Cuando el despertador de Sonic sonó, lo primero que hizo Garfield fue llevarse las sábanas a la cabeza y fingir que el mundo no existía. No quería enfrentar la realidad, porque era consciente de que tarde o temprano acabaría decepcionándose. Era mejor quedarse en cama, al lado sus cómics de ciencia ficción, donde la amargura no podría alcanzarlo y él podía jugar videojuegos todo el día, lejos, siempre lejos de la escuela y de sus amigos. Lo que menos quería en esos momentos era verles la cara a sus amigos. Imaginárselos le daba dolor de cabeza. Así, decidió hacerse el desentendido y olvidarse de los problemas por un rato.
En el sueño, no tenía por qué pensar en nada.
Permaneció así un buen rato, esperando por que el insoportable sonido de la alarma menguara. Sin embargo, la paz que sintió apenas esta terminó de sonar le duró poco, pues escuchó el familiar chirrido de la puerta de su habitación abriéndose, seguido de la voz más dulce del universo.
—¡Eh, renacuajo! ¡¿Qué horas de levantarse son estas?!
Sintió que las sábanas que lo cubrían eran apartadas de un tirón. Él, atontado como estaba por la modorra del sueño, solo atinó a hacerse bolita en el colchón, apretando los párpados para que la luz no le molestara.
—Ahora no, má...
—¿Que acaso no escuchaste el despertador?
Garfield, muy a su pesar, entreabrió los ojos. Tuvo ganas de sisear, cuan murciélago enfurruñado, ante la claridad de un nuevo día que osaba levantarlo de la cama. Al principio todo estaba borroso y le daba vueltas la cabeza, pero poco a poco las imágenes volvieron al sitio de siempre y pudo avistar el castaño, ondulado cabello de su madre, quien lo miraba con la expresión de una leona furiosa.
—¿Estás enfermo entonces? Si estas enfermo, avísame, ¿sí? Para traer el balde con agua y quitarte las ganas que tienes de faltar a la escuela.
El sueño huyó de Garfield como si también hubiera escuchado esas palabras. El muchacho pegó un salto, incorporándose en la cama y, sin ser muy consciente de lo que hacía, puso la espalda recta mientras hacía un absurdo saludo militar.
—¡Sí, vieja!
—¿Qué me has dicho?
El chico tragó saliva.
—¡A-Ahora mismo, má!
La mujer lanzó una risita gutural, de esas que hacían creer que se burlaba del sufrimiento de sus víctimas. Su salvaje melena rizada le daba el aspecto de un depredador hambriento. Al final, le enseñó una amplia sonrisa, cruzando los brazos sobre su pecho con gesto de suficiencia.
—Está bien, renacuajo. Baja antes de que se me enfríen las tostadas.
Y con esto, su madre le aventó las sábanas sobre la cabeza. Cuando el chico se las apartó, ella ya había salido del cuarto. Al ver que la presencia intimidante de Marie se había evaporado de la estancia, se desinfló, soltando por la boca todo el alivio que le producía saber que se había salvado de una.
Entonces, sus ojos se desviaron hacia una segunda presencia en su habitación, una más grande y peluda.
Sauron lo miraba con un brillo divertido en sus ojillos negros. Tenía las fauces abiertas y la lengua afuera, una expresión que le daba el mismo aspecto de alguien sonriendo. Garfield no quería pensar que se estaba burlando de él. Quizá solo había subido a su habitación acompañado de su madre y se había quedado allí, intuyendo la situación, esperando que se levantara para que le dieran de desayunar.
—¿Y tú qué miras? —le dijo de mala gana.
El enorme labrador, sin abandonar su expresión risueña, le contestó con un par de ladridos. En un arranque de confianza, se subió a su cama de un salto y se acomodó entre sus piernas, reclamando un poco de atención.
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From outer space
FanfictionStarfire vino a la Tierra como lo haría una estrella fugaz que ha perdido el camino. Y Dick Grayson la encontró como quien se topa con algo que no sabe que cambiará su vida para siempre. Lo que ninguno sabe es que, mientras ella permanece oculta en...