enfermo. Por eso mismo, se dio a conocer que su hígado ya se encontraba un poco dañado y debía ser reemplazado.
—¿será necesario que se realice el trasplante?—preguntó Takafumi.
—así es. Para eso vamos a necesitar que los familiares del pequeño se hagan estudios para saber quién es compatible con él—explicó el médico.
—¿y cómo va a ser el procedimiento?—preguntó Zen.
—pues verán, el hígado es un órgano bastante impresionante y qué decir, importante. Tiene una increíble capacidad regenerativa. Durante el procedimiento, vamos a tomar un poco arriba del 50% del donante. Durante los siguientes dos meses, su hígado comenzará a regenerarse y en ese lapso, veremos cómo lo acepta el receptor—explicó el médico.
—¿cuándo tenemos que hacernos los estudios?—preguntó Takafumi.
—lo antes posible.
Fue así como todos se hicieron análisis de sangre. Por todos, me refiero a: Takafumi, Zen, Hideki y Hiyo. Dando a conocer que el único compatible con el pequeño era Zen.
—bien, bien. Pues… ya tenemos al donante. Kirishima Zen, 33 años. Trataremos de que el trasplante sea pronto y efectivo—expresó el médico.
—esperemos que todo salga bien—expresó Takafumi con angustia.
—por favor, no te angusties, no le hará bien a nuestra hija—hablo Zen con una sonrisa y acaricio el abultado vientre de su pareja.
—¿hija? ¿Será una niña?—preguntó Hiyo emocionada.
—así es, mi amor. Pronto vas a tener una hermanita y van a poder jugar todos juntos—respondió su papá.
—¿Y qué nombre le pondrán?
—Haruka, (significa: lejos)—respondieron ambos al mismo tiempo.
—qué hermoso. Espero que nazca pronto para poder verla—exclamó emocionada.
***
El amor verdadero, algo que nos hace renacer, que nos hace felices y nos hace hacer cosas que jamás creíamos que haríamos. Cuando el amor es verdadero y correspondido, nos hace inmensamente felices, pero cuando no lo es, nos lastima profundamente y nos tira a un pozo, profundo y de difícil salida.
¿Tú crees en el amor verdadero? ¿Crees que en el amor se debe sufrir tanto?

¿Amor verdadero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora