Sorprendida, Emilie dio un agudo y corto grito que asustó a su madre.
- ¿Qué te sucede? -Preguntó la reina, pestañeando perpleja.
- N-nada -Respondió tartamudeando.
- Pareciera como si no recordaras que aceptaste casarte con el príncipe Nerón -Comentó.
- N-no es eso -Susurró al tiempo que salía de la habitación a toda prisa.
Entró en su dormitorio y corrió hasta el balcón. Estaba tan sorprendida que no podía respirar bien.
- Nunca acepté casarme -Pensó- ¿Cómo es que mi madre dice que si lo hice?
Pensó por largo rato y comprendió.
- ¡No he estado casi tiempo aquí! -Y razonó- ¡Es cierto, debió haber sido mi sombra!
Caminó hasta el espejo y se miró.
- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué tomaste esta terrible decisión de la que depende mi vida? -Preguntó sin disimular la desesperación en su voz.
- Porque alguien debía vivir por ti y encaminarte -Respondió el reflejo que le miraba con una sombría sonrisa.
La princesa tragó grueso.
- No tienes escapatoria -Y agregó con tono malévolo- Estas son las cosas que suceden cuando permites que otros decidan por ti -Y rió.
Emilie caminó nuevamente hasta su balcón y miró la comarca en la lejanía. Por su mente pasaban miles de ideas, pero su cuerpo estaba totalmente inmóvil. Su mirada se volvió borrosa y sintió que iba a perder su equilibrio, como si una estatua se cayera.
- ¿Me iba a lanzar? - Preguntó en voz baja, incorporándose- ¿Cómo es posible? Algo me impulsaba a lanzarme por el balcón.
Se arrodilló y comenzó a llorar.
- Debes vivir tu vida al máximo y enfrentar todos tus problemas.
Levantó la cabeza y no vio a nadie.
- ¿Quién está allí? -Preguntó al tiempo que se enjugaba las lágrimas.
- Soy el hada Ámbar que ha estado contigo en todo momento. Jamás olvides que la vida es una sola y debes cuidarla.
La hechicera apareció momentáneamente brillando en una radiante estela dorada. Sonrió y se desvaneció.¿Qué decisión debía tomar? ¿Aceptar su matrimonio con el príncipe Nerón y abandonar su alegría por conocer la vida fuera del castillo? O ¿Huir para vivir con el hombre lobo y disfrutar plenamente de sus experiencias? Las dudas invadían la mente de Emilie.
Durante la hora del almuerzo se encontraba muy callada.
- ¿Querida, te sientes bien? -Preguntó su padre mientras cortaba el grueso trozo de carne en su plato.
- No realmente -Respondió en voz baja.
- Estás comportándote de manera extraña -Comentó tomando la pequeña cesta en la mesa que estaba llena de suaves panes bañados ligeramente en aceite de oliva y orégano- ¿Quieres? -Ofreció.
- No -Negó con la cabeza.
- De seguro está nerviosa por la boda -Interrumpió su madre.
- ¿Es por eso que te sientes mal? -Preguntó él.
- Con su permiso, me retiro -Respondió levantándose de la mesa.
En la habitación de Emilie se encontraba el hada Ámbar mirando fijamente su gran espejo el cual tocó. Una mariposa negra surgió y dejó una purpúrea estela que cayó sobre su brazo. Sintió como si éste le quemara y lo apartó inmediatamente.- Es Amatista -Dijo muy sorprendida.
Agitó su varita y un haz de luz atrapó el insecto y le desapareció.
- Hay rastros de magia negra aquí. Por eso la sombra había actuado de esa manera y sabotea el destino de Emilie. Debe haber una fuente de donde provienen los poderes del mal... pero ¿Dónde? -Se preguntó.
La puerta se abrió y el hada desapareció. La princesa entró y recostó en su cama a pensar.
Lloró por largo rato y se quedó dormida.
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Emilie y el Hombre Lobo
WerewolfCansada de las restricciones, Emilie logra cumplir su más grande anhelo: salir del castillo. Si tan solo hubiese sabido por qué le era prohido hacerlo, probablemente no se hubiese atrevido...