CAP. 13.

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-No- Dije negando con mi cabeza a la vez- Tú estás loco? 

-Erick piensas quedarte sin hacer nada toda la vida? Llevas sin ir al intensivo de ciencia una semana entera. Crees de verdad que Joel no se ha dado cuenta? 

-Me hubiera buscado o algo yo qué sé- Dije mirando a Aris viendo como negaba. 

-Sabes perfectamente que él no puede hacer eso.

Miré a mi alrededor y negué con la cabeza volviendo mi vista a él.

-Pero vosotros también vais.- Dije firme mirándolo.

-Si, te lo prometo que yo le digo a Temo y los dos vamos esta misma tarde. 

Suspiré hondo viendo como él reía y aplaudía abrazándome. 

-Ya verás que no hay ningún problema. 

Me despedí de él y caminé a mi casa dudando si era buena idea o qué. 

Lo último que quería era intimidar o molestar a Joel con mi presencia. 

Sabía perfectamente que nada iba a ser igual, en clase prácticamente ni le podía levantar la mirada de la vergüenza. 

Solo tuvimos un contacto y fue cuando me extendió la hoja en blanco del examen. 

Su vista y la mía conectaron parando un poco el tiempo. 

Después de eso no volví a saber nada más de él, triste pero cierto. 

Abrí la puerta de mi casa y entré a la cocina buscando a mi madre con la mirada. 

Salí al comedor y vi a mi padre mirando la televisión. 

-Y mamá? 

-Estoy viendo la televisión, no te das cuenta? No molestes. 

Me quedé mirándolo y suspiré profundamente subiendo a mi habitación intentando no molestar mucho. 

Dejé la mochila por ahí y me quité la camiseta con toda la calma del mundo. 

Recogí un par de cosas que tenía tiradas por ahí y me tumbé en la cama intentando relajarme.

Pasó un poco el tiempo y bajé a la cocina entrando en esta. 

Abrí la nevera y saqué un poco de queso para luego comérmelo con todo el gusto del mundo. 

El queso era, es y será lo mejor del mundo y nadie me va a hacer cambiar de opinión nunca. 

Volví a subir a mi habitación agarrando la mochila de nuevo para salir de mi casa posteriormente caminando con mucha calma mientras me encendía un cigarro.  

Cuando llegué al instituto me apoye en la pared mientras miraba el cielo. 

Siempre me había parecido fascinante eso. 

Las nubes siempre habían sido como ese colchón en el que podría dormir sin problemas y sin preocupaciones el resto de mis días. Las estrellas eran esos puntos en la pared que parecían no parar de crecer y crecer según avanzaba. Pero la luna era lo mejor. 

La luna era ese lugar en el que mi vida era perfecta y yo vivía rodeado de fortuna y mil personas a mis pies. 

La luna era esa salida que solo yo podía elegir y que por más que quisiera nunca llegaba a tomar. 

La luna era sin pretenderlo mi fiel compañera y mis fuerzas para continuar esperando al sol. 

Bajé la cabeza y di una calada a mi cigarro escuchando pasos a mi lado haciéndome girar. 

Einstein ||| Joerick     Donde viven las historias. Descúbrelo ahora