From outer space

17

No se había percatado del momento en que habían dejado a los gigantes grises atrás. Según tenía entendido, el paisaje de la ventana no había cambiado. Demás autos pasaban por su lado, niños corrían por la acera, la sombra de un edificio ambulante se proyectaba sobre él para esfumarse al primer segundo y ser reemplazada por una idéntica al siguiente: un sinsentido de película corría frente a sus ojos, muda y vacía. Por ello no supo cuándo se fueron los enormes rascacielos. No supo cuándo los edificios se hicieron más y más pequeños hasta desaparecer por completo. Entonces vinieron los rayos de la tarde impactando contra su retina para conducirlo a través de un portal dorado. Al fijarse mejor, se dio cuenta de que el auto perseguía al sol poniente, mientras nubes errantes flotaban con pereza en el cielo amarillo. Y cuando menos se lo esperaba, ya se hallaba rodeado de hierba resplandeciente como la aurora.

Su atención se desvió hacia Starfire, sentada junto a la ventana. Observaba el mundo con un brillo especial en los ojos, y de tanto en tanto lo llamaba para invitarlo a ver un nuevo descubrimiento que hacía. Un árbol con forma extraña, algún ave pasando fugazmente por su lado. Su fascinación por todo la hacía lucir igual a una niña pequeña. Pegaba sus manos al cristal como si pudiera atravesarlo con los dedos y volar hacia aquellos campos de verdor exquisito. Sus grandes orbes devoraban cuanto se hallara junto a la carretera, maravillada con las distintas formas de vida que encontraba. ¿Tendrían valles así en Tamaran? Cuando Dick se inclinaba hacia ella para observar eso que deseaba enseñarle, sonreía por dentro, rememorando los parajes que ella había visto en el televisor. Ahora la imagen de la pantalla traspasaba la realidad, abriéndose delante de ellos bajo la forma de un atardecer naranja y océanos color esmeralda.

-Dicen que en lugares así hay ardillas y ratones. ¿Crees que nos encontremos con la madriguera de un ratón? Nunca he visto uno, salvo en la televisión, claro. Pero esto sería diferente. Sería muy, muy diferente, ¿no crees?

Dick solo se encogía de hombros, sonriendo.

-Es probable.

De rato en rato lo asaltaba la preocupación. A medida que las ruedas giraban y la autopista se alargaba bajo sus pies, una ligera comezón crecía en su interior. Era imposible evitarlo. Le hacía arrugar el ceño, fruncir los labios o rascarse un brazo. En casa, se la había pasado sentado sobre el sofá, pensando en ese presentimiento.

Las maletas yacían a un lado, en el suelo de la sala. Raven y Garfield habían sido los primeros en irse y en volver, de modo que allí estaban los cuatro, esperando el llamado de su lunático amigo amante del baloncesto.

Cuando escucharon la bocina del auto, el rubio se levantó como un resorte a abrir la puerta, asiendo su propia mochila con una mano. Rachel siguió sus pasos, y entonces llegó su turno. Starfire permananeció inmóvil en su lugar, a la espera de su reacción. Sin embargo, Dick solo podía quedarse en el sofá, observando un punto indefinido en el espacio. Estaba pensando, ¿pero en qué? Quizá no razonara en nada. Puede que no estuviera más que perdido en su propia cabeza, tratando de asimilar la sensación que lo había asaltado hacía unos minutos, similar a una densa neblina que ahogaba el resto de sus sentidos.

Se sentía ajeno a ese plano de la realidad. Su cuerpo estaba allí, pero su espíritu flotaba muy lejos, igual que los globos de helio que se pierden en la tropósfera.

-Dick -llamó la extraterrestre, sacudiendo su hombro con delicadeza.

En ese instante reaccionó. Esbozó una sonrisa de «no pasa nada» y se aseguró de que el cabello de Starfire quedara bien cubierto bajo un sombrero de ala ancha que Rachel había tomado prestado de su madre. La salida no representaba un gran peligro. Después de todo, solo iban a cruzar la entrada de la casa, mas su corazón se agitaba de solo pensarlo. Esa era la primera vez que la chica salía al mundo.