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Falté a clases unos días. De un principio no quise hacerlo, creí que no había sido la gran cosa y estaba convencida de que sería algo pasajero, que todo desaparecería junto con las marcas. Pero después entendí que en realidad sí lo necesitaba. Lo entendí cuando no tuve la fuerza mental para hacer algo tan cotidiano y sencillo cómo salir a la calle. Mi piel parecía seguir sometida en ese momento de angustia total. Mi corazón se retorcía de miedo en mi pecho cada vez que me quedaba sola en casa e inevitablemente las lágrimas me empapaban el rostro. Era horrible sentirse en peligro, la rabia me desgarraba por dentro.

Me sentía extraña, como si de repente me hubieran arrebatado la paz y la tranquilidad para dejar un frustrante vacío.

Bueno, prácticamente eso fue lo que ocurrió: me despojaron de mi pacífica ignorancia y me lanzaron a la impotencia de la realidad.

Dos desconocidos me quisieron tocar a la fuerza, llegándome de sorpresa y doblegándome a golpes. De suerte, alguien estuvo para detenerlos, pero si no hubiese sido así no quiero ni imaginarme lo repugnante que me sentiría ahorita mismo y el resto de mi vida.

Durante años, jamás les presté atención a todos esos movimientos feministas, LGBT+, BLM, aborto legal, etc. Todas esas personas que alzaban la voz porque estaban cansadas de callarse, de sufrir maltratos, de vivir temerosas en el silencio sólo por ir contra la "naturaleza" impuesta por mentes cerradas, retrogradas, egoístas, ignorantes y misóginas.

Y comprendí que, aunque no lo suframos en carne propia, no significa que no exista.

Los tiempos cambian, pero las personas no. Desde siempre han existido las distintas preferencias sexuales, los abusos, el creciente maltrato hacia las mujeres, los feminicidios. Que gracias a la comunicación y a lo mucho que hemos evolucionado como humanidad, ahora tengamos el valor de alzar la voz y luchar contra todas esas injusticias, no significa que no hayan existido desde mucho antes.

No me violaron, ni me asesinaron, pero me quitaron las ganas de usar vestido, de salir sola a la calle como cualquier otra persona, de ser mujer. De pronto me aterraba mostrarme al mundo y sentir que en cualquier momento alguien me va a hacer daño justificándose con que yo tuve la culpa por "provocarlo".

Mi madre me dijo: "tienes que ser valiente".

Y yo le contesté: "no debería sentirme valiente al salir sola, debería sentirme libre".

No sé por qué estoy haciendo escribiéndote esto, pero tenía que expresarlo. De alguna manera estas líneas me transmiten cierta paz, la misma que justo ahora necesito tanto.

-Cosette.

Cartas al viento © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora