11. Marcas

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Día 11. Mordedura

—Esto debe ser una jodida broma —respingó Cassandra con molestia, observando su rostro reflejado en el espejo del baño. Particularmente, a su cuello, donde la marca de una mordedura se había formado, haciéndolo suspirar con pesadez.

No era tonta, tampoco era inocente, ya había tenido más de una pareja, y reconocía la marca de una dentadura cuando la veía. Pero también reconocía que era imposible, había terminado con Andrew la semana pasada, la última vez que tuvieron sexo fue hace una semana y media, y hace unos minutos había descubierto la marca sólo porque Rapunzel la había mencionado cuando vino a visitarla.

El significado podría estar ahí, pero la joven adulta era muy terca para reconocerla.

La idea de las almas gemelas siempre le había parecido estúpida, especialmente porque ella nunca había mostrado indicios de alguna marca. No había hilo rojo atado a su meñique, ninguna leyenda en su brazo, y su distinción de los colores era perfecta. Rapunzel aseguraba que su vista siempre había variado en tonos azules antes de conocer a Eugene, su actual novio, y lo difícil que había sido su amor por el arte cuando no podía apreciar un color que no fuera azul.

Pero cuando llegó a la universidad y nada apareció, había comenzado a creer que no había sido más que uno de los cuentos infantiles de su inocente e imaginativa amiga, y actualmente no podía evitar gruñir ante la cruel ironía.

¿Quién era tan idiota para dejar que le mordieran con esa índole?



—Maldito hijo de... —Varian gruñó ásperamente, bañando en alcohol una bola de algodón. Fruncía el ceño, sintiendo la humedad formándose en sus ojos azules grisáceos. Observando su pecho descubierto, la mirada del estudiante se enfocaba en la marca de mordedura en su cuello.

No era la primera vez que su novio le mordía mientras tenían relaciones. Solía asegurar que así sabrían que estaba saliendo con alguien, pero ardía. Más de lo que creía, y ver el hilo de sangre era muestra de ello.

Pero otra verdad era que Varian había dejado de sentirse en ese noviazgo de dominante y sumiso. Desde que había conocido a Rapunzel y ver a alguien con tanto interés en sus proyectos de química, podía decir que había mejorado su autoestima, y ver lo empalagosa que era su relación con Eugene, había comenzado a ver la suya con otros ojos.

Respingó cuando el algodón rozó su piel lastimada.

Afortunadamente, nadie sería tan desafortunado como para ser sorprendido por una mordedura en el cuello.

Multicolor ┋ Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora