Multicolor ┋ Fictober 2019

28. "Lo Siento"

Día 31. Llanto

No había pasado ni un segundo cuando seis pares de brazos la rodearon, doce brazos dificultándole respirar al tiempo que llamados a su nombre sonaban sincronizadamente.

Amethyst ordenaba saber dónde había estado. Habían salido a visitar a Aura, la prima de Peridot cuando se presentó una situación durante su embarazo; estaba bien.

Pearl quería saber porque la falta de comunicación. Aura vivía en un lugar donde la señal no era muy buena.

Spinel intentaba hacerle prometer que no volviera a desaparecer de esa forma. Lo intentaría, manteniendo dicha promesa a medias.

Garnet y Lapis se mantenían calladas, pero a través de sus miradas estoicas expresaban lo aliviadas que estaban de que estuvieran bien. O eso es lo que Peridot creía, aún no podía leerlas tan bien.

Steven fue el único que no rompió el abrazo, estrechándolos contra su cuerpo hasta que ambos sintieran los latidos acelerados del otro. No tenían tiempo para sonrojarse cuando él literalmente lloraba en su hombro, sintiendo la humedad a través de la chaqueta.

-Por favor no vuelvas a irte así, Peri -suplicó, acariciando su cabello e ignorando las miradas que les chicas les dedicaban, todas variando pero con un brillo de tristeza presente en sus ojos; honestamente no podía juzgarlas, sabía que veían a Steven como su hermano menor, e incluso para ellos era difícil verlo en ese estado-. Creí que te había pasado algo...

Su voz se había quebrado, y la culpa que ya se había instalado aumentó con creces. Sus mejillas, aún rosas, resaltaron los delgados hilos de lágrimas que comenzaron a salir en sus ojos.

Lentamente lo abrazo, incapaz de sentir la textura de su sudadera ni su cabello rizado.

-De verdad lo siento, Steven. No fue mi intención -podía sentir el golpe directo a su orgullo, especialmente con las chicas observando probablemente boquiabiertas-, perdón...

Su voz se había reducido a un hilo, pero no les importó. Querían estar ahí para él. Y aunque no lo dijera abiertamente, sentía que Steven lo reconocía al no romper el abrazo y permitirle llorar en su hombro.

Mientras no se presentará una segunda misión a las afueras de la ciudad, se mantendría a su lado.