Estaba preparando su bolsa de dormir cuando la vio separada del resto, según sus viejas costumbres. No pudo evitar sonreír al recordar a esa criatura solitaria que se pasaba el día rehuyendo las multitudes, buscando el pupitre al fondo del salón para evitar destacar demasiado.
De pronto, la escena se le antojó irreal. Su figura se volvía transparente, sus pensamientos cobraban forma en el horizonte. ¿Ella estaba allí realmente? No lo sabía. Aún después de dos años de amistad, no lo sabía. Desde el principio de los tiempos, Rachel parecía tener la capacidad de desvanecerse en un parpadeo. En un momento estaba allí y al otro, era tragada por un portal negro que la dejaba al otro lado del mundo.
Era cierto, tal vez los extraterrestres no eran los únicos que tenían súperpoderes.
Dick dejó de percibir la tela acolchonada de la bolsa entre sus manos. Sin percatarse, su cuerpo ya había empezado a flotar por su cuenta en dirección a la chica. Se posicionó a su lado y se recostó en el suelo con los brazos cruzados detrás de su cabeza. Soltó un largo suspiro. Dentro de esa conmoción inconsciente, Rachel se inclinó sobre él y le dio una mirada para nada sorprendida. Desvió la vista, meditabunda, para luego imitar su posición y echarse sobre la hierba. Sus pálidas manos descansaban sobre su estómago.
-¿Qué haces? -susurró al viento.
Una sonrisa involuntaria se extendió por su rostro.
-¿Marginándote otra vez?
La escuchó lanzar un resoplido de risa. Observó por el rabillo del ojo. Ella también estaba sonriendo.
-Para nada.
Pasaron unos segundos de silencio. El canto de los grillos ocultos en la tierra y el susurro del viento eran los únicos sonidos del ambiente.
Rachel hizo una mueca con la boca.
-Solo estaba... meditando.
-Antes solías meditar mucho.
-Antes era una necesidad.
Él asintió. Esa forma de perderse a sí misma era un aspecto que la había acompañado desde los albores del tiempo. Por segunda ocasión en la noche, su mente regresó a los pasillos de la escuela y al olor a papas fritas de una cafetería abarrotada. Rachel ya estaba esperándolos en la mesa de siempre, con la bandeja del almuerzo entre sus manos. El cuervo que adornaba la cremallera de su mochila tintineaba con gracia. ¿Era esa niña, seria y cerrada, la misma chica de ojos sabiondos que tenía a su costado?
Dick evitó que una sonrisa nostálgica lo delatara. En el silencio, incluso sus gestos podrían ser escuchados con facilidad.
-¿Recuerdas cuando nos conocimos? -murmuró al viento, y el tiempo se detuvo.
La realidad se volvió borrosa para dar paso al recuerdo: las imágenes, los sonidos, los colores perdieron su sustancia. En menos de lo esperado, él volvía a ser un estudiante normal que se paseaba por una escuela normal, cargando una mochila roja en su espalda.
⭐
El muchacho que había sido por esa época andaba por la secundaria con tranquilidad. Sus dos amigos lo esperaban más atrás, hablando entre ellos sobre la final del campeonato de baloncesto. Garfield bufó con molestia, pues, a esas alturas, ya se estaba cansando de usar ese ridículo traje de ballena. Con disimulo, puso los ojos en blanco. Esa clase de conversaciones se había hecho habitual en los últimos meses, justo después de recibir el balonazo en la cara que le cambiaría la vida por completo. La otra mitad de sus discusiones se trataba del rubio enseñándoles videos acerca de cómo procesaban la carne en las grandes empresas alimenticias.
ESTÁS LEYENDO
From outer space
FanfictionStarfire vino a la Tierra como lo haría una estrella fugaz que ha perdido el camino. Y Dick Grayson la encontró como quien se topa con algo que no sabe que cambiará su vida para siempre. Lo que ninguno sabe es que, mientras ella permanece oculta en...