Capítulo 14: Mentiras para el amor.

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Aylin.

He dicho muchas veces a los que me rodean: No te avergüences de quien eres ni de lo qué haces si lo disfrutas. No ocultes algo por miedo al rechazo. Sé libre.

Pero cuando las cosas se revelan duele más que ocultarlas. Todo depende de qué ocultes.

—¿Fue una buena decisión dejar que Aike y Nath se fueran juntos? —Inquirió Amber, murmurando a lado mío—. Tengo entendido que Aike es gay pues lo vi husmeando mucho en el perfil de un chico y lloraba mientras besaba la pantalla. O sea, eso no es raro yo hago lo mismo con mi novio. Pero Nath es medio raro, y como Aike es muy lindo... ¡¿Qué tal si lo confunde con una chica y le pide que lo ate?! ¡¿O sí brinca del carro?! Uff, me gustaría ver eso...

Los comentarios sexuales de Amber hicieron que derramara cerveza de mi boca. Era una buena chica aunque a veces tenía ocurrencias de otro mundo y casi siempre terminaban con algo sexual. Era como una muñequita con un chico encerrado dentro.

—Con mi pene podría... —Perdí el hilo de la conversación así que no sabía de qué hablaba ahora.

—Tú no tienes pene. —Alegué, empujando su cabeza al otro extremo—, no estás borracha pero aún así te portas como si lo estuvieras.

—Es mi espíritu animal, bebé. —Me lanzó un guiño.

Me reí en mis adentros, soltando aire por las nariz como una mala costumbre. Las fiestas no me apasionaban tanto como en mi juventud. Recuerdo que a pesar de estar en una banda juvenil unos cuantos meses nunca hice algo realmente alocado, me mantenía al margen.

Al cambiarme de instituto y detener mi afán de tomar cosas que no me pertenecían traté de cambiarme a mí. Me sentía con vergüenza, así que traté de portarme como debería y ocultar mi gusto por todo lo que fuera lindo.

Creo que me pareció hermoso el cuadro que pintaba Marshall en el club de arte. Intenté llevármelo y él me sorprendió. El piano que toco y la guitarra fueron cosas que él compartió conmigo, al igual que el gusto por hacer arreglos y cantarlos.

Mi primera vez en una fiesta masiva fue con él. Estaba explotando mi cabeza. Terminé vomitando pero estaba muy feliz. Tal vez lloré, pero eso ya no importa.

—Nos acostumbramos a las cosas con facilidad. No, ¿Mirt? —Eché mi cabeza sobre su hombro, tratando de elevar su barbilla con mis manos.

Los asientos estaban muy pegados. Trató de elevar su rostro para reírse sin entender lo que hablaba. Pero él no lo entendería, después de todo sus ojos grises solo ven gris y cuando perciben colores simples de verdad se emociona.

—Jeje.

Me gustaría volver a emocionarme por cosas simples. Igual que él o Aike, la niña que se oculta.

El mensaje de Dante encendió mi celular. Decía que ya estaba afuera y que su hermano vino con él pues acaban de dejar del trabajo. Eso ya lo sabía yo, ambos eran jóvenes que cargaban la responsabilidad de una herencia. Y con suerte un poco de sus billeteras sería para mis gastos si podía conquistar a uno.

—Bueno, con permiso. —Me levanté, apartando a Amber y Mirt de mis hombros.

La cerradura ya se había retirado desde hace más de media hora y los destrozos comenzaban a ser evidentes. Era complicado mantener una fiesta sin resultados así. Algunos incluso ya habían retirado la cinta de sus cámaras.

Dante me saludó al abrir la puerta con unas breves palabras.

—Buenas noches —murmuró, echando un ojo dentro—. Pensé que era algo más elegante.

Faded Song. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora