Narra Yokozawa
Han pasado dos meses desde que le dije a Zen que no lo quería más a mi lado. Me duele tanto pensar en aquello. Sé que lo lastime diciéndole todas esas cosas, pero es por su bien y el de mis hijos. No quiero que le pase algo a él o alguien a quien amo.
***
—¿adónde piensas ir?—quien preguntó eso no fue nadie sino Takano.
—tranquilo. No voy a ir a ningún lado. Solamente me iré a sentar a la sala. Eres demasiado sobre protector—se quejó el peli azul.
—claro que no. Yo sólo quiero cuidar y proteger de mi linda familia. Ustedes tres son lo más importante para mí—respondió el azabache y tomo entre sus brazos al pequeño Hideki, que hace poco se había dormido después de haberle dado el pecho.
—tú también eres muy importante para nosotros. Por cierto, yo quiero hablarte sobre algo—replicó con un poco de vergüenza.
—¿qué pasa?—preguntó el azabache centrando toda su atención en el bebé que tenía entre sus brazos.
—quiero hablar sobre lo que sientes por mí.
—ya te dije que aunque tú no me ames y solamente me consideres un amigo, mis sentimientos no van a cambiar y estaré a tu lado cuando lo necesites.
—bueno... Hablando de eso, yo creo que puedo darte una oportunidad—murmuró con las mejillas enrojecidas.
—¿en serio?—exclamó un poco emocionado y miro al azabache con los ojos brillosos.
—s-sí, creo que podemos darnos esa oportunidad para ser felices. Bueno, si tú quieres.
—claro que sí. Es lo que más deseo, poder ser una familia, Saeki, Hideki, tú y yo—respondió Takano con alegría.
—me alegra tanto verte así de feliz. Saeki también te ama, y estoy seguro de que Hideki lo hará—respondido Takafumi con una sonrisa.
—bueno, es momento de que me vaya al trabajo, ¿quieres que te traiga algo de regreso?—le entregó de regreso al bebe y este lo arrulló.
—no, así estoy bien, gracias por preocuparte por mí—agradeció el peli azul y esbozó una sonrisa.
Dicho esto, Takano se agachó para darle un ligero beso en los labios al peli azul y después deposito uno en la frente del bebe.
—nos vemos al rato. ¿Pasas por Saeki a la escuela?—preguntó Takafumi a su pareja.
—claro que sí. Nos vemos más al rato—se despidió con su mano y después salió del apartamento.
Dicho esto, Takafumi se quedo sentado en la sala, con su niño en brazos, prendió la televisión buscando algo entretenido que ver, cuando se detuvo en el canal de noticias. Al parecer, había ocurrido un accidente.
—así es. Muy buenos días a todos. Pues, como ya lo mencionó mi compañero, hoy en la mañana se suscitó un choque entre dos coches, al parecer ambos iban a exceso de velocidad, por desgracia uno de ellos quedo hecho pedazos, mientras que el otro solamente sufrió daños en la parte delantera. Este evento dejó tres muertos y dos personas heridas. Los heridos ya han sido trasladados al hospital, mientras que los fallecidos, que han sido identificados como: Kirishima Haru, de alrededor de 50 años, Kirishima Saori, de alrededor de 45 años y por último, Kirishima Zen, de alrededor de 28 años...
Yokozawa, quien miraba la pantalla con mucha atención sintió como su mundo se venía abajo. Su mirada se centró en la imagen que veía en la pantalla, era el amor de su vida, el padre de sus dos hijos y ahora, estaba muerto.
—no, no, eso no puede ser cierto. Zen no puede estar muerto. No, eso debe ser un error—trataba de convencerse de que todo era mentira. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y descendían por sus mejillas hasta mojar su mentón.
Como pudo, se reincorporó y camino hacia la habitación del bebe para dejarlo en su cuna y regresar a la sala.
Fue ahí donde se permitió expulsar todo el dolor que albergaba en su corazón. Tenía ganas de gritar, de echarse de rodillas en el suelo, de desgarrar la alfombra. Pero solamente lloró, lloro cuanto le permitían sus ojos. Su corazón estaba destrozado al igual que su alma. La única persona a la que amaba, le había sido arrebatada de la peor manera posible. Sentía que su vida ya no tenía sentido, pero recordó a sus hijos, esas dos personitas que tanto lo necesitaban y lo amaban. Debía ser fuerte por ellos dos.
—te amo, te amo mucho y por ti, seré fuerte. No voy a dejar que nada ni nadie me derribe. Lamento mucho no haberte dicho lo que pasaba, pero ahora eso ya no sirve de nada. Tú ya no estás conmigo y no podrá ser posible nunca—murmuró en un mar de lagrimas. De pronto, su bebe comenzó a llorar en su cuna y tuvo que ir a verlo. Entro a la habitación y lo encontró llorando de manera desconsolada. Tal vez sentía lo que estaba pasando.
Lo tomo entre sus brazos y lo arrullo, lentamente el pequeño comenzó a tranquilizarse.
—ya, ya, shhhh. Tranquilo, sé que extrañas a papá, pero aquí estoy yo y nunca te voy a dejar, nunca—le murmuró de una manera dulce y el bebe cerró los ojos. Lo volvió a depositar en su cunita y después salió para dirigirse a la cocina y comenzar a preparar la comida.
—¿será buena idea que le diga a Saeki sobre Zen? ¿Lo soportará? Apenas tiene 5 años. Ni siquiera yo que tengo 28 puedo soportar algo tan doloroso. No, lo mejor será que no le diga nada. Al fin y al cabo, él está mejor con Masamune.
***
Mientras tanto, en un lugar apartado de la ciudad...
—¿qué demonios estoy haciendo aquí? ¿Dónde estamos?—quien dijo eso fue un hombre castaño, de ojos color miel. Se encontraba encerrado en una especie de cabaña de madera, un poco apartada de la civilización. No había nada alrededor, ni edificios, ni casas, nada, absolutamente nada. Las manos las tenía atadas por detrás de la espalda y una mordaza en la boca.
—veo que estás despierto—se escuchó la voz de una mujer, inmediatamente la reconoció y la miro con desprecio.
—¿t-tú?
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¿Amor verdadero?
Romance"-¿por qué me haces esto? Ni siquiera me has dejado explicarte. Todo es un mal entendido. Yo jamás haría algo como eso. ¿Por qué no me crees?" "-¿por qué no dejas de mentir? ¿Sabes qué? Lárgate. No quiero volver a verte. Tú para mí ya estás muerto."...