Capítulo 7

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Era muy tarde por la noche y la princesa Emilie había hecho creer que estaba dormida. Miró el cielo y la luna estaba en creciente menguante. Abrió la gran puerta de cristal que encerraba su habitación y caminó por su balcón.
- Ojalá sea verdad –Se dijo a sí misma.

Miró como sus manos desaparecían en la oscuridad de la noche dejando una ligera marca transparente.
- Es totalmente increíble –Dijo en voz baja.

La luna estaba en sus últimas fases antes de oscurecerse en su totalidad. La princesa debía conocer todo acerca de ésta para comprender como podía aprovechar el hechizo.
Muy temprano por la mañana, Emilie leyó sobre astronomía e investigó sobre las fases de la luna.
- Te veo muy interesada –Dijo su padre.
- Me parece que la luna es muy bella –Aseguró.
- En verdad es hermosa. En especial cuando es luna llena.
- Luna llena –Pensaba- ¿Qué sucedería si salgo a la luz de la luna llena?

La doncella sentía gran curiosidad por aquel brillante astro llamado luna, ya que le daba la ligera impresión de que ésta tenía una fuerte influencia sobre la magia. Cuando estuvo por fin sola, terminó de preparar el escaso equipaje que llevaría: un sencillo vestido que utilizaba cuando, en contraposición de los deseos de sus padres, tomó la decisión de aprender a cocinar.
- No necesitas aprender esas cosas. Para eso tienes sirvientes –Decía su padre al escuchar lo que ella deseaba.

Había pasado muchos años encerrada y por ende, sintiéndose inútil al no tener nada que hacer que no fuesen aquellas cosas que completaban su rutina: desayunar, observar la pequeña comarca y tomar sol desde su balcón, leer y caminar por el castillo sin rumbo alguno.

- Ser una princesa no debe significar obligatoriamente que debo ser una persona incapaz –Decía en respuesta a las constantes críticas de las personas por su comportamiento subversivo a los modales impuestos en la realeza.

Emilie era conocida como la Hija Rebelde de los Reyes. Consideraba vacío los ademanes y principios que le inculcaron desde pequeña y a pesar que los adoptaba en los momentos indicados, no podía evitar sentirse ridícula.
Pasaban las noches y seguía haciendo pruebas con el hechizo de invisibilidad. Notó que mientras había más luz de luna, menor era su invisibilidad. Comprendió esto a la perfección y tomó la decisión de escapar.
Vestida con un traje oscuro que tenía una capa que cubría su cabeza y llevando tan solo unas pocas monedas, la princesa esperó el momento indicado para huir. La luna estaba en su último cuarto.

Emilie y el Hombre LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora