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Comienzo a sospechar que tal vez sea igual de impulsiva, bipolar y destructiva que la alcohólica de mi madre. No me importo nada, ni nadie en ese momento. Todo se desvaneció a mi alrededor en cuanto tus labios se apoderaron de los míos, lanzando por los aires mi estabilidad mental.

Soñé con esto demasiadas veces, en distintos lugares y diferentes situaciones. En cada una de ellas era de ensueño, eso te lo puedo asegurar. Quise que fuera exactamente igual. Me dejé llevar, disfruté el momento con una euforia arrasadora y no te detuve.

Nunca estuve tan cerca del cielo.

Quería más. Mi cuerpo necesitaba más.

Pero antes de que lo procesara todo con claridad, caíste rendido en mi cama.

Los fuegos artificiales no cesaron. Mi corazón estaba hecho un desastre, como nunca antes. La cabeza de dio vueltas y la situación me abordó a una velocidad impresionante. Respiré hondo, tratando de asimilarlo. Me costó, pero logré controlarme.

La magia pronto se esfumó y sólo quedó un horrible aroma a alcohol junto a una desoladora sensación estrujándome el pecho. La decepción me burbujeó en la piel. Sí, no estaba del todo feliz. Había algo muy dentro de mí que no se sentía bien.

Estuve segura de que no recordarías nada por la mañana. Esto quedaría como un sucio secreto entre mi habitación y yo, aunque en el fondo me moría de ganas de que no fuera así.

Quise que por la mañana me dijeras que lo que me dijiste era cierto, que me querías y esto no arruinaría nuestra amistad. Al contrario, progresaríamos.

Pero sólo eran eso, absurdos deseos que cada vez estaban más lejos.

Hasta mañana, Roman.

-Cosette.

Cartas al viento © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora