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• Nuestro hogar • (2°)

Chiques, una pregunta así super ksual JFLSJDLDKDK
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Ya han pasado dos meses desde que los Chriserick viven juntos, y para Christopher todo parecía un hermoso sueño.
Él adoraba verlo dormir, escuchar su hermosa risa, verlo enojarse por cosas banales, cuando se ponía a llorar por película tristes, cuando le daba miedo ir al baño solo por que decía que a través del espejo le iba a salir un demonio, verlo cocinar, adorar a Erick era lo mejor de la vida.

Y para Erick había sido lindo pero un poco raro.
Él no estaba acostumbrado a recibir amor, no estaba acostumbrado a que alguien lo abrace, lo bese, le dé todo lo que quiere, que lo mime, que se ría de las anecdotas que cuenta, que lo acompañe aún cuando le pide que lo deje solo -aunque claro, Christopher lo conocía tan bien que sabía que algunas veces de verdad necesitaba espacio, y lo dejaba en el cuarto para irse a la cocina y prepararle un rico pastel-.
No. No estaba acostumbrado a eso.
El no recibía abrazos ni besos con amor, solo eran para aparentar o cuando su esposo tenía sus necesidades.
Cuando el quería algo de una tienda recibía como respuesta un --"¿Y con qué dinero? Si no trabajas, maldito vago"--.
Cuando decía sus experiencias solo recibía un --"Dios ¿Eso te parece gracioso? Eres tan aburrido"-- y luego él se largaba.
Y claro, el jamás pedía estar solo por qué siempre lo estaba, si su esposo estaba en casa estaba encerrado en el cuarto, o se quedaba en la sala pero jamás estaba con él.

Todo había sido extraño, pero le encantaba.

--¿Que haces, cariño?-- Christopher le habló, apareciendo por el marco de la puerta.
Erick sonrió cerrando el cuaderno para levantarse de la cama y caminar hacia él.
El castaño lo recibió con gusto, abriendo sus brazos para rodear a Erick por su cintura y besar sus labios.

--Sólo estaba escribiendo un poco ¿Tu que hacías?-- preguntó.

--Nada, solo estaba preparando la cena para cuando te dé hambre-- El ojiverde asintió, abrazándose con más fuerza al mayor.

--Chris. Se que es muy apresurado todo esto, que quizás tú no sientas lo mismo y yo esté haciendo el ridículo pero ya no me lo puedo callar-- hizo una pausa, su corazón se aceleró y sus mejillas se tiñeron de rojo.
Y el castaño no estaba mejor, sentía como si tuviese corriendo elefantes dentro de él, estaba emocionadop por escuchar esas palabras.

--Dime, Erick-- el nombrado suspiró, separándose un poco para quedar cara a cara con el ojimiel. Sus ojos no se despegaban, sus corazones estaban acelerados de la emoción y amor que sentían por el otro.

--Yo...t-te amo-- murmuró.

--¿Que dijiste? No escuché bien-- una sonrisa delataba que sí, pero quería volver a escuchar esas hermosas palabras que tanto había esperando.

--Que te amo...Te amo Chris ¡Te amo!-- y rieron cuando el castaño lo tomó de la cintura y lo giró en el aire, unas sonrisas relucientes y sinceras, que delataban lo felices que estaban.