No sabía su nombre, ni siquiera el grado en donde estudiaba.
Solo sabía que era dueño de una peculiar sombrilla y de una de las sonrisas mas hermosas que pudo haber visto en toda su vida.
Quién diría que no solo un hilo rojo puede unir a dos persona...
—Yuqi, tengo que ducharme ¿Puedes entregar este cuaderno al alumno de mi padre? — Pregunta el más alto acercando la guía a la chica.
— Claro, puedes estar tranquilo — Respondió la pelirroja tomando el cuadernillo entre sus pequeñas manos.
El castaño se retiró caminando a paso lento algo decepcionado, en realidad no tenía que ducharse, tenía más de una hora que lo había hecho, también se había vestido y terminado de arreglar completamente .
— Así es la vida — concluyó cabizbajo mientras comenzaba a cambiar su ropa para colocarse algo cómodo.
Mientras tanto, Yuqi continuaba con sus labores hasta que escuchó un mensaje de voz desde la recepción diciendo que alguien vendría para recoger algo, la chica tomó la libreta y caminó hasta la puerta para abrirla y dejar ver a un hermoso y alto chico que esperaba justo en frente de esta.
Dio unos pasos hacia atrás al notar lo alto que era el azabache.
— ¿Eres la hija del profesor Cho? — Preguntó Wooseok extrañado al recordar que la nota decía que el profesor tenía un hijo.
— Soy su empleada doméstica, su hijo está ocupado — Concluyó entregando el cuaderno en manos del mas alto.
— Muchas gracias — Respondió antes de darse la vuelta y caminar de regreso al ascensor.
— ¿Si trabajara como profesor ganaría igual de bien que ese sujeto? — Se preguntaba así mismo el azabache observando la elegancia del lugar.
Salió del edificio para caer en la cuenta de que estaba lloviendo levemente. Con sumo cuidado sacó de su mochila la llamativa sombrilla que le recordaba al pequeño, durante toda la semana la había estado llevando en su bolso con la esperanza de volver a verlo y entregarle el objeto, tal vez conocer su nombre, sería mucho pedir que también pudiera obtener su número telefónico.
Caminaba lentamente observando el triste tono grisáceo de las nubes y las gotas de gélida agua que caía con parsimonia humectando y limpiando el aire contaminado de las calles, los pájaros ya no hacían ruidos y las personas se resguardaban dentro de los puestos de comida y cafeterías elegantes, algo muy normal, estaba en el centro de Seúl.
Se detuvo para ver nuevamente el enorme edificio, juraba que había podido reconocer el perfume que había percibó en el castaño hace unos días, el aroma del departamento de su profesor le recordaba mucho al castaño.
— Solo es mi imaginación — Se prometió así mismo — sólo lo he visto una vez — se dijo antes de llamar a un taxi.
Subió en el vehículo dándole su dirección al conductor que comenzó con el trayecto en total silencio. Tomó su teléfono con el fin de continuar conversando con su nuevo amigo.
Kakao talk de Wooseok.
Yo:
Ya terminé de hacer lo que tenía que hacer.
CJ:
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Yo:
¿Estás enfadado?
CJ:
¿Porqué lo estaría?
Yo:
No lo sé... ¿Seguimos con el juego?
CJ:
Estoy terminando de hacer unos deberes...
Yo:
Creo que estás enfadado...
CJ:
Mañana tendré una prueba de lengua coreana.
Yo:
Eso se debería dejar de ver antes de la universidad.
CJ:
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Yo:
No tienes que mentirme, estás en tu derecho de enojarte.
CJ:
No sé que decir...
Yo:
Yo invitaré el sábado, lo juro.
CJ:
Yo te invité en un principio, yo pagaré.
Yo:
¿Podemos hablar?
CJ:
Ya estamos hablando.
Yo:
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Hoy intentaré publicar otro capítulo, mis clases se comienzan a poner duras y no me dará tiempo de escribir tanto, por eso estuve haciendo lo posible para publicar más de un capítulo al día, pero seguiré avanzando y esforzándome para terminar uno al día.
