Capítulo 17

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Mientras el bebé duerme sobre el sillón de mi sala, me mantengo a una distancia considerable, observándolo y pensando en cómo fui tan poco convincente con Kathy. Yo sabía que esto era una locura, no puedo hacerme cargo de un niño, no tengo idea de como hacerlo y tampoco quiero aprender.
Y ¿En que rayos estaba pensando ella? En esta casa se ha cometido un asesinato, viene a meter a su bebé a la boca del lobo, ¿Tan desesperada se encuentra?
El pequeño, entre dormido, lleva la mano a la altura de su boca y comienza a chupar su pulgar, provocando así que la manta que le ha estado cubriendo, se baje lo suficiente para que se le pueda ver el rostro, es debido a ello que con prisa desvío la mirada hacia a otro lado.
Camino prácticamente de puntillas de pie hasta la habitación, mientras no dejo de pensar qué tan peligroso es el marido de Kathy cómo para que prefiera esto, a dejarlo con él. No sé por qué una parte de mí, sigue pensando en ese hombre como culpable de lo que le ha sucedido a Jimin, a pesar de que eso sea imposible. Quizá se deba a que necesito culpar a alguien, estoy completamente en blanco y comienzo a pensar que esto se quedará así, otro maldito caso de asesinatos en esta horrible ciudad, sin resolver.

Abro lentamente la puerta, procurando que esta no haga ruido al ser abierta, y me quedo atónito con lo que veo.
A Jimin se le han agotado las hojas y ha continuado dibujando en las paredes, pero ¡Por dios! Eso ya no son rosas, ni mariposas, ni códigos extraños, ahora es la silueta de un hombre, una silueta con ojos rojos, y… un cuchillo ensangrentado, ¿A caso es el arma homicida?
Doy un paso hacia adelante y veo que también ha dibujado sobre el escritorio. Es un anillo, claramente veo el dibujo de un anillo, ¡Son pistas!, ¡Esta vez son pistas cruciales!
Aquellos dibujos en mi habitación no son agradables, de hecho me hielan la sangre. Pero, no puedo borrarlos, Jin los tiene que ver.
Camino hasta Jimin, y tomándolo del brazo, lo guío hasta la cama y hago que se siente.
Suspiro y le toco el rostro con ambas manos, quiero que me mire. Por más que aquellos ojos han perdido su luz, necesito verlos, encontrar un atisbo de lo que Jimin fue alguna vez. Necesito que me trasmita esa tranquilidad, tal como lo hacía antes. No puedo con todo esto solo, lo necesito a él conmigo.

—Jimin, ¿Qué guardabas en tu casillero?, por favor, sé que me entiendes. ¿Podrías dibujarlo para mí? Ayúdame a encontrar tus pertenencias, ayúdame a entender por lo que estabas pasando, te lo ruego. —Lo miro prácticamente con lágrimas en los ojos.

Jimin me mira. Me mira sin mirar. Me mira como si no estuviese en aquella habitación conmigo, me mira tan solo porque mantengo ambas manos alrededor de sus mejillas y lo estoy obligando a hacerlo. Él no está aquí.
Por momentos, he sentido que ha ido recuperando su humanidad, que se fue poco a poco recuperando del estado inerte; y es que a veces interactúa con las cosas que lo rodean, a veces incluso me observa y estoy casi seguro que quiere comunicarse conmigo, pero otras… otras veces simplemente pienso que estoy enloqueciendo y que nada de ello es cierto.

—Jimin, te lo ruego. —Vuelvo a decir, esta vez en susurros.

Entonces, este se voltea alejándose de mi agarre y camina hasta dónde su lápiz se encuentra. Lo toma y camina lentamente hasta un espacio vacío en la pared y comienza a dibujar.
Lo observo detenidamente, completamente absorto a cada trazo que hace. 

Finalmente, distingo dos siluetas, ¿A caso está intentando de nuevo repetir aquella figura siniestra que hizo hace un momento? Pero, esta vez las siluetas comienzan a tener forma, sus ojos no son sangre, y tienen nariz y labios y dejan de ser figuras para convertirse en dos personas.
Doy un paso más adelante y entonces veo que uno de ellos tiene un rastrillo, ¡Claro!, Jimin está dibujando el cuadro de Grant Woods que tenemos en la sala, ¿Pero qué puede estar queriéndome decir?
Luego encierra el dibujo a medio hacer en un cuadrado, aquello tan solo me da la certeza de que sí es el cuadro que tenemos en la sala.
Quiero ir a ver qué puede esconder el cuadro cuando comienza otro dibujo. No. Esta vez está escribiendo un número, lo hace tan lentamente que exaspera mis nervios.
El número 13, luego encierra el número en un rectángulo y dibuja un punto negro en la parte superior, ¿Qué querrá decir ello?
Al ver que ya no dibuja, corro hasta la sala, aminorando la marcha al recordar que el bebé duerme allí, y camino, otra vez de puntillas, hasta dar con el cuadro.
Lo miro fijamente, pero no veo nada, entonces, lo tomo de los extremos para descolgarlo, quizá haya algo detrás de él como suele haber en las películas. Pero no hay nada. Ni en la pared, ni detrás, ni en frente. La nada misma.
Definitivamente tendré que llamar a Jin, él es bueno para descifrar la mente de Jimin, yo no sirvo para ello. 

Justo cuando quiero regresar a la habitación, escucho un leve quejido e inevitablemente miro hacia donde el bebé se encuentra. Este está tallándose los ojos y bostezando, despertándose de su larga siesta.
No sé por qué me quedo allí, estático como piedra, cómo si le tuviese miedo.
Puedo ver cómo finalmente abre los ojos, mirando todo a su alrededor, y no pasa ni un segundo cuando lo inevitable sucede. Comienza a llorar y lo hace tan fuerte que no entiendo cómo puede sacar semejante sonido de unos pulmoncitos tan pequeños.
Llora cómo si lo estuviesen torturando.
Camino tembloroso hacia él y lo toco, pero al ver mi rostro desconocido, comienza a llorar, gritar y patalear aún con más fuerza.

Es un niño muy tranquilo, no te dará problemas”  

¿Qué tiene de tranquilo?, Sin tener idea cómo hacer para que se calme, voy hasta la mochila que me ha dado Kathy y busco el biberón. Este está con leche en polvo en su interior, así que nerviosamente camino trastabillando hasta el grifo de la cocina y lo lleno hasta la mitad con agua tibia. Regreso con prisa y le estiro el brazo para que la tome, pero lo único que obtengo, es que arroje el biberón al suelo de una patada. ¿Cómo ese pequeño piececito puede tener tanta fuerza? 
Levanto el biberón, lo apoyo sobre la mesa de café y trato de hablarle con toda la calma que me es posible, pero nunca me han gustado los niños y es algo mutuo, ellos nunca me han querido a mí tampoco. Jimin solía decir que era por mi voz tan grave. Él, en cambio, les hablaba dulcemente, en un suave arrullo y en seguida tenía a todos los niños a su alrededor como abejas en la miel. Pero, si ahora el pequeño llegase a ver a Jimin, estoy seguro que comenzaría a berrear con más fuerza, ya que este no solo que no habla, sino que luce como un transeúnte en pleno Halloween.
Bien, ya se cansará de llorar, ¿Cuánto puede estar gritando un bebé?
Me siento en el sillón de enfrente, saco mi móvil y busco con qué entretenerme. Así pasan los segundos, los minutos…una hora.
Ya ha oscurecido y siento que mis tímpanos están a punto de sufrir un desgarro si escuchan un llanto más.
Así que tomo al pequeño entre mis brazos, me siento en el sillón, y a pesar de que quiere librarse de mí agarre dándole pataditas al aire con suma energía, meto el biberón a su boca y cómo un milagro caído del cielo, comienza a beber.
Me relajo un poco al notar que ya ha dejado de llorar, al parecer tanto gritar lo ha dejado hambriento, la leche incluso ya no está tibia, pero él la bebe con gusto.
Quiero intentar limpiar sus lágrimas cuando, aún prendido al biberón, me mira directamente a los ojos. Me quedo helado. Sabía que no debía mirarlo, fue un error, un maldito error. Ese pequeño es la reencarnación de Jimin. Tiene esa luz en su mirada, la misma con la que Jimin me cautivó. Aquellos pequeños ojitos, completamente llenos de lágrimas pero tan vivos; tan brillantes y vivaces. Él me observa curioso sin dejar de beber, y entonces me estira su mano. Aquella mano tan pequeña de dedos tan cortitos y diminutos, no puedo evitar sonreír al ver cuan parecido en todos los aspectos es a su padre. Y al parecer, tienen el mismo carácter. Ambos tan dulces, tranquilos, de ternura envolvente, y de un momento a otro tan caprichosos y testarudos como el mismo infierno. 
No puedo dejar de contemplarlo, ese niño hace que sienta una repentina calidez en mi corazón, algo que había perdido y jamás creí recuperar.


¡No falta mucho para el final!
Gracias por leer, os quiero.

—¡No falta mucho para el final!Gracias por leer, os quiero

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Killing Death || Yoonmin [CONCLUÍDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora