1.- Deshonrado

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Esta es otra de las ideas flashes que a su servidora se le ocurren, debo decir que tardé  un día u horas creo en hacerlo. Los otros fics se actualizarán poco a poco, en estos días seguiré escribiéndolos.

Aclaro que estos relatos se basan en ciertos romances y parejas tanto mitológicas como históricas que mi curiosidad de lectora empedernida halló en la inmensa literatura y crónicas universales.

Como primer relato se basa en Menelao, el marido deshonrado de la muy conocida Helena de Troya, los hechos distan mucho entre autores sobre la caída de Troya, así que mi imaginación juega un poco.

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Sus ojos azules teñidos de furia recorrían los escombros y viviendas destruidas por el fuego, su espada cubierta por la sangre de su antiguo rival caía en gotas informes como rubíes rotos por la violencia. Él no había aparecido ni siquiera cuando tomaba la vida de aquel que osó conquistarlo y apartarlo de su lado.

—¡ el alegre no está aquí Aioros!—sentenció su amigo de nombre Saga.

 Contrariado, pisoteó un trozo de jarrón mientras maldecía el haber arrastrado a todos esos hombres a una guerra por su honor y dignidad que yacían pisoteadas en el lecho que una vez su fugado esposo y su rival compartieron.

—lo trajo aquí... vi a Shura en ese mugriento palacio cuando me negaron su devolución, vi su cabellera oscura, vi sus ojos hermosos... ¿ por qué lo hizo Saga?

—recuerda que fue forzado a casarse contigo muy joven—le quitó la espada de su mano magullada por los golpes y cortadas—sabes que él seguía a tu lado por compromiso.

Aioros calló ante esas palabras. ¿ Cuántos años habían estado casados?

Apenas ocho años y casi diez en tierras extrañas luchando por él, exigiendo su devolución, jamás olvidando las noches en que yacían juntos antes que aquel osado infeliz susurró a su oídos palabras tontas, palabras que derivaron en un desastre que cernió como charco negro sobre esa gente que inocente pagó la osadía de su príncipe.

 —¡ Shura!—gritó traicionado y herido en medio de aquella desolación.

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Horrorizado por aquella matanza, no atinó a salir sabiendo que lo buscaban, Aioros lo mataría sin piedad. 

Fue un ciego al haberse dejado seducir por aquel hombre que yacía muerto sobre los escalones a la entrada del palacio real, muerto por la cólera de su primer esposo que en esos momentos tomaba botín para así resarcir su dignidad pisoteada.

Se sentía maldito. Maldito por provocar semejante carnicería. Maldito por no haber aprovechado todas y cada una de las oportunidades que los espías de su esposo le ofrecían en esos días en que Aioros no combatía con tenacidad ni fiereza pues estaba esperanzado en que volvería a sus brazos y a su reino.

 —¡Shura!

Que los dioses lo perdonen pero tenía que usar su encanto ante el humillado castaño que a gritos lo llamaba.

Apartando su temor abandonó el sitio donde se ocultó mientras la madrugada de horror y sangre se extendía sobre esa ciudad y sus habitantes; un perro de pelaje negro se le acercó para ladrarle, quizá el animal sabía de su responsabilidad en todo eso, pero él siguió con la mirada en alto mientras sus blancos pies lo encaminaban hacia las murallas donde su primer esposo vociferaba como un dios herido por un insolente mortal.

Se apresuró ante los gritos de una joven que era conducida por otro de los hombres que pelearon en esa cruenta lucha, dejó que la capucha que anteriormente lo cubría se deslizara sobre su cabeza mostrando su rostro. Saga asombrado dio un codazo a Aioros que de espaldas mirando la muralla ennegrecida lo manoteó.

—¡ déjame! ¡ él...!—refunfuñó, Saga se apartó con el ceño fruncido por su culpa 

—siempre estuve aquí....

Frunció el entrecejo, su rostro en esos años de lucha encarnecida se había endurecido, la juventud aunque presente era como un reflejo del cansancio de verse burlado por negativas en esos años. Shura temió haberse equivocado y sin pensarlo dos veces alzó las manos para tocar las del castaño quién sonrió macabra mente en tanto levantaba el arma para descargar el golpe de gracia.

—¿donde demonios estuviste?

Juraba ver el filo cerca de su cuello.

—yo...—más cerca tuvo el arma, tanto que su brillo lo encegueció.

—por tu culpa fui la burla... ¿acaso no estabas contento con mi amor?

 —mi se...—trató de que lo mire, pero una sombra de ira asomaba en las orbes del castaño que  lo tomó de sus cortos cabellos y prácticamente lo llevó a rastras hasta los escalones que antes fueron de ladrillo esmaltado del palacio para mostrarle el cadáver despedazado de su otro esposo.

Lo arrojó con violencia cerca del cuerpo, cayendo de bruces mientras la voz ronca del castaño se coló a su cerebro como cruel sentencia, lo dejaría ahí como ofrenda a los cuervos por su infidelidad y luego buscaría otro joven con el cual desposarse. La arena lo hizo toser, el hedor a sangre lo obligó a apartarse del cadáver y tomar una decisión...

Rogó a los dioses que se apiadaran de su persona, jugaría una carta antes de perder la vida.

—¿morirás con él?

Se incorporó y miró fijamente a su primer esposo que bajó la guardia sobrecogido por su determinación. Esos ojos verdes con los que soñaba noche a noche luego de cercenar cabezas y apresar soldados lo hechizaban de nuevo, el marido deshonrado flaqueaba en su ira.

—Aioros... volvamos a casa ¿si?

—¿porqué debería hacerlo contigo? seguro te fugaras de nuevo apenas pongas un pie en nuestro reino—replicó desconfiado.

Aunque deseaba estrechar ese cuerpo en sus brazos,  el temor de que se burlara de nuevo de sus sentimientos de esposo pesaban el doble que el amor que aún sentía por él. Un hondo escalofrió recorrió su espalda cuando sus manos se posaron sobre las suyas, una mujer que otrora fue parte de la familia real que en medio de la noche de furia fue masacrada una parte y otra cautiva con voz trémula advirtió.

—¡ mátalo!  intentará cautivarte de nuevo... es una calamidad para cualquiera...

Le costó tenerlo. Por unos años que se le fue de su lecho no derramaría su sangre, debía decidir muy inteligentemente ,mientras Shura aguardaba su respuesta, aún apenado por el destino de su antigua familia política.

—¡ te perdono esposo mio!—sus dedos se posaron sobre sus labios—olvidaré esa insensatez  tuya, por lo tanto deseo que comencemos de nuevo.

Una discreta sonrisa afloró en sus labios mientras el castaño suavizaba su expresión adusta para darle paso hasta su embarcación.

Caminó ignorando las coléricas miradas y murmullos de los cautivos que lo maldecían por ser el causante de tamaña destrucción.

Un reino y una alcoba lo esperaban.

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Gracias por leer :D

Actualizaciones cada lunes.

Relatos [Sagicornio] Finalizada  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora