Atravesé la entrada del cementerio y me fui directo hacia la descuidada tumba de Emilie. No me había sentido nada bien en los últimos días, por lo que decidí hacerle una pequeña visita a mi hermana. No lo hacía con frecuencia, no me gustaba estar en ese tenebroso lugar, pero en estos momentos eso me daba igual.
El sol ya empezaba a ocultarse, creando un precioso atardecer. La cálida luz anaranjada me tranquilizó un poco. Avancé entre las demás lápidas por uno de los pequeños caminitos de tierra hasta que llegué a donde se supone me esperaba mi hermana.
Pero no estaba sola.
—¿Kyle? —musité en su dirección, confundida, haciéndolo alzar la vista de su tumba hacia mí—, ¿qué haces aquí?
Él estaba sentado sobre la tumba de al lado. Lucía triste, pensativo, demasiado como para ser alguien que no la conocía.
Se puso de pie lentamente y se frotó con nerviosismo las palmas de las manos en el jean oscuro que traía puesto, bajando la vista.
—Yo estaba... —balbuceó, algo perdido. Miró en todas direcciones como si estuviera buscando alguna excusa, hasta que no la encontró y terminó encogiéndose de hombros, rendido—. Recordándola.
Eso me tomó por sorpresa. Mucho. Fruncí el ceño y rápidamente empecé a especular cosas.
—¿Eran cercanos? —me atreví a indagar, manteniéndome tranquila.
Kyle parecía asustado, como si no se hubiese imaginado esta situación ni en mil años. Yo igual me sentía algo incómoda y sorprendida, pero no me molestaba. Al contrario, me dio mucha curiosidad.
Se animó a mirarme y asintió quedamente, sosteniendo su característica aura reservada.
—Sí —suspiró al final, más cohibido de lo que me hubiese imaginado verlo alguna vez—, algo así.
Doble shock.
No pude ocultar mi desconcierto del rostro. ¿Cómo era posible aquello?
—No tenía ni idea —puntualicé con asombro, imaginándome aquella desconocida relación. Kyle intentó acercárseme, seguro para irse tras su momento arruinado, pero no lo permití—. Oh, no, no te molestes —alardeé, apenada, indicándole que no tenía por qué irse—. Quédate, no importa.
Mi voz era dulce y melosa, como siempre. No acostumbraba a mostrar mucho mis pensamientos o emociones, y así estaba bien. ¿Por qué querría llorar frente a Kyle? Ese había sido mi plan en un inicio, llorar junto a Emilie para desahogar un poco mis angustias internas. Pero con él aquí eso parecía lejos de ocurrir.
Kyle asintió, aceptando mi petición, y se volvió a sentar donde mismo. Agradecí mentalmente que no hiciera preguntas de más, no sabría cómo responderle sin romperme ahí mismo.
Me senté a su lado sin decir nada y disfruté la compañía que no sabía que quería.
No podía creer que estuviera con él. El silencio no fue incómodo, para nada, cada uno estaba sumergido en su mente y respetamos eso.
Entre mis brazos llevaba un pequeño ramo de rosas. Me les quedé viendo sin mucho interés, sintiendo mi corazón yendo al compás de la fina brisa que circulaba por ahí.
—Emilie y yo apenas y nos conocimos —volvió a hablar Kyle de pronto, rompiendo el pacífico silencio.
Eso reavivó mi desconcierto.
—Entonces, ¿qué estabas recordando? —inquirí, volteando un poco la cara para poder verlo.
—Lo que quisimos y no hicimos —me aclaró en voz baja. Su voz se tornó profunda y reflexiva, como si estuvieran removiéndosele los sentimientos por dentro—. Estábamos empezando a salir cuando ocurrió todo.
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Cartas al viento © [COMPLETA✔]
Teen Fiction"Querido crush: Escribo esto para que sepas que te quiero, pero si lo estás leyendo en este momento, significa que ya dejé de hacerlo". ⚠ ADVERTENCIA: Demasiado triste para personas de baja autoestima, cansadas y la mente hecha mierda como yo. Léase...