Aike.—Solo un poco más... —susurró Nath, manteniendo las palmas sobre la pared, acorralándome—. Mis manos están arriba. No te voy a poner un dedo encima, ¿sí? No estés nervioso.
Nath quería besarme. Cuando me lo dijo a los pocos días de comenzar a salir le pedí que no me tocara, no se sobrepasara conmigo y respetara mi asexualidad. Me sentí repugnada de usar algo importante para mí como mi postura en la comunidad asexual para así evitar contacto con él y que descubriera que solo soy una chica.
Nunca, hasta hoy, creí que ser mujer sería tan decepcionante para mí. Pero el ser hombre era tan aterrador que ni siquiera quería ser uno. No quería ser nadie, no quería tener que escoger entre uno u otro.
Quería escapar de lo que significaba tener un lugar al cual pertenecer con alguna etiqueta barata y con una pareja que mostraba que no podía estar solo, y que... No sabía cómo decirle "no" en el momento adecuado.
Nath se inclinó, presionando sus labios húmedos con sabor a cigarro contra los míos. Yo tenía sueño, quería ya entrar al apartamento y dormir. Pero estaba en la entrada del lugar, de madrugada, besándome con mi "novio".
—Pude ir esta tarde... —balbuceó, apartándose un poco sin alejar su frente de la mía—. Tomé el valor y fui con Anacleto, el chico del video, al cementerio. Gracias, manzanita, por haberme alentado. Te amo.
Nathaniel Enka era la única pareja que me encantaba en su totalidad. Lindo, que me respeta, estaba agradecido conmigo y es dependiente de mí. Odiaba que me encantara. No quería ocultarle nada, aunque lleváramos días saliendo, deseaba que nunca hubiéramos comenzado a salir.
Soy una mentirosa.
—¿No quieres irte muy lejos de aquí? ¿A otra ciudad? —Murmuré, elevando ambos brazos para tomarlo del rostro.
—Hace un tiempo quizás, ¿pero sabes, Aike? En realidad estoy bastante feliz ahora. Mis padres me han buscado y yo me siento mucho mejor. Es la misma ciudad pero comienzo a sentirla más viva que antes.
La forma en que lo dijo fue bastante alegre. Sonrió, mostraba plenitud en su mente y sus ideas. Centrado, orgulloso, observando un futuro que apenas comenzaba para él. Quería ver un mundo que no había visto antes: perdonarse.
—Yo también estoy feliz. —Me reí como tonto, dandole unas palmadas en la espalda para que me dejara ir.
La ciudad no es el problema. Solo quiero irme a marte, desaparecer.
—¿Por qué lo preguntas? —Se apartó con pasos cortos, cubriendo el color verde de sus ojos con el reflejo de sus anteojos.
—Por nada. Solo curiosidad. —Mentí para no hacerlo preocupar.
Dejé de aferrarme a sus brazos, le agradecí por el día de hoy e hice señas para indicar que se retirara. Esperó allí hasta verme entrar y cerrar la puerta. Me detuve antes de subir por las escaleras de madera, solo escuchando sus pasos alejarse del umbral. Me preguntaba en ese instante, si le abriera la puerta otra vez y le dijera que partiéramos, ¿me seguiría? ¿O tendría que irme sola?
Me da miedo la soledad, pero me duele un poco estar acompañada.
Sostuve el barandal y subí hasta el apartamento. Saqué la copia de mi llave que guardaba en mi tenis, abrí sosteniendo la puerta con fuerza para no hacerla rechinar y me esforcé por entrar sin despertar a nadie. Claro, eso no pasó y grité asustado cuando vi a Arlene en modo madrugada con pijama.
Tenía los ojos llenos de rímel corrido, su cabello con puntas moradas parecía el de Medusa. Masticó la rebanada de pan en su boca, su rostro parecía juzgarme pero sus acciones no. Se pasó el resto de comida con un vaso de agua, cerró el refrigerador y dirigió sus delgados labios hacia mí.
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Faded Song. {FINALIZADO}
Ficción General"Nadie puede decirte que no puedes hacer algo, independientemente de tu género, muéstrales la música que tus actos pueden crear". Un golpe de mala suerte llegó a Aike Ibars el día que debía presentar el examen de admisión a la universidad, perdiendo...