Cosette

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Las lágrimas caían libres por mis mejillas. Una tras otra. Todo estaba oscuro y la cabeza me daba mil vueltas. Los oídos me zumbaban al grado de provocarme la peor de las migrañas.

Y ahí estaba de nuevo, destrozada.

Lo único presente era mi llanto en la lejanía. Sólo veía dolor, desconsuelo y angustia. Me ardían los ojos y la garganta, como si de esa manera se manifestaran todas esas cosas que nunca dije y que me consumían desde dentro.

Era un sueño.

Todo era frío y oscuro.

Temblé, encogida contra la pared. Mis piernas flexionadas estaban junto a mi pecho y mi cara entre mis rodillas.

No quería ver nada. Me dolía todo.

Y escuché su voz:

—Centras toda tu tristeza en él porque te hace sentir la atención que otros no te dan.

—Eso no... —intenté desmentirla en un suspiro ahogado, pero me interrumpió.

—Él no es para ti. No necesitas a nadie para brillar.

—¡Ya cállate! —grité entre mi aflicción.

—No justifiques tus complejos con la actitud de los demás.

—No lo hago —sollocé, mirando la bañera tiñéndose poco a poco de sangre.

Mi sangre.

Mis heridas.

Lo último que miré antes de caer inconsciente.

Cartas al viento © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora