15.-Hombro a hombro

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Décimo quinto relato basado en el Batallón sagrado de Tebas, unidad de élite conformado por 150 amantes masculinos. Las parejas se conformaban por uno de mayor edad ( Heniochoi) y por uno más joven ( Paraibatai)

En tiempos de calma, este ejército residía en la ciudadela de Cadmea, Tebas.

Su única y definitiva derrota fue a manos de Filipo de Macedonia y su hijo el  famoso Alejandro Magno en la batalla de Queronea en el 338 a.C.

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Tebas.

Acrópolis de Cadmea.

Sus cejas se arrugaron divertidas cuando las cicatrices se hicieron visibles, este torció su gesto y apartó de un manotazo su diestra. Aioros como fue llamado por sus padres al nacer, se mordió el labio inferior deseoso de entablar un combate donde las armas no eran necesarias, solo los dedos que arrancarían maldiciones eróticas.

—Cicatrices de guerra—susurró el mayor que le ofreció su copa—sabes muy bien que adoro tus marcas y que gracias a Epaminondas, Tebas es invencible...

Su interlocutor, cuatro años más joven que él desdeñó sus palabras aduladoras, detestaba que en privado se torne meloso para luego obtener lo que deseaba, esa  supremacía sobre su cuerpo aduciendo que formaba parte del entrenamiento y él le permitía que avanzara a los rincones más vetados de su anatomía.

—Sabes bien que si uno cae, el otro debe vengarlo Shura—el ligero aliento a vino enturbió el cerebro centrado del mencionado, pero reaccionó y antes que la lengua de su compañero de batalla y lecho roce su manzana de adán, tomó una jabalina que descansaba cerca de varios trastes y sorprendió a su compañero con la punta de la misma en su pecho.

Aioros no se inmutó.

Tomó con fuerza la jabalina y la lanzó con estrépito a un lado. Shura se preparó para el asalto y sabía como contraatacar.

Himeros merodeaba por ahí, uno de los hijos de Ares y Afrodita quién era tan visible a los ojos del menor que lo desafío con una dura mirada,  el dios usaba el cuerpo de Aioros para su cometido.

" Lo deseas guerrero curtido en batallas, él es tu heniochoi"

Se suponía que su relación se  basada en el fuerte entrenamiento donde la disciplina era la madre de todo, pero él siempre lo llevaba al otro nivel. Bueno no es que fuera mojigato y no disfrutaba de los momentos a solas donde las escasas ropas desaparecían, pero Tebas era su prioridad ante los fieros espartanos que sufrieron el revés gracias al genio militar de Epaminondas y Pelópidas quienes con el ideal de convertir a Tebas en potencia militar y política, reclutaron a 300 jóvenes capaces de dar su vida no solo por su polis, si no por su compañero.

Esquivó un puñetazo que iba dirigido a su nariz y ante la expresión de suficiencia del otro golpeó su pantorilla derribándolo en el acto. Le mostraría quién mandaba en la cama, quién era el que debía subyugarse ante los placeres.

Arrancó de un tirón su prenda consistente en un discreto taparrabos ante los gemidos de satisfacción del otro que enterró sus dedos en su cabellera para dirigirlo a su entrepierna, pero esos no eran sus planes.

—¡Aún no, hoy te enloqueciste con el entrenamiento!—sentenció reptando con su dedo un muslo, Aioros y su bestia sedienta de placer luchaban por empujar a Shura y someterlo bajo su cuerpo.

—El juramento que nos unió nos obliga a trabar encuentros...

—No todos lo días—le habló despacio a su oído—así que dormirás con ganas porque yo, estoy cansado.

Relatos [Sagicornio] Finalizada  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora