Aike.Me acobardaba el ser valiente.
—Gracias por acompañarme. —Le sonreí sin apartar la vista de los charcos en las calles de Shinda.
Los edificios se reflejaban en ellos, igual que pinturas en el agua. De no ser por el ambiente pesado sería un lugar nocturno perfecto para la vista y no peligroso para los niños.
—Cuando dijiste que podían navajearme tuve un inmenso placer de correr el riesgo, bro. —Me agradeció Nath.
—Sí, eres extraño. —Pensé en voz alta, tratando de sonreírle con nerviosismo.
Habíamos ido con Carmen. Stella no nos acompañó, solo nos dejó a los pequeños. Fue una noche agradable aunque yo seguía temiéndole a andar sola por las calles, así que le pedí indirectamente a Nath que me dejara fuera del barrio.
—¿Sabes, Aike? —Se puso en modo pensativo con una cara de galán fingida—, no deberías tener miedo. De hecho, lo mejor sería que aprendieras defensa propia o algo que te ayude a ganar musculatura porque te ves como una niña. Y recuerda, un hombre no debe verse débil. No es seguro.
Una mujer tampoco debe verse débil...
—De verdad eres un pendejo... —Murmuré entre dientes para que no me escuchara.
—¿Dijiste algo?
—Para nada.
Continuamos caminando en silencio. Nathaniel de verdad era una terrible compañía. Había intentando romper el silencio en el camino con preguntas que me dejaban pensando si acaso tenía un órgano al cual llamar cerebro.
—¿Te gustaría que te amarraran? —Sus fantasias lo hacían divagar con los ojos en los cielos y la boca apunto de tragar moscas.
—Cállate, por favor. —Le sonreí dándole unas fuertes palmadas en el omóplato.
—Perdón. —Dejó caer la cabeza como perro faldero.
Me disculparía de no ser porque eso hice hace doce minutos y retomó la platica de diferentes afrodisiacos.
Los barrios bajos tendían a deprimirme. Me hacían pensar que mi condición actual no era nada en comparación a ellos y que no merecía estar triste. Pero algo sabía, y aunque no aplicara en mí por los sentimientos de culpa, era claro: Cada quien vive en sus propias condiciones y tienen su propio medidor de límites, por eso nunca podemos suponer los sentimientos de los demás o hacerlos menos.
Tienes un techo Aike, ¡sé más positiva!
Me detuve en seco, haciendo una pose de vencedora para animarme a mí misma. Me repetí que era fuerte y por alguna extraña razón lo expresé con pequeños saltos de boxeador. Estaba emocionada, era una nueva aventura y debía enfrentarla con seguridad.
¡Puedes hacer los amigos que nunca pudiste en la escuela!
—¿Por qué brincamos? —Nath me hizo girar sin detenerme, mientras él imitaba las mismas poses que yo—. ¿Nos vamos a romper la cara? Que agradable.
—Sí, ¿por qué no? —Continué dando brincos en los pequeños charcos de agua almacenada.
—En serio lo disfrutaré. —Después de su risa, lanzó el primer golpe en cámara lenta que yo esquivé.
Le voy a...
Unos chicos con palos salieron de la callejuela de a lado, observándonos con medias sonrisas amargas. Nath y yo nos miramos unos momentos, hasta que él reaccionó y me dio un empujón para que comenzáramos a correr fuera de ahí.
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Faded Song. {FINALIZADO}
Ficção Geral"Nadie puede decirte que no puedes hacer algo, independientemente de tu género, muéstrales la música que tus actos pueden crear". Un golpe de mala suerte llegó a Aike Ibars el día que debía presentar el examen de admisión a la universidad, perdiendo...