Relatos [Sagicornio] Finalizada ©

5.- Elegido.

Hola, mil holas :D

Quinto relato basado en una de las siete maravillas del mundo... el hermoso Taj Mahal de la India, símbolo de amor eterno que edifico el emperador mogol Shah Janan entre 1632 y 1650 en honor  a su esposa favorita a la que llamo Mumtaz Mahal fallecida al traer al mundo a su decimocuarto hijo.

Se necesitaron 22 años para culminar tan magna obra y unos 20.000 obreros. En el año 2007 fue designada por la Unesco como Una de las siete maravillas del mundo moderno.

Espero sea de su agrado :3

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Exquisita y a su vez símbolo de la adoración de alguien hacia el amor de su vida...

Su cúpula se visualizaba aún desde lejos y aún sobresalía en las brumas tan usuales de la contaminación; el blanco de su estructura bien podía confundirse con una blanca nube en un día soleado, blanco símbolo de pureza, de amor puro y verdadero...

Hace tiempo pisó la tierra un hombre en cuya cabeza se apoyaba un imperio en donde la tradición de contar con un harén era política. Desde muy joven fue casado con varios jóvenes muy atractivos capaces no sólo de otorgarle compañía si no descendencia.

Cuenta la leyenda que un buen día, paseando por ahí un joven príncipe heredero al trono sin pensarlo llegó hasta un sitio donde los cristales parecían lágrimas que cubrían hasta los tapices mas finos, pudo jurar que una cómplice deidad le susurró que mirara mas de cerca...

"He ahí, Alteza... Deleitese como lo hace una esposa cuando su esposo le obsequia la joya más hermosa... Su gran amor, Alteza"

Aioros como se llamaba el príncipe, embobado por esa criatura que sostenía entre sus pálidos dedos los cristales decidió comprar los que mas podía sólo por el placer de dibujar en su mente ese rostro que algo serio apretaba las piedras entre su carne pálida.

—¡son tuyas!—espetó Aioros atrayendo la atención del otro que volteó sorprendido para quedarse con la lengua pegada a su paladar ante la pureza de esa mirada—¿ cómo te llamas?

El otro joven apenas logro ubicar su cerebro para responderle. Sin quererlo también se sintió atraído por el príncipe que le agitaba frente a su rostro los cristales.

—Shu...Shura...

¿ Era un sueño?

Aioros parecía que andaba sobre una suave y mullida alfombra en las nubes, su voz fue una dulce caricia a sus oídos acostumbrados a las voces demandantes de la corte, no era lisonjera como la de sus súbditos ni exigente como la del Emperador.

Un atisbo de sonrisa sacaron a relucir dos hoyuelos en ese rostro de porcelana que se le antojaron alucinantes. Se convirtió en su cautivo, un prisionero que se ato al amor con la cadena  del sentimiento fulminante del enamoramiento.