El hombre lobo estaba bebiendo agua de un pequeño estanque rodeado por árboles de hojas plateadas. Lamía el vital líquido como todo animal hacía.
- Terrence, no estás solo –Escuchó.
Observó frente a él y vio al hada de los cabellos dorados. Gruñó bruscamente.
- He venido a entregarte algo –Ofreció.
Éste miró su mano que acercaba a su rostro.
- Te traigo la Luz del Diamante. Llévala siempre contigo y alejarás la oscuridad que te envuelve e impide que tus labios puedan pronunciar alguna palabra
El hada se posó a su lado y colocó en su cuello un collar.
- Aún no podrás pronunciar tu verdadero nombre, pero ello no será problema para ti. Abre tu corazón y todo se dará naturalmente.
Terrence miró a todos lados pero la mujer había desaparecido.
Vagamente escuchó la voz de varios niños. Se oían cada vez más cerca.
- Creo que estoy soñando –Dijo. Se quedó en silencio durante unos segundos, sintiendo como su corazón iba a estallar de emoción- ¿Hablé? –Se dijo a sí mismo- Es increíble ¡puedo hablar!
El hombre lobo abrió sus ojos y vio un pequeño niño pelirrojo que balbuceó algo que no entendió y echó a correr cuando se levantó.
- La Luz del Diamante –Pensó.
Tocó su cuello y notó que estaba envuelto por un collar. El aura negra a su alrededor desapareció junto con la pesadez en su cuerpo y la traba en su lengua.
ESTÁS LEYENDO
Emilie y el Hombre Lobo
WerewolfCansada de las restricciones, Emilie logra cumplir su más grande anhelo: salir del castillo. Si tan solo hubiese sabido por qué le era prohido hacerlo, probablemente no se hubiese atrevido...
