Dick entreabrió con pereza los párpados. La luminosidad del día aguijoneó sus pupilas con un hormigueo que le hizo pestañear varias veces hasta acostumbrarse. Un ave trinó en algún lugar del campo y él ahogó un bostezo, dejándose arrastrar por últimos vapores del sueño.
Se movió un poco entre las mantas hasta dar con algo suave en el medio. Al bajar la vista, se topó con una cabecita pelirroja y un semblante profundamente dormido. Starfire estaba enroscada a su lado, respirando con tranquilidad. Sus cabellos estaban esparcidos sobre las cobijas, y algunos mechones llegaban a rozar las hojas de césped que no quedaban aplastadas bajo la bolsa de dormir; sus labios entreabiertos dejaban escapar leves ronquidos, y sus ojos cerrados parecían albergar una paz que a él por entonces se le hacía demasiado lejana.
La imagen, en conjunto, le hizo sonreír. Por un momento deseó poder despertar así todos los días, pero la advertencia de su mejor amiga se coló entre las memorias de la noche anterior, derrumbando el bonito mundo idílico que había creado en su mente.
«Debes empezar a desprenderte de ella desde ahora. Así la partida será menos dolorosa para ti. Y para ambos».
Como si quisiera llevarle la contraria a Rachel, se pegó más al cuerpo de Starfire y apoyó su barbilla sobre su cabeza. Antes había intentado deshacerse de esos sentimientos y no había resultado bien para nadie. Separarse les hacía mal. ¿Qué sentido tenía si al final volvían a estar juntos? Con todo lo que le había costado aceptar esa emoción que le ardía por dentro, lo mejor que podía hacer era disfrutarla.
Además, ¿cuántos afortunados en la Tierra podían decir que eran correspondidos por la chica o el chico que les gustaba?
Así se decidió. Si iba a separarse de la extraterrestre, lo haría cuando vinieran los de su planeta a llevársela, no por voluntad propia. Hasta entonces, aprovecharía al máximo el poco tiempo que tuviera disponible con ella.
«Lo siento, Rachel. No puedo hacer esto».
Con una sonrisa como de alegría y de derrota, inclinó el rostro y depositó un pequeño beso sobre la frente de la tamaraneana. Su flequillo pelirrojo le hizo cosquillas en la nariz. Intentó ser delicado, para no despertarla, y salió de la tienda empleando movimientos sigilosos.
Afuera el brillo solar era más intenso que dentro de la carpa, por lo que bizqueó de nuevo. Hizo una visera con las manos y miró hacia arriba. Por la posición del sol, debían de ser cerca de las diez u once. El tacto de la hierba caliente bajo sus pies le quemaba un poco, pero era una sensación agradable dentro de todo. Filtrado entre el olor de las plantas, un aroma a tocino le llegó de golpe a la nariz, haciéndole salivar. Escrutó en la distancia, solo para encontrarse a Víctor de pie junto a una parrilla eléctrica, bajo el viejo roble. Humo blanco brotaba del asador.
Rachel estaba con él, acomodando platos sobre una manta de cuadros rojos y blancos. No vio a Garfield merodeando por allí. Si lo conocía bien, lo más probable era que siguiera durmiendo.
—No estabas en tu tienda —comentó la chica cuando lo vio acercarse.
Dick se atoró con su saliva. Pudo ver que Víctor le lanzaba una sonrisa burlona desde su lugar.
—Fui a buscarte. Para preparar el desayuno —ahora ella también sonreía—. No estabas.
—Yo... salí a buscar un baño.
—¿Y nuestra invitada del espacio te ayudó a hacerlo?
Vic soltó una carcajada. Dick miró a su amiga enarcando una ceja.
—Veo que te levantaste de buen humor.
Desde un principio intuyó que sabría que había pasado la noche con Starfire, aunque saberse descubierto por ella no le afectaba mucho. También era cierto que debía encontrar una forma de soportar las bromas de Víctor por el resto del año, pero no estaba pensando en eso. En esos momentos, estaba más preocupado por Rachel.
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From outer space
FanficStarfire vino a la Tierra como lo haría una estrella fugaz que ha perdido el camino. Y Dick Grayson la encontró como quien se topa con algo que no sabe que cambiará su vida para siempre. Lo que ninguno sabe es que, mientras ella permanece oculta en...