• Daddy •

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Nervioso.

Así se encuentra Erick, su cuerpo tiembla y sus manos no pueden estar tranquilas, golpea la mesa con sus uñas o golpea el suelo impaciente con su pies.

Hace dos semanas su daddy tuvo que hacer un viaje de trabajo dejándolo sólo en casa, diciendo que no podía acompañarlo y que si quería fuera a la casa de sus padres.
El oji-verde se negaba a que se fuera, haciendo segundas rondas (y algunas veces terceras) también diciendo que estaba enfermo, aunque eso no le funcionaba bien ya que el mayor de inmediato lo llevaba a un clínica para ver que es lo que tenía.
El día que su daddy se subió al avión el oji-verde quedó hecho mierda, y no es que sea exagerado, pero el mayor le salvó (literalmente) la vida.

Pero ahora estaba feliz, esperando sentado en el aeropuerto para ver cuándo aparezca su daddy y lanzarse sobre el.

--¿Estas esperando a alguien lindo?-- se acercó una chica, con un escote que dejaba poco a la imaginación y unos jeans blancos '¡que bien se ve! Debería comprarme uno de esos' pensó mientras le regalaba una sonrisa.

--Si, estoy esperando a mi novio-- la chica, que se había sentado a su lado abrió los ojos como platos, ruborizándose y luego dándole una sonrisa avergonzada.

--Oh...Que bueno, yo estoy esperando a mi padre-- Erick asintió. No es que fuera cortante, pero estaba obedeciendo las palabras que su daddy le había dicho antes que se fuera 'no hablas con nadie que no conozcas, bebé. Algunas personas son malas y te pueden hacer daño'.

--y...¿Como te llamas?-- le preguntó la muchacha, un poco incómoda.

--Erick, ¿y tú?-- hablar con esa chica no era peligroso, de todas formas era una mujer que se veía buena persona.

--Soy Valentina, pero puedes decirme vale--.

--Un gusto vale-- se sonrieron.

--¿Y cuanto tiempo llevas con tu novio?--.

--Dos años, el diciembre cumplimos los tres-- sonrió mirando otra vez a la puerta, observando a las personas salir hablando por teléfono o corriendo a donde se encontraba su familia.

--Que bonito sería tener una relación así, les deseo lo mejor, ahora me tengo que marchar que ya llegó mi padre-- Erick asintió despidiéndose con su mano.

Observó otra vez esa puerta, pero esta vez se levantó de golpe para correr a donde se encontraba su daddy, el cual miraba a todos lados buscando a su bebé.

--¡Chris!-- gritó Erick, llamando la atención del mayor, el cual soltó su mochila dejándola caer al suelo para afirmar a su bebé de los muslos.
Enterró su cara en el cuello del menor, aspirando ese delicioso aroma que extraño por tanto tiempo.

--Te extrañé tanto, amor-- pronunció sobre su cuello, dejando cortos besitos.

--Yo también te extrañé mucho, no sabes cuanto-- bajó sus piernas con vergüenza, se había olvidado completamente que estaban en público, miró a su alrededor y había gente que los miraba, algunos con ternura y otros con asco.

Una grande pero suave mano lo tomó de su mejilla, girando su cabeza lentamente para sentir esos labios que deseó por dos largas semanas.

--Vamos a casa bebé-- Erick asintió aún con los ojos cerrados y su boca a medió abrir. El mayor rió dejando un corto beso, para luego tomar su mano y arrastrarlo con él.

--¡Espera, tu bolso!-- gritó el oji-verde soltando a Christopher para correr de vuelta, agarrando la pesada mochilas y devolverse.

--¿Listo?-- habló el mayor con diversión, quitándole el bolso para colocárselo en la espalda.

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