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Siempre me ha sido demasiado difícil plasmar en el viento con palabras lo que siento y pienso. Dar a conocer mis ideas, mis deseos, mis gustos... todo lo que me hace ser yo, lo guardo como un preciado tesoro en lo más profundo de mi ser.

Por miedo.

Me aterra ser el centro de atención. No soporto escuchar a alguien hablar mal de mí, me rompo completamente. Aunque me esmere en ocultarlo, soy demasiado frágil para mi bien. No sé relacionarme con las personas.

No puedo.

Conectar el corazón a la mente es imposible para mí. En mayor parte porque acostumbro a ser un poco (demasiado) egoísta y muy objetiva. No me gusta el conformismo, la rutina, lo ordinario. Prefiero probar de todo, ampliar la mente y ver las cosas de la mejor manera en la seguridad de mi soledad.

Soy más de pasar el fin de semana en casa escribiendo, que ir de fiesta. Te confieso que soy muy solitaria, me gusta serlo. Siento que así es como me demuestro que me amo. Compartir tiempo conmigo misma y disfrutar la soledad como un tiempo donde sólo estoy yo y nadie más puede juzgarme. Tener tu propio espacio donde nada más importa que uno mismo es terapéutico y liberador.

Me siento más libre entre las cuatro paredes de mi habitación, que allá afuera.

Pero... algo cambió.

Últimamente ya nunca estoy sola. Hace tiempo dejé de estarlo. No importa lo que esté haciendo, en donde esté, ni si estoy ocupada o no. Siempre estás tú. Tu recuerdo se convirtió en una sombra que me obscurece la mente y no me deja pensar en nada más.

Empiezo a dudar de mi moral.

¿Estaré haciendo lo correcto pensando así de ti? ¿Estará bien soñarte a mi lado todas las noches y verte por la mañana junto a tu novia? Siento que no. Siento que me estoy faltando al respeto, que de verdad estoy loca, siento tantas cosas y nadie parece notar el infierno bajo mi piel.

Te quiero, pero me amo más a mí.

Por favor, deja de robarte mi soledad con tu ausencia.

-Cosette.

Cartas al viento © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora