Relatos [Sagicornio] Finalizada ©

14.- Piel dorada

Hola :D

Es un especial de esta bella pareja, estimo serán unos 25 capítulos con los que cerraré este libro.

En este relato no ocurrió la rebelión de Saga. Son pensamientos de Shura con respecto a sus sentimientos  hacia el bello arquero.

o-o-o-o-o-o-o-o

Eres tan perfecto.

No hallo imperfección en ti, incluso esa cicatriz que ocultas celosamente bajo de aquella cinta del color de la sangre me parece perfecta, única que le da un toque más atractivo a tu bello rostro cincelado por el mejor escultor de los dioses.

Cada gesto o acción que realizas me embelesa más tanto que me quedo como idiotizado mirándote mientras empujas levemente a tu hermano que frunce el ceño ante el roce. Rompes en una intensa carcajada que es música para mis oídos y ayudas a Aioria a ponerse de pie en tanto le ayudas a quitarse la arena de su ropa.

Apolo envía más rayos a la tierra, los cuales tocan tu piel sin premura confiriéndole un mágico aspecto. De seguro el dios de la música, del sol y todas esas cosas hierve de celos por tu belleza masculina y también por tu piel la cual cubro con mis caricias y besos en la medianoche cuando Nyx pasea por todo el firmamento mientras Bóreas juguetea con su cabello oscuro.

A veces cuando cierro los ojos, te veo envestido con los sagrados ropajes patriarcales a la cabeza del ejército de Atenea, sabes que no me importa inclinarme ante ti, porque lo he echo desde que te conocí, desde que entraste a mi vida, desde que con tu sonrisa me conquistaste.

Sé que no te importa ese poder casi divino que ganarías usando el título de Patriarca, pero para mi serías ese dios menor que al que yo quemaría en el fuego sagrado que las doncellas prenden en las estancias, las ofrendas exquisitas y perfumadas y lanzaría mis dolientes plegarias...

Quiero clavar mis dedos en tu piel. Quiero que Excalibur deje su filo y te adore con la misma fidelidad con la que yo lo hago. La empuñaría con ferocidad si alguien osa herirte o la diosa a la que sirvo.

¡ Perdón mi dulce y bella señora de la sabiduría!

¡ Perdón por amar más a un guerrero igual que yo, su guerrero fiel y protector indiscutible!

La castidad ha muerto cuando hace años, rompí su candado en mi cuerpo y decidí romper la tuya de un tajo quién muy osadamente en aquella ocasión en que tomé la decisión de  burlar las leyes de Atenea, vestías como los antiguos guerreros al finalizar un  día extenuado de entrenamiento; era blanca como la espuma del mar que ahora acaricia ante mis celos tus pies, entallaba tu anatomía de guerrero espartano delineando tus músculos tersos, apetecibles para la vista de una mujer que desea que esos brazos la estrechen hasta el hartazgo.

Me lancé sobre ti y mordí tu manzana de adán mientras reías por mi ímpetu, te pareció mejor hacerlo en la intimidad de tu recámara, solo tu hermano conocía de lo nuestro, los demás ninguno. Esa noche mientras los demás cenaban delicias, yo cené el mejor banquete que hayas ofrecido...

Tu absoluta pasión.

Si yo fuera del género femenino, no dejaría que salieras ni al umbral de Sagitario, hasta te celaría con Atenea con tal de que tus bellos ojos me sonrieran a mi. Y luego en la noche...

Te hundirías en mi suspirando y gimiendo, nuestros pechos juntos latirían sincronizados y luego sonriente me besarías mientras nuestras células se juntan...

—¡ Imbécil!—Aioria y su delicadeza al hablarme, chasqueo la lengua por el desvanecimiento de mis pensamientos pecaminosos—ya mismo mojas la arena y compites con Poseidón. Mi hermano te espera...