Novios por un día

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Para mi mala suerte, mi familia tiende a asistir a esos grandes eventos para gente con dinero. No es que me queje, pero cada año se repetía lo mismo, y cada año era más aburrido. Mamá no entiende que los vestidos elegantes y los tacones de diez centimentros no son lo mío.

Cuando mamá entra a mi habitación, me encuentra aún tumbada en la cama, y su boca cae al suelo.

—Samantha, por favor, en diez minutos vamos a salir y no estás lista aún.

—Ya te dije que no quiero ir.

—Y yo ya te dije que no me importa. Tú papá y yo ya nos hemos comprometido, y no podemos faltar.

—Entonces vayan ustedes.

—Samantha, es toda la familia. Tú sabes eso. —Mamá rueda los ojos. —Además, unos amigos de tu padre y míos han llegado recién de Canadá y asistirán esta noche. Tienen una hija que es de tu edad y podrás conocerla, así no te aburres y haces una nueva amiga.

—Pero no quiero, mamá. —Vuelvo a renegar.

—Ya hablé. —Me dice dándome una mirada amenazadora. —Tienes cinco minutos.

Ruedo los ojos y me paro para coger el vestido que colgaba de la puerta de mi armario. Le quito la tela que tenía para cubrirlo y lo pongo sobre mi cama. Busco mis zapatos y los dejo cerca.

Mi intento de no ir no ha funcionado. Me meto al baño y en menos de diez minutos ya estoy saliendo de la ducha con la toalla alrededor de mi cuerpo. Me peino y cepillo mis dientes. Seco mi cabello, y realmente me tomo mi tiempo en eso.

Escucho la puerta de habitación y por el espejo, veo a mamá entrar.

Veo que mueve la boca y tiene una expresión de fastidio. No sé si sabrá que no puedo escuchar nada de lo que me dice por la secadora. Solo asiento y ruedo los ojos. Ella se va tirando la puerta.

Cuando termino de arreglar mi cabello, me rizo las pestañas y aplico mascara de pestañas en ellas. Peino mis cejas, me pongo brillo en los labios y salgo a cambiarme.

Con el vestido y los zapatos puestos, cojo mi teléfono y salgo de mi cuarto. Papá está en la puerta de la casa viendo algo en su teléfono.

—¿Donde está tu madre? —Pregunta sin verme.

—No lo sé.

Termino de bajar las escaleras y paso por su lado para irme al auto.

Espero como diez minutos, cuando finalmente mamá sale de la casa y papá la sigue.

—¿No que en diez nos íbamos?

Ella voltea y me da una mirada de advertencia.

Papá conduce por largos minutos. Calculo que alrededor de una hora pasa en lo que llegamos al lugar en el que la celebración se daría a cabo. Bajo del carro y espero a mis padres. Caminamos juntos hasta entrar al gran salón y ambos se van a saludar a sus amigos.

Yo, como siempre, los sigo sin saber qué hacer o a donde ir.

—Oh, Karen, que gusto verte aquí. —Mi mamá saluda emocionada a la señora de cabello claro frente a nosotros. Besa apenas su mejilla y luego se separa para saludar al hombre a su lado.

—Oh, está es Samantha. Nuestra hija. —Mi papá me presenta y lo único que hago es sonreírle a los señores.

—Un gusto, querida.

—El gusto es mío. —Digo algo tímida sin quitar mi mirada de ambos.

—Mamá, dice mi hermano que- —La chica se queda callada cuando nos ve, mientras va bajando su teléfono. —Oh, lo siento.

One Shots (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora